
miércoles, 14 de diciembre de 2016
martes, 29 de noviembre de 2016
Los seguros de viajes y la seguridad turística (I)
La violencia e inseguridad, real y/o percibida, no
solamente influye en el día a día de los turistas y los destinos, sino que va
dejando a su paso un reguero de dudas a los que se debe de hacer frente. Dudas,
riesgos, incertidumbres que pueden tener un marcado carácter turístico y/o colateral, y que
nos hacen pensar en los peligros que podemos o no encontrarnos en nuestros desplazamientos y destinos
vacacionales.
Riesgos, dudas o peligros potenciales que pueden ser
debidos a experiencias negativas antes, durante y después de un viaje turístico
que, una vez generados, raras veces son reducidos por sus creadores, ya que son
conscientes que pueden manejar e influir en los mecanismos productivos (turísticos),
en los atractivos que conforman los destinos y en la mente y voluntad de los
turistas y viajeros.
Con la llegada de internet, el turismo internacional se
hace más visible, sugerente y atractivo pero indefectiblemente, se generan
nuevas amenazas que todavía no están siendo tenidas en cuenta. Esto no
significa que no se pueda llegar controlar la violencia, inseguridad, los
riesgos y la incertidumbre, sino que sus consecuencias negativas suponen una
llamada de atención a los que solamente percibieron en las nuevas tecnologías, meras
ventajas para el desarrollo y producción de la actividad.
Dentro de las ventajas,
podemos incluir factores que pueden llegar a garantizar nuestra seguridad y
estabilidad, pero a la vez, están contribuyendo a “acercarnos” los riesgos y peligros unidos al sector, lo que exige se pongan en marcha diversas
herramientas de información, prevención, etc.
Por todo ello, las nuevas tecnologías han posibilitado que
la violencia e inseguridad se hayan convertido en un acto narrativo que está muy
presente en nuestras vidas, como consumidores y responsables sectoriales que, por
lo general tiende e paralizar las demandas y los destinos. Parálisis reflejada
entre quienes, percibiendo la dimensión de la violencia, inseguridad y del
peligro existente; consideran que “no hay nada que hacer” para cambiar el
escenario, lo que conlleva el desvío de atención hacia otros productos y una
solicitud de ayuda desde los destinos, siempre a remolque de los
acontecimientos. Por lo tanto, la escenificación de la violencia e inseguridad
no sólo es servible por los que la generan, sino que también lo es para esos
intereses que hacen de la inseguridad, de los riesgos y de las dudas su razón
de ser.
Entre esos muchos intereses existentes, deseo citar los
seguros de viajes. Cada vez en mayor medida, los turistas potenciales y reales,
ante cualquier escenario de duda y riesgo, acuden a las compañías de seguros en
busca de consejo, llegando a un acuerdo cuando haya un punto de confianza y
fiabilidad entre el turista y la compañía.
Con la contratación de ese seguro de viaje y su
desembolso correspondiente, el turista se dota de un “cierto grado de
tranquilidad” porque mentalmente el seguro le está permitiendo reducir sus
inquietudes e inestabilidad ante hipotéticos peligros futuros.
Por lo tanto, el seguro de viajes se convierte en un
soporte que permite al turista idear o percibir un destino turístico de manera
más positiva cuando, todavía nada se ha concretado.
En definitiva, ante un escenario turístico inestable y
hostil, el seguro de viajes nos otorga una “estabilidad emocional” que permite
adentrarnos en un destino o viaje que, en principio nos generaba inquietudes.
Parece que el seguro nos ha despejado el camino y nos facilita la opción de
desplazarnos y elegir un destino hasta hace poco inseguro.
Si por el contrario, y antes de la contratación, el
peligro se hace tangible, existe y es medible, el seguro de viaje no llega a
producirse y por lo tanto, no hay proceso de contratación alguno. Y es que en los intereses de las compañías, ha
de existir en los destinos un riesgo virtual y a futuro que genere las dosis
justas de incertidumbre e inseguridad para que se produzca dicha contratación.
Llegados a la hora de promocionar sus servicios, las
compañías se basan en unos servicios modernos y funcionales que son ofertados a
una clientela en momentos en que ciertos productos, destinos e intereses
turísticos generan las dudas e incertidumbres antes señaladas.
¿Se preocupan de igual modo de los destinos, productos,
servicios y experiencias? ¿Qué más factores de promoción – proyección utilizan
las compañías de seguros para captar a sus clientes – turistas? Lo veremos en
la segunda parte. Saludos.
PD: En esta primera parte he intentado mostrar la relación que existe
entre los seguros de viajes y los turistas cuando aparecen escenarios y
destinos inseguros.
En la segunda parte, deseo exponer la relación existente entre esos
seguros de viajes y los destinos e intereses turísticos
miércoles, 16 de noviembre de 2016
La seguridad económica y nacional como objetivo común de la Cumbre Ministerial OMT/WTM
En esta pasada edición de la
Feria World Travel Market – WTM de Londres se celebró, organizada por la Organización
Mundial del Turismo – OMT, una Cumbre Ministerial que llevó como título “Turismo y Seguridad: promover los viajes
seguros y fluidos”.
Con el fin de abordar tan
sensible tema, se dieron cita más de 60 ministros de turismo y una alta representación de los diferentes
subsectores que conforman el turismo internacional.
Desde este blog, me siento plenamente
identificados con lo que allí se expuso, ya que muchos de los argumentos y
contenidos que surgieron en la cumbre, coinciden con nuestra línea de
pensamiento y nuestra visión del binomio turismo y seguridad.
Aspectos tales como “la inclusión del turismo en las estructuras
de crisis y de emergencia” de los destinos, de siempre nos ha parecido algo
consustancial a la actividad, aunque su engranaje transversal, sigue siendo una
de las asignaturas pendientes de los destinos y del turismo internacional.
Otro aspecto, que deseo resaltar
de la Cumbre, es el apartado de las “recomendaciones,
percepción y la coordinación”. Como hemos expuesto en varias ocasiones, la
comunicación es fundamental para la competitividad y credibilidad de los
destinos turísticos. Incidiría en que fuera una comunicación transparente y por
lo tanto, transmisora de los auténticos valores y con ello, se superara esa
actitud “tactista” de comunicar para encubrir carencias y desajustes, en este
caso, en materia de seguridad.
Asimismo, me parece del todo
acertado que uno de los principales retos que surgieron fue, el admitir que la seguridad
en la actividad “es una responsabilidad
compartida entre los sectores público y privado y entre las diferentes
instancias de las administraciones”. Aquí sigo considerando que la iniciativa y
actitud proactiva ha de surgir del sector. Hemos de interiorizar que es nuestro
interés el que prima y que el resto de las instancias gubernamentales no tienen
porqué disponer de una percepción turística de inicio. Pero, su aportación es y
debe de ser decisiva para el devenir del sector. Tener la capacidad de “turistizar”
e implicar a ciertos servicios públicos es una responsabilidad que nos atañe.
También deseo resaltar otro punto
de la Cumbre, el que hizo referencia a “si
no apoyamos a los destinos afectados tampoco podemos promover la estabilidad y
la paz”. Recientemente hemos hecho mención en este mismo blog, a la
relación existente entre la estabilidad y la paz con el sector turístico y
viceversa. Una relación que abarca factores tan dispares como el territorio, la
ciudadanía, la producción y el desarrollo social, la imagen y percepción
externa, etc.
En definitiva, siempre
consideraré un acierto que se sigan organizando cumbres en materia de turismo y
seguridad. Su alta sensibilidad las hace más valiosas ya que posibilitan el poder
confrontar diferentes opiniones y puntos de vista.
jueves, 10 de noviembre de 2016
El desafío de los espacios turísticos. La prueba de la seguridad (II)
Siguiendo con el artículo
anterior, deseo profundizar en la incidencia que la seguridad llega a tener en
los territorios y espacios de clara vocación turística y social.
De todos es sabido que el
desarrollo equilibrado y armonioso, la utilización racional y responsable de
sus atractivos y recursos, la necesaria relación transversal entre los
diferentes colectivos y administraciones y su incidencia en la calidad de vida; son algunos aspectos a tener en cuenta cuando vinculamos espacio
y actividad sectorial.
Pero considero que, a todos
ellos, se ha de unir expresamente el factor de la seguridad integral. Y es que
la falta de este requisito que incide en el clima social de los países y los
destinos; hace que potentes y ambiciosas iniciativas no terminen de germinar
del todo. Es más, llegado el caso, se intenta ocultar la inseguridad al objeto
de facilitar el desarrollo de los planes previstos. Normalmente, subsisten de
forma muy debilitada no alcanzando los objetivos previstos, van siendo aparcados a medio camino o, en el
peor de los casos, no llegan siquiera a nacer.
Hemos de darnos cuenta que los objetivos de los inversores, de los
turistas y de la propia sociedad civil, se vuelven coincidentes y eso llega a
tener una fuerza estratégica de gran calado. Todos desean y necesitan la paz,
la seguridad y la estabilidad de los países - destinos.
Por lo tanto, será más fácil que
se pongan en marcha políticas de seguridad integral donde la seguridad del país - ciudadano vaya unida a la seguridad del destino - turistas.
¿Eso que conlleva? Que la puesta
en marcha de estrictas medidas de seguridad policiales, judiciales, sociales,
de salud, en infraestructuras y equipamientos, etc., etc., tengan en cuenta ese doble objetivo, social y sectorial, para incidir de forma más categórica en espacios
y escenarios muy condicionados por la inseguridad.
Ello posibilitará que determinados
atractivos y recursos “recuperen” muy rápidamente sus propiedades y su
reconocimiento entre la ciudadanía y los consumidores. Una recuperación que, inmediata
e inicialmente, será capaz de producir servicios, vivencias, experiencias sin la
necesidad de realizar grandes desembolsos.
Es y será tan grande las expectativas que se
crean a partir del “final oficial” de todo hecho y situación de violencia e
inseguridad que el “nuevo espacio o territorio”, por sí mismo, llegará a
convertirse en motor de desarrollo, si se apuesta por la opción turístico - ociosa.
Ese valor que llegarán a alcanzar
esos “nuevos espacios y territorios” en términos económicos, socio culturales y
naturales deberán de estar basados en un liderazgo que, partiendo de
la visión turística, sea capaz de aglutinar voluntades para poder “decidir
desde un conocimiento integral y compartido”
Como vemos la recuperación de la
seguridad social y sectorial exigen toda una amalgama de relaciones y cruce de
servicios coordinados en tiempo y contenidos. Si la visión y los objetivos son
puramente verticales y sin la visión turística añadida, la debilidad del sector
y la pérdida de oportunidades estarán asegurados. Primará el factor del
territorio –país pero no el del territorio - país-destino turístico.
martes, 25 de octubre de 2016
El desafío de los espacios turísticos. La prueba de la seguridad.
Como ya he expuesto en alguna otra
ocasión, el espacio o territorio turístico va perdiendo sus propiedades cuando
coincide y convive con la inseguridad y con todo tipo de violencias. Se puede afirmar
que se “encoje” su dimensión, se acortan sus tiempos, disminuye su producción,
se ponen en duda sus procesos y se van
diluyendo sus atractivos y reclamos.
Por el contrario, el carácter
positivo de la seguridad en el sector queda reflejado en la calidad de los
espacios donde se ubican, ya que van acompañados de un aura de “normalidad”.
Una seguridad nacional, del país
y de los destinos que podrá ser adoptada con mayor facilidad cuando la exigencia de su propia ciudadanía
vaya acompañada del sector y de sus turistas y visitantes. Esa doble exigencia
posibilitará que el acceso a la seguridad, no solo tenga un carácter meramente
social sino que disponga de un argumento productivo y de generación de riqueza incuestionables.
Por lo tanto, sería aconsejable apostar
por la actividad y su seguridad a la hora de intentar recuperar espacios “invisibles”,
en declive e improductivos. Espacios profundamente condicionados por el terror,
la violencia e inseguridad, que pueden llegar a ser catalogados como escenario
de oportunidades si la actividad turística y su seguridad social apuestan por
los mismos, y se van convirtiendo en motor de desarrollo y de reconversión.
En este sentido, muchos de los actuales
destinos de referencia internacional, sus infraestructuras, equipamientos y
servicios, en el momento de su despegue, tuvieron muy en cuenta el factor de la
seguridad existente y desde el mismo, apostaron por modelos de destino lo más resistentes
e inmunes ante todo tipo de violencia e inseguridad.
Si analizamos otros sistemas de
producción, veremos, que pueden desarrollar su actividad en escenarios con mayores niveles de violencia e inseguridad.
El motivo de esa resistencia y de su “fácil convivencia” es debido, a que sus
procesos de producción son más concretos, medibles y mecánicos y por lo tanto,
menos condicionados por la inseguridad existente en el entorno. Con salvaguardar
la seguridad interna de sus procesos, la producción estará más o menos
garantizada.
Pero volvamos a nuestro sector. La
actividad turística necesita de una paz y de una seguridad en el entorno para
desarrollar su actividad que está compuesta de unos procesos “menos mecánicos”
si los comparamos con otros sistemas de producción. Ese entorno y su sociedad
civil necesitan de esa misma paz y seguridad. Por lo tanto el unir ambos
objetivos, me parece del todo oportuno y necesario.
Con ello superaremos algunas visiones
y posiciones antagónicas, donde se llega a confrontar la seguridad del ciudadano
con la del sector turístico y viceversa.
lunes, 3 de octubre de 2016
Violencia e inseguridad turísticas. Evaluar donde estamos preparados y donde somos vulnerables.
En el actual contexto, la
violencia e inseguridad en la actividad turística internacional es demasiado
amplia y dispersa como para hacerlas frente únicamente desde el propio sector, aunque este contara con los mejores presupuestos y con una decidida voluntad de
luchar contra ellas.
Existe todo un repertorio de
posibles situaciones, de naturaleza turística, no turística, de fuerte y/o
escasa repercusión que nos pueden hacer desembocar en situaciones límite. Repertorio
que conlleva la aparición de considerables dificultades a la hora de formular
estrategias y definir recursos porque no se puede predecir qué situaciones o
realidades se convertirán en auténticas crisis y obstáculos para el sector.
De hecho la mayoría de los
destinos turísticos internacionales han sufrido y soportado diferentes tipos de
crisis, lo que habla de la complejidad y dificultad para poder ser abarcada
integralmente.
Como en cualquier situación
enrevesada, las crisis turísticas se rigen por importantes dosis de
incertidumbre y de impotencia generalizadas. Pero dicha incertidumbre e
impotencia no justifica el no hacer nada o poner en marcha procesos meramente testimoniales.
Aunque no es posible predecir qué
tipo de de violencia e inseguridad puede llegar a afectarnos, la visión e identificación proactiva de
sus posibles expresiones, nos permitirán agruparlas por familias, comenzar a
estudiarlas y con ello, poder contrarrestar sus efectos.
Llegados a este punto, creo
recordar que, en este mismo blog, sugerí en su día que, “el preservar y el realzar las nuevas relaciones con otros agentes ha de
volverse objetivo prioritario para los intereses del sector”
Con ello quería referirme, entre
otros aspectos, a la necesidad de utilizar herramientas de diagnóstico y
evaluación de la crisis turística, no solamente por los agentes del sector,
sino que también lo sean por otras instituciones y colectivos.
Con ello deseo recalcar que la
evaluación de la crisis y de la vulnerabilidad turística es demasiado compleja como
para disponer de una única visión y percepción de la realidad. Compartir puntos
de vista sobre lo que estamos o no preparados, qué aspectos se han descuidado,
no se han tratado, etc., etc., nos permitirá a los agentes y responsables
turísticos identificar carencias en materia de gestión de las crisis
turísticas.
Por lo tanto, la discusión y el
intercambio de pareceres sobre el porqué la actividad turística se ha centrado
en ciertas herramientas y tácticas descuidando a otras, abrirán nuevos
escenarios de mejora en la gestión de estos momentos críticos por violencia e
inseguridad.
Por todo ello, si en la gestión
de las crisis turísticas, solamente operan y están implicados una o dos
instituciones o colectivos, deberemos de preocuparnos, es la primera señal. Y
ello significa que, la institución turística de referencia y el destino al que
representa, son propensos a sufrir los embates de la crisis y de la inseguridad.
miércoles, 31 de agosto de 2016
La violencia internacional sigue repercutiendo en el sector turístico.
En momentos como éste, con un
aumento considerable de acciones violentas y de alta repercusión internacional,
los destinos turísticos se ven obligados a transmitir e informar sobre su
seguridad, aunque no se vean afectados directamente por esa violencia; todo
ello, con el objetivo de mejorar su imagen externa e intentar contrarrestar, si se da el caso,
cualquier atisbo de inseguridad interna.
El hecho de tener que divulgar
las propiedades y virtudes de seguridad por parte de los destinos turísticos internacionales,
impensable hace muy poco tiempo, está poniendo sobre el tapete la necesidad de
tener que utilizar argumentos de seguridad para promover, fortalecer y
garantizar la credibilidad deseada.
En este sentido, la seguridad está pasando de ser un término
residual, utilizado solamente en momentos muy críticos y de clara conveniencia,
a ser utilizado habitualmente, como un activo de primera magnitud.
Y es que hasta la fecha, cualquier
curioso o potencial turista ha podido detectar que la divulgación de todo
conjunto de bondades turísticas, que “existir existen”, ha permitido a los
destinos paliar y maquillar ciertas carencias estructurales, entre ellas, los
relativas a la seguridad del sector.
En este sentido, países con
buenas dotaciones en infraestructuras, equipamientos y servicios y con una sólida
presencia en los mercados emisores, en su fuero interno y aunque no lo expresen;
son conscientes en mayor o menor medida de la necesidad de mejora de sus
respectivos procesos de seguridad turística. Y es que no se explica que sigan
soportando, discreta y paralelamente, desajustes de tipo territorial, de falta
de conectividad, de la dificultad en reorientar el servicio en momentos críticos,
de los frenos y carencias a la hora del manejo integral de esos momentos y de su
comunicación correspondiente.
La interdependencia que existe
entre país/ciudad y destino turístico, y que se ve reflejada en varios
apartados, parece que todavía no ha tenido en cuenta al componente de la
seguridad sectorial. Y es que se ha de ser consciente que ser competitivos en
un sector tan singular y atomizado como el turístico conlleva la puesta en
marcha de procesos con alta especialización y singularidad.
Así como un esmerado y cuidado
cultivo de viñedos y su correspondiente producción de la uva, facilitan la
posterior elaboración de los caldos, pero sin garantizar la calidad final de
los mismos; los países y destinos con
altas prestaciones y hasta catalogados como seguros, facilitan la seguridad
sectorial pero no la pueden garantizar en su totalidad. En ambos casos, es y
será necesario desarrollar procesos finalistas muy concretos y específicos.
Por todo lo expuesto considero
que, en breve espacio de tiempo, las campañas ingeniosas e imaginativas de
promoción y el conjunto de encuestas y rankings existentes en el mercado, tenderán
a utilizar con mayor asiduidad “el factor de la seguridad” para que sus
representados y ellos mismos, vayan ganando en rigor y credibilidad.
Pero deberá de ser un “factor de
seguridad” que supere la pura retórica para convertirse en espejo de lo que
realmente se está desarrollando a nivel de destino sino, volveremos al intento
de paliar y maquillar realidades y situaciones negativas que nos seguirán
superando.
En definitiva, “informar de lo
que existe o se hace” en vez de “informar para contrarrestar lo que no existe o
no se hace”
miércoles, 13 de julio de 2016
Turismo, Seguridad y Reputación
En la Actividad turística, el “qué dirán, el cómo nos verán o como nos
perciben” es un aspecto consustancial para su suerte y devenir y por lo tanto, está muy presente en su día a
día.
Y es que, todo destino desea apropiarse de ese
estado o valor que representa la buena reputación para llegar a las mentes y
los gustos de sus clientes, reales y potenciales, y con ello, alcanzar los
objetivos previstos.
Hemos de pensar que la imagen y la reputación
turística son una consecuencia de lo que se hace, de lo que ocurre y de lo que
se dice como destino e interés turístico. De esta forma se va generando un poso
de percepción que, todos deseamos, que sea lo más positivo posible.
Una reputación que parte de los productos,
vivencias y experiencias que surgen de los recursos y atractivos de
“carácter institucional” y mayormente, de la oferta
de alojamiento y de restauración, la ser estos dos subsectores, los más
significativos dentro de la gran maraña de servicios privados.
Además la reputación puede estar
dotada de lo que históricamente haya sido u ocurrido en mi país - destino, al
margen de que la naturaleza de esos hechos tengo o no un carácter turístico.
Por ello, el mantenimiento y la alimentación
continuada de una buena realidad – imagen, irá generando una reputación en
sus destinos y empresas, algo que les
permitirá poder hacer frente a situaciones de crisis e inestabilidad.
Pero cuando surge la inseguridad; la imagen y
reputación de los destinos, puede llegar a resentirse muy profundamente y
generar cierto rechazo.
Para que esa imagen - reputación turística no
se convierta en algo efímero en momentos de crisis, será necesario dotarla de
irrefutables particularidades. Son “situaciones particulares” que requieren de
“actitudes particulares”. Llegados a este punto, considero que se impone lo que
denomino...
“Responsabilidad Social y Sectorial Turística”, como
sinónimo de deber y conveniencia, en materia de imagen y reputación.
Que, en materia de información, sería
aconsejable que…
·
Sea lo más veraz y real posibles.
·
Acumule todo un conjunto de factores
diversos, turísticos y no turísticos, públicos y privados.
·
Sea elástica y adaptada a cada una de las
diferentes audiencias, nichos y públicos objetivo.
· Por derivación, sea capaz de ajustar la
relación turista - destino continuamente, y más en esos momentos.
·
Se imponga la coherencia frente los vaivenes
y contradicciones.
· Disponga de las herramientas y de los
factores de creatividad acordes con la sensibilidad existente.
martes, 5 de julio de 2016
Seguridad Turística; el Arte de la Influencia. Transmisión de emociones (y II)
Hace
unos días publiqué el artículo
titulado “Seguridad Turística; el Arte
de la Influencia. Transmisión de emociones” y, pasados unos días, me dispongo
a redactar la segunda parte del mismo, a través de la correspondiente profundización
de contenidos.
Y
lo hago porque, entre medias, nos hemos topado con otros hechos luctuosos,
violentos e inseguros de “raíz no turística” pero, con una acusada incidencia en
los intereses del sector y en sus respectivos países y destinos.
Como
la frecuencia de los mismos parece que va en aumento, considero que el sector y
sus intereses han de estar mucho más preparados para hacer frente a estos
momentos críticos, en muchos casos irreversibles, lo que hace que cunda, más
aún, el desánimo y la impotencia entre sus responsables. Estamos hablando de momentos muy sensibles y
emotivos que, es conveniente que sean tratados mediante la regulación de nuevos
procesos.
Llegados
a este punto, el denominado “Arte de la Influencia Turística” sería conveniente
que se convirtiera en el paradigma, en la base de una nueva norma y en el embrión de un modelo de relación
efectivo que permita al sector dar a conocer su verdadera situación y, con ello, disponer de nuevas estrategias y
tácticas consensuadas en esos momentos de aislamiento y fragilidad.
Arte
de Influencia Turística que:
·
Sería aconsejable que fuera comprendida y
admitida por el propio sector, “comprender integralmente” la situación cuando
se coincide y convive con la violencia. En este sentido, considero que los
hábitos del sector han de ser revisados profundamente.
·
Lo que llevaría consigo la “revisión de las
actuales prioridades” en la parte pública y privada. El definir la lista de tareas que el sector
ha de asumir - exigir con respecto a los requerimientos de los turistas,
mercados y proveedores internos en momentos de crisis; es algo básico, urgente
y necesario.
·
Por añadidura, el “dar a conocer” esa lista de
tareas a los interlocutores adecuados, los que realmente pueden y deben de colaborar
con el sector; hará que el sector se implique con mayor intensidad y
notoriedad, dando paso a un nuevo escenario de consenso.
Como consecuencia de lo anterior, el preservar
y el realzar esas “nuevas relaciones” ha de volverse objetivo prioritario para
los intereses turísticos y de las diferentes contrapartes. Todos se sentirán
más arropados, participativos y comprensivos con los procesos de seguridad
genérica y específica a desarrollar.
Por
el contrario, si esta idea del “Arte de la Influencia Turística”, no es tratada
con la importancia que se merece; se
tenderá hacia lo fácil, lo agradable, lo popular, lo llamativo y
vistoso del sector, hacia la búsqueda de respuestas milagrosas, el autoengaño, la
reiterada autojustificación, el lamento e impotencia, etc., etc., etc.
Por todo ello, creo que no existe para nuestro sector, nada más importante y
transcendental que su seguridad sistémica.
sábado, 25 de junio de 2016
Seguridad Turística; el Arte de la Influencia. Transmisión de emociones.
Como
cualquier sector económico y productivo, el sector turístico desarrolla toda una
batería de procesos y actividades que le confieren de una singular personalidad.
Procesos y actividades vistosas y tangibles que dotan al sector de un reconocimiento
inmediato entre sus respectivas sociedades.
Son
procesos de producción turística,
basados en demandas de ocio, recreación, que van desde las más básicas hasta
las más sofisticadas. Procesos donde el componente de seguridad se considera
incluido o que no existe la necesidad de profundizar más sobre el mismo.
Pero,
cuando la inseguridad supera todo límite; el sector se ve abocado a ampliar las
relaciones y procesos establecidos. Cuando la ampliación depende del propio
sector, la gestión y desarrollo de los mismos, se realiza sin grandes
obstáculos aunque, en la mayoría de los casos, sin abordar integralmente el
problema.
Por
el contrario, cuando es necesaria la participación de otros colectivos públicos
o privados en la mejora o superación de los efectos de la inseguridad; se ve
necesario revisar el papel que ha de desempeñar el sector en momentos y
situaciones tan criticas.
De
partida y ante los nuevos colectivos, los intereses turísticos están en una posición
desigual. Para contrarrestar esta situación, el sector ha de desarrollar una
habilidad primaria, “el arte de la influencia” que consiste, en ser capaz de
influir en el estado de ánimo, posición y actitud de los nuevos colectivos ante
la inseguridad sectorial.
Todo
ello, mediante el envío de “información urgente y emocional” que constituya una auténtica “economía intersectorial
invisible” y que ha de estar presente en las nuevas interacciones.
Si
somos capaces de reunir a los colectivos claves y les transmitimos, con fluidez
y rigor, nuestro estado de ánimo por la inseguridad; se pueden dar las primeras
señales de superación de nuestras (muchas) carencias estructurales en materia
de seguridad turística.
Nuestras
emociones y sensibilidad nos irán indicando en qué debemos concentrar nuestra
actividad y con ello la atención de nuestros interlocutores, en definitiva; cuándo
prepararnos para transmitir y actuar. Hemos de ser captadores de atención por
seguridad turística mediante informes, advertencias, invitaciones, alarmas,
etcétera.
Con
ello, hemos de convertir nuestras emociones en un método de información supereficiente. Se trataría de mensajes
potentes, que transmiten información crucial. Excuso decir que la discreción y
la sutiliza han de estar presentes en todo este movimiento.
Con
ello iremos percibiendo cambios sustanciales entre nuestros interlocutores que
irán; desde el desapego inicial a un “contagio emocional” con y por la
seguridad turística, lo que llevará implícito, mayores dosis de participación y
compromiso.
miércoles, 8 de junio de 2016
Seguridad Turística. De nuevo, mayor implicación sectorial.
Con
relación al binomio seguridad y turismo, confieso que me he visto desbordado
por la cantidad de información y artículos de opinión publicados en los últimos
días, tanto en prensa genérica como en la específica.
La
causa de esta situación, viene dada por la acumulación de hechos violentos acaecidos
recientemente; me refiero a París, Bruselas, Túnez, Bankok, Egipto, ayer mismo en Estambul, etc., etc., etc., y muy posiblemente, por la llegada del verano a
Europa y la celebración de unos acontecimientos muy especiales.
Como
he escrito en alguna otra ocasión, junto a estos hechos, existen otros que, aún
con menor repercusión, también inciden negativamente en esos o en otros países y destinos.
El
efecto que tienen estos hechos en los mercados emisores de turismo, es el de hacer
pensar y analizar más las ofertas y destinos,
que se tomen medidas adicionales que
tiendan a garantizar nuestra seguridad integral como personas – turistas y en
muchos casos, que optemos por desviar nuestra atención hacia otros destinos más
seguros.
Debido
a ello, considero que la seguridad de los mercados y de sus correspondientes
personas - turistas, es y debe de ser el objetivo prioritario de todo interés
turístico si desea alcanzar el estatus y competitividad necesarios.
En
este sentido, existen instituciones públicas y privadas que informan y
aconsejan a sus conciudadanos, lectores, clientes; en definitiva, a turistas, sobre la conveniencia de elegir un destino para disfrutar de sus bien
ganadas vacaciones.
Así,
las Secretarias de Estado, los Ministerios de Asuntos Exteriores, los diferentes
puntos de información en la red, los medios de comunicación, los agentes de
viajes y TTOO, etc., etc. etc.; difunden todo tipo de información y consejos
prácticos.
Información
y consejos con los podemos estar de acuerdo o no, que nos pueden beneficiar o
no, que los podemos catalogar como oportunos o inoportunos, como reales o
arbitrarios, proporcionados o desproporcionados, justos o injustos, no
ajustados a un tiempo o momento crítico, etc., etc.
Por
lo tanto, existen unos hechos y una información procedente de entidades y colectivos
externos que nos influye sobremanera y sobre los que no tenemos una gran
influencia ni capacidad de poder contrarrestarlos.
Ello
se traduce en una actitud público - privada que va; desde el silencio más absoluto,
con el objetivo de no generar más alarma hasta, la queja y el lamento, cuando
la situación negativa ha desbordado todo lo previsible y se ha convertido en
algo “no manejable” desde los intereses del sector.
En
esta tesitura, considero que el papel del sector ha de ser mucho más relevante.
Y me explico, si la actividad económica – empresarial turística se ve directamente
afectada; es el sector quien se debe implicar en procesos de seguridad.
Procesos que tengan que ver, no solamente, con sus instalaciones empresariales,
sino con la seguridad del entorno y de
los recursos que son, en definitiva, donde residen las motivaciones de visitas
y estancias / producción económica.
Con
ello no deseo trasladar la idea que nos tengamos que convertir en policías,
bomberos, jueces, médicos de urgencia, vigilantes, agentes de seguridad, etc,
etc, etc. Sino que, esas y otras funciones han de estar orientadas a dotar de
seguridad a los entornos urbanos que, sin dejar de serlo, son espacios de
producción y de exportación turística integral. Y ello, y a mi entender, requiere de
un tratamiento o barniz de seguridad añadido.
Si
no nos preocupamos que esto se vaya dando, seguiremos disfrutando de una “cierta
comodidad”, dependiendo de visiones y voluntades externas y a remolque de unos acontecimientos
que nos superan.
Es
el momento de visualizar integralmente los destinos y desarrollar el arte de la
influencia que comenté en el artículo anterior.
miércoles, 1 de junio de 2016
Seguridad turística. Regulación y procesos. El arte de la influencia.
La mayoría de las realidades e iniciativas que tratan
directamente sobre la seguridad en el
sector, se ven en la necesidad de solicitar colaboración a áreas o campos fuertemente
regulados, lo que influye en el devenir de la misma.
Es por ello, que la
seguridad en el sector, no solamente se enfrenta a sus problemas, sino que, que
se ve obligada a trabajar bajo rígidas restricciones legales, relacionales y de
una acusada falta de comprensión e identificación.
Y es que la actividad turística por sí misma, no dispone de los recursos para acometer y poner en marcha tan
ambicioso proyecto. Es más, en muchos casos, no
tiene una idea precisa de lo que realmente se necesita y desea.
En tales circunstancias, la seguridad turística es gestionada
por otros campos que desempeñan esta función desde una perspectiva,
inicialmente ajena al sector aunque, con el paso del tiempo, van adquiriendo
cierta singularidad sectorial.
Por lo tanto, hemos de admitir que, en gran medida, se
trabaja desde fuera del ámbito de la actividad, lo que hace que muchos procesos
con perfiles “no turísticos”, no lleguen a alcanzar las prestaciones
deseadas.
Y es que, la implantación de un auténtico sistema de
seguridad turística integral, ha de disponer del mayor grado de concreción y de
especialización posibles. Ello exige de una mayor implicación del sector público -
privado y, por extensión, de la implicación – participación de otras
áreas.
Para ello consideramos de vital importancia, el ir desarrollo
del “arte de la influencia turística” para obtener el respaldo y el compromiso
de otros colectivos clave. Y creo que éste debe de ser el bien más preciado de todo responsable público -
privado.
Por lo general, el
sector turístico, no es de las áreas más influyentes y reconocidas dentro de
los respectivos gobiernos y colectivos socio – económicos. Su poder ha de
residir en la capacidad de influir sobre los otros. Si no dispone de esa
capacidad dejará de ser eficaz, y más, en materia de seguridad turística.
Por lo tanto, será necesario desarrollar una aguda comprensión
del ambiente general turístico y de su seguridad, desde la cual debe de
ejercitarse ese “arte de la influencia”. Ambiente en el que los elementos más
importantes son los “otros actores” y el grado de implicación en la seguridad
del sector.
En definitiva, no se desea hablar de transacciones entre los Ministerios
de Turismo / Sector Empresarial con los
otros, sino de ir transformando las actuales reglas de juego para que estén más
en consonancia con unos tiempos más críticos y exigentes.
martes, 24 de mayo de 2016
La doble función de los Community Manager en la seguridad de los destinos turísticos.
Partimos que los Community Manager, CM, han de administrar la
comunidad turística online alrededor de una marca o destino en Internet, en
base a una serie de relaciones estables y duraderas con los medios, agentes
intermediarios, proveedores y clientes finales.
Por otro lado, la gran atomización de los recursos e
intereses que conforman toda estructura turística, se ven condicionadas por la
inseguridad, lo que también exige contar, con la presencia y las funciones de
un Community Manager, CM.
Es más, me atrevería a decir que los CM son más necesarios, en
destinos de probada inseguridad, que en los “destinos seguros”.
Y es que la seguridad turística, tan transversal y en
escalas, exige de personas / estructuras que conozcan realmente sus necesidades, funciones y estrategias y con ello, mantener y ampliar las relaciones de
unos intereses turísticos que se encuentran muy afectados y condicionados por
la inseguridad
Por lo tanto, las funciones de los CM se deberán centrar,
entre otros aspectos, en los medios sociales y sectoriales, donde el sector
esté presente para reforzar las relaciones, imagen y proyección de la marca –
destino.
Pero a la hora de buscar las interacciones necesarias, el
Community Manager, CM, deberá de ampliar las conexiones y enlaces. Así, su
consabido y permanente rastreo, no solamente deberá remitirse a identificar
quién, cómo y cuando hablan los mercados sino que, teniéndolo en cuenta; deberá
de poner en marcha otras estrategias y tácticas para poder alcanzar los
objetivos previstos.
Estrategias de nuevo cuño, donde el tratamiento de la
información, turística y “no turística”,
deberá de formar parte consustancial de su labor diaria.
En este sentido, el CM ha de ser consciente que, la emisión
de hechos y noticias sobre la violencia e inseguridad que, recordemos se
propagan desde su propio entorno; le irán dotando a sus funciones de un abanico
más amplio de matices y componentes.
Una labor diaria, donde han de estar presentes sus clientes internos, “grupos de interés” de
diversa naturaleza a los que se invitará a que aporten su visión y opiniones.
Aportaciones que adelantamos serán muy costosas de recopilar, ya que el
tratamiento y uso de la información (negativa) varía según la procedencia y
naturaleza de sus diferentes interlocutores.
Por todo ello, los CM deberán de dotarse de grandes dosis de
empatía para formar “grupos de intereses” compactos y solidarios para con el
sector y sus objetivos.
Por lo tanto, el CM, deberá de gestionar una doble seguridad;
la vinculada a las redes sociales, donde la seguridad tecnológica está a la
orden del día. Nos referimos a las contraseñas, los cambios de las mismas, las
conexiones wifi, las diferentes privacidades, los apps, las crisis de
reputación on line, etc., etc.
Y esto último, ha de ser compatible con lo anteriormente
expuesto. Los Community Managers, CM, han de trabajar sobre los contenidos de
las noticias que, sobre la inseguridad turística surjan, crisis de reputación del
destino y, el reflejo que las mismas lleguen
a alcanzar en las redes sociales. En definitiva, se impone el continente y contenido en las funciones de los CM. Están en
juego la transparencia, la credibilidad y la competitividad de los destinos con
realidades difíciles de asimilar.
domingo, 8 de mayo de 2016
EL PAPEL DEL SECTOR PRIVADO EN LA SEGURIDAD DE LOS DESTINOS TURÍSTICOS
Cuando la actividad turística se
desarrolla con “total normalidad”, todos somos conscientes del papel que desempeña
el sector privado, generando empleo y riqueza, y lo que ello supone para la
buena percepción e imagen de los países y destinos.
Una actividad empresarial que basa
el desempeño de sus funciones y su competitividad, en la “normalidad” antes
señalada. Definir que es la normalidad y el estado idóneo de “lo normal” para
con la actividad turística, no es el motivo que me hace escribir este artículo.
Pero sí me gustaría vincular, la “normalidad” de los destinos turísticos a un
factor clave como es la seguridad.
Si analizamos al sector empresarial,
percibimos que está orientado a generar productos, servicios, vivencias y
experiencias dentro de unos parámetros, más o menos, preestablecidos.
La cuestión es, ¿qué ocurre
cuando la falta de seguridad real y/o percibida de los destinos comienza a influir
negativamente en las empresas e intereses del sector? Cuando esto ocurre, la
actividad empresarial se ve afectada aunque, se hagan ímprobos esfuerzos para
que no se note sus efectos.
En esta tesitura y desde el
sector, se comienza a desarrollar procesos y argumentos adicionales que tienen
como objetivo el seguir transmitiendo la idea de “total normalidad”, ya que la
normalidad es factor decisivo para que el turismo mantenga su estatus, su
productividad y la notoriedad alcanzada.
Y se ve afectado en mayor medida
que otros sectores productivos. A nadie se le escapa que la inseguridad incide
directa, indirecta y circunstancialmente en el sector turístico, por ser muy
sensible a cualquier alteración negativa que se dé en su entorno.
Por añadidura, puede que existan otros
sectores económicos que, por el contrario, no ven alterados sus procesos de
producción y comercialización, porque dicho escenario negativo, apenas influye
en sus respectivas “cadenas mecánicas” de producción.
Paralelamente, existen estamentos
e instituciones públicas que han de asumir el compromiso de garantizar la
seguridad ciudadana y por extensión, la seguridad en la actividad turística. Estamentos
e instituciones a los que acudir y reclamar la consabida normalidad –
seguridad, para que el sector pueda seguir desarrollando la actividad sin
contratiempo alguno.
Estamentos e instituciones que
desempeñan unos servicios públicos que dan cobertura, como no puede ser de otra
manera, al país y a sus ciudadanos, pero que cuando las demandas provienen de
esa población flotante que representan los turistas; aparecen ciertos
desajustes, una contrastada debilidad en sus estructuras y funciones y, en
muchos casos, la falta de todo servicio mínimo.
Si el sector, público y privado,
es consciente de esa falla, se ha de ir concienciando que el papel a desempeñar
ha de ser diferente al actual, y ello ha de conllevar, la inexcusable la
asunción de nuevos procesos, relaciones y compromisos.
A la responsabilidad propia de la
actividad, el sector ha de ir asumiendo otras funciones y cometidos que le
permitan tener presencia y control sobre espacios y entornos donde están
ubicadas sus empresas e intereses. Espacios donde residen las motivaciones y
argumentos de atracción para los turistas. Si los mismos tienen fallas que
inciden negativamente en la actividad, se ha de fomentar la intervención
especial sobre dichos espacios. El objetivo es claro, subsanar los hándicaps
existentes.
El reforzar la capacidad de
interlocución y de arbitraje, y hacerlo desde una visión radicalmente
transversal; permitirá al sector disponer de nuevos colaboradores y dotarse de una estabilidad y fortaleza nada
desdeñables.
En definitiva, los servicios
están orientados hacia el país y la ciudadanía, pero ese país y esos ciudadanos
están muy orgullosos de ser, por añadidura, un destino turístico. Esta doble
función, exige la revisión y la dotación del barniz turístico en determinados
servicios, tanto públicos como privados.
Considero que la visión inicial y
los primeros pasos han de partir del propio sector, público- privado. El resto
del país, no tiene porqué disponer de esta visión e interés sectorial…
Está en juego la exportación
turística y la proyección más seductora que los países pueden emitir de sí
mismos.
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