
En el artículo anterior, centré mi exposición en la presencia de las compañías de seguros como efecto de las dudas,
crisis e incertidumbres que se generan desde algunos destinos turísticos.
En esta segunda pete, considero
oportuno incidir en la/s causa/s de la violencia e inseguridad y la relación
con dichas compañías de seguros.
Se recuerda que vivimos en un
mundo globalizado y mayormente capitalista, donde las nuevas tecnologías juegan
un papel decisivo, donde surgen nuevas servicios, demandas y necesidades, entre
ellas, los seguros de viajes, que se introducen en los mercados de consumo para
favorecer la toma de decisiones a la hora de los desplazamientos y estadías.
Y es que, existen realidades turísticas
que necesitan ser complementadas para mantener su posicionamiento entre los
mercados y clientes y con ello, facilitar la comercialización de sus productos
y servicios. Unos seguros de viaje, adquiridos adicionalmente por los turistas para
poder llegar a disfrutar de las bondades del destino elegido.
Cuando esto ocurre, se nos está informando que el desplazamiento
y el destino generan una serie de dudas,
interrogantes e hipotéticos peligros, en
este caso, en materia de seguridad turística, que posibilitan que haya lo que
denomino, el “efecto” en forma de cobertura
de un seguro.
Debemos de interiorizar que las compañías de seguros operan
y lo seguirán haciendo sobre los efectos y, con ello, podrán facilitar los
viajes y estancias, pero lo harán sobre una debilidad o mal endémico; en este
caso, las crisis y la inseguridad de los destinos y la escasa credibilidad que ello
genera entre los mercados.
Llegados a esa
punto, sería aconsejable que los responsables de los destinos profundizaran en
las “causas”, violencia, inseguridad, reales y percibidas, que se dan en dichos
escenarios
La/s causa/s de la violencia e inseguridad que no son tratadas
profundamente hacen que, entre otros aspectos, proliferen éste y otros tipos de
productos y servicios. En este sentido, los seguros de viaje se consolidan cuando el tipo de violencia e inseguridad tiene una dimensión media o “manejable”,
lo que convierte a esos destinos en terreno abonado para este
tipo de prestaciones.
Niveles de violencia e inseguridad medios o “manejables”,
normalmente muy asentadas en los destinos, que van condicionando su poder de
emprendimiento sectorial con la consiguiente repercusión externa que, sin llegar a alcanzar
el grado de notoriedad y explosividad máxima, va minando la percepción del país
y de sus atractivos.
Y es que el tratamiento de la causa sigue siendo la
asignatura pendiente…La causa no se toca o se toca en pequeñas dosis, la causa no
se menciona o se menciona puntualmente. Cuando es tomada como referencia
normalmente, es para dotar de argumentos y vida a los servicios antes citados.
Por el contrario, rara vez es tomada con la intención de
disolverla mediante actitudes entrelazadas de carácter preventivo y paliativo
cuando, todos somos conscientes que el nivel medio o “manejable” de la
violencia e inseguridad, puede llegar a desbordarse y poner en entredicho los
seguros y todo el conjunto de tácticas y estrategias, algo que ocurre más
habitualmente que lo deseado.
Desde mi punto de vista, la causa de la violencia exige de
un tratamiento más íntimo a la vez que reflexivo. Necesariamente menos
llamativo y, en gran medida, mucho más innovador, capaz de
aglutinar voluntades muy dispares que permitan a los destinos y a los mercados
superar las inquietudes e incertidumbre con la que siguen conviviendo porque,
aunque no lo admitan, siguen conviviendo con la inseguridad y violencia pese a
todos los esfuerzos que siguen realizando en contrarrestar los efectos.
Por lo tanto, el tratamiento de la causa o raíz de la violencia
e inseguridad social de un destino, y por extensión también turística, exige admitir
íntimamente las deficiencias socio turísticas, admitir que no nos gusta la
situación, que es un “guión heredado” que es necesario modificar.
La verdadera causa, la violencia e inseguridad existente
posibilita que, muchos responsables públicos y privados de esos destinos, sean capaces
de visualizar el escenario ideal en los que les gustaría desempeñar sus
funciones y cometidos. Ello supondría apostar por procesos y valores más
profundos con la finalidad de convertirse en paradigma social y turístico de
sus respectivos países y destinos.
Procesos y valores profundos que además de mejorar y superar
la situación de violencia e inseguridad, permitiría ampliar la actual gama de
productos y servicios, entre ellos, los relativos a los seguros de viaje y
derivados.
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