lunes, 1 de mayo de 2023

(IN)SEGURIDAD COTIDIANA, EXPERTOS Y NO EXPERTOS.

 Cuando se trata de la promoción de la actividad turística y de su seguridad, normalmente dirigimos la mirada hacia las instituciones de rango superior, aunque sería aconsejable que tuviéramos en cuenta lo que ocurre habitualmente en nuestras calles y espacios ya que incide decisivamente en el contenido y credibilidad nacional.  

En este caso, deseo hacer referencia a la ira que han ido expresando los taxistas de Cancún y Quintana Roo ante la pérdida de un estatus que parecía muy consolidado. No es solo que hayan boicoteado los servicios de la nueva competencia, sino que han llegado a paralizar parte de la maquinaria turística quintanarroense.

Junto a este hecho puntual, siguen dándose todo un goteo de hechos delictivos, asaltos, secuestros, amenazas, etc., que exigen el mayor nivel de profesionalidad y adaptación porque condicionan gravemente a la sociedad y sector.  

Estos últimos, valoran la calidad de su seguridad al manejar unos matices que los responsables que la ejecutan tienen difícil acceso. Por ello, sería aconsejable escucharles, sobre todo cuando los resultados no son lo brillantes y unánimes que todos desean.

Qué duda cabe que el relato sobre la (in)seguridad se ha de focalizar en sus responsables, aunque pensando en la opinión de los que la sufren, situación que superaría la distancia entre expertos y no expertos, facilitando con ello un servicio de seguridad ya mucho más elástico.

En definitiva, sería aconsejable que los expertos no desacrediten los impulsos y arrebatos de la ciudadanía y sector, tomándolos como expresiones de ignorancia e histeria colectiva. 

La economía turística y la paz social son asuntos demasiados importantes que aconsejan desarrollar una seguridad básica y a la vez “a la carta”, teniendo en cuenta los diferentes tiempos, escenarios, funciones e intereses.   

Publicado en la revista Oveja Negra. Cancún, Quintana Roo, México

MECANISMOS DE DEFENSA Y SEGURIDAD FUTURA

Como profesional del sector, uno de los aspectos que más me llama la atención, es la dimensión que el término “mecanismos de defensa” puede alcanzar entre los destinos y agentes que conviven con realidades violentas e inseguras.

Entendiendo como “mecanismos de defensa” las actitudes que consciente e   inconscientemente practica nuestro “yo” para adaptarse y superar la angustia y ansiedad que nos produce la inseguridad existente.

Ante esa tesitura, vemos que nuestros mecanismos se activan sobre todo para solapar lo evidente, rememorando y ensalzando tiempos pasados, intentando superar el lastre que representan las “nuevas costumbres”, imaginando e idealizando lo que actualmente es difícil desarrollar, considerando como respuesta idónea el uso de mensajes llamativos y finalmente convirtiendo el “mal de muchos…” en nuestro recurrente consuelo.  

Son reacciones comprensibles, pero evitemos una excesiva resignación porque la actividad sigue emparedada entre una violencia y estructura institucional que le impiden disponer del servicio adecuado ante un escenario tan sensible. 

Por ello, considero necesario reinterpretar la situación, donde la seguridad turística deje de verse como un hecho insólito y hasta extravagante y así, tener más en cuenta las demandas de unos turistas con parámetros (superiores) diferentes a las que ofrece actualmente Quintana Roo.  

En este sentido, conviene recordar que México ha ido mejorando sus infraestructuras, equipamientos y servicios en gran medida por su apuesta por el sector. La dotación en base a objetivos interno-externos de autopistas, puertos, aeropuertos, el ferrocarril e inversiones extranjeras así lo atestiguan.

Con estos antecedentes, la seguridad socio - turística puede ser otro equipamiento a desarrollar integralmente. Sigue en juego la mayor competitividad y modernización del país – destino por no hablar de su credibilidad.   

Publicado en la revista Oveja Negra. Cancún, Quintana Roo, México

REALIDAD Y NUEVOS HORIZONTES

 Todos deseamos vivir en lugares tranquilos, donde se detenga la vida y donde el país - destino sea concebido como estable, mencionado como ideal y que escape del vértigo y las alteraciones traumáticas, para así disfrutarlo en reposo, calma y seguridad.

Pero la realidad es otra, y por ello se efectúan esfuerzos complementarios para mantener su estatus turístico dentro de los denominados “destinos de referencia” a nivel internacional.

Esfuerzos de dos tipos y que se repiten periódicamente. Así, se centra el foco en unos servicios policiales reforzados, pero todavía fuera de un contexto multidisciplinar. Además, se intenta contrarrestar la inseguridad con rápidos y coordinados movimientos de comunicación, propios de esos “destinos de referencia” pero que, aquí y sólo fortuitamente alcanzan los efectos deseados.  

Da la sensación que se siguen buscando soluciones simples a problemas complejos. Ejemplos como, “aquí no pasa nada grave” basado en unas cifras respetables, para de inmediato afirmar que “así no se puede continuar”; hablan de una inestabilidad manifiesta y de la falta de auténticas medidas correctoras.  

Por añadidura, evitemos que el sector, en su afán de identificar las claves de esa inseguridad, se centre a veces obstinadamente en la revisión de sus procesos y equipamientos internos. Rebobinemos, las claves siguen estando en su entorno y clima social. Por ello, y pese al diferente estrato que ocupan el turismo y la seguridad sería conveniente promover el mayor acercamiento posible.   

Quizás, sea el momento para su escrutinio al estar en juego la autoestima y autorrealización nacional, por ser el hedonismo - turismo una de las expresiones más validadas y reclamadas por mexicanos y visitantes. Tiempo de nuevos horizontes a ser posible apiñando agentes y puntos de vista valientes y heterogéneos.

 Publicado en la revista Oveja Negra. Cancún, Quintana Roo, México