viernes, 18 de enero de 2019

LA SEGURIDAD TURÍSTICA EN EL AÑO 2018; PREVALECE LA VOLATILIDAD





La actividad turística está conformada por procesos donde su componente disperso, etéreo e intangible predomina más que en otras actividades productivas. Ello es debido a que bastantes de sus técnicas de producción son “difíciles de comprender” porque carecen de los procesos encadenados, visibles y mecanicistas tan propios de otros sectores.
A ello, se ha de unir que es un sector atomizado y coincidente en tiempo y especio con la vida preexistente de muchas países – destinos, por lo que definir donde finaliza el factor social y comienza el factor turístico y viceversa, se vuelve bastante complicado definir e intervenir en materia de seguridad. 
El componente etéreo de muchos de los procesos del turismo facilita que la volatilidad, lo impredecible, lo impalpable, el cuestionamiento de sus estructuras, la inacción, los bruscos cambios y la incertidumbre, lo efímero o gaseoso y lo sutil; se lleguen a convertir en sus referencias más perceptibles. Una volatilidad que bastantes veces se ve alimentada desde el propio sector. 

Un claro ejemplo lo tenemos cuando la mayor parte de los destinos se apresuran a encontrar atajos argumentales para restar gravedad a la inestabilidad con la que conviven, además de hacerlos “indispensables y a la medida de sus intereses”. Y es que las políticas turísticas llevan años acomodándose a una doble realidad; la de producción turística y su relación con la inseguridad. En ese contexto, y a través de iniciativas puramente testimoniales y comprensibles a la vez, se desarrollan inercias que intentan relegar la realidad violenta hasta hacerla invisible e irrelevante pero, por lo general, los resultados no son del todo satisfactorios. 
Ello se va traduciendo en que tanto la sociedad como el sector van a aprendiendo a convivir con la violencia e inseguridad, coincidiendo y esquivándola en mayor o menor medida, lo que sigue hablando de esa volatilidad sectorial. 
Otro aspecto reseñable de su volatilidad, se da cuando el sector aconseja a turistas y visitantes que tomen ciertas precauciones ante la inseguridad real o percibida en destino. Parece que se les informa de cómo comportarse y a no frecuentar determinados lugares. Pero por el contrario, se hacen escasos esfuerzos en buscar una solución sólida con aportaciones desde el sector contra esa violencia socio - turística. 
Así, raro es el caso en que el sector se implica o le permiten implicarse en la salida de “sus” crisis por falta de seguridad. Parece que el sector sigue sufriendo una falta de consideración dentro sus propias instituciones, lo que hace que siga imperando la comentada volatilidad. Además esa volatilidad sectorial se ve favorecida porque el tiempo, nuestro tiempo, se ha acelerado vertiginosamente. Así, y en situaciones de crisis e inseguridad, surgen las propuestas y las buenas intenciones pero, desgraciadamente se erosionan muy rápidamente y tienden a desaparecer. Y en esa volatilidad, se puede dar la paradoja que convivan la reivindicación más explícita con el estancamiento y la parálisis más profunda a la hora de tener que intervenir. 

En este escenario tan difuso y paralelamente, se ha de tener en cuenta que la crónica de la inseguridad socio -turística se ha de escribir con cierta distancia, no para restarle gravedad sino para que prime un contexto mucho más rico en matices, lo que permitiría participar e intervenir al sector con mayor consistencia e ir superando su consabida volatilidad. 
Un contexto donde sería aconsejable recuperar activos, herramientas, y métodos internos para evitar que la violencia extrema, la de menor rango, los disturbios, la inestabilidad diaria, etc., siga perjudicando al sector tan injustamente. 

Contexto y crónica que han de incidir en la credibilidad de los destinos. Y estos no se construyen en base a una reputación basada en lo que deseamos mostrar, sino que se impone “lo emocional y la autenticidad” de quien lo vive y lo experimenta, o sea; nuestros turistas y visitantes. Por lo tanto, dar por buena esa volatilidad sectorial con el objetivo de pasar desapercibido ante la inseguridad reinante; no nos favorece en absoluto.