viernes, 29 de octubre de 2021

DESTINOS COMPETITIVOS; OFERTAS SUGERENTES & TRAVEL WORNINGs

Este grave momento nos ha demostrado que las estructuras gubernamentales se han visto superadas, por lo que no sería descabellado pensar que, su rápido fortalecimiento se convierta en la opción más sensata a la hora de superar esta u otras crisis. Por lo tanto, sería aconsejable que se fuera consolidando un “nuevo tiempo institucional”, con un mayor protagonismo en el devenir de la actividad turística. 
La pandemia ha incidido e incide en la salud de las personas y en el desarrollo del sector, lo que nos ha obligado a convivir en la más absoluta inmovilidad. Para recobrar la salud, competitividad y movilidad, sería aconsejable que se fijaran nuevas metas en materia de seguridad ya que, su falta ha incidido en los tres factores citados. Situación que nos ha vuelto más cautos, previsores y garantistas como gestores y consumidores finales. 
 En este sentido, cabe mencionar que ya ha habido una adaptación en seguridad por parte de las empresas, lo que ha supuesto la revisión y el aumento de sus correspondientes medidas. Todo con el objetivo de superar una crisis lo más rápido y armoniosamente posible. Como complemento y condición elemental de todo destino, vemos que internet está poblado de invitaciones a viajar, donde proliferan los conceptos superlativos para ser más likeados y pinchados. Se trata de propuestas muy cortas donde se maximizan tanto los mensajes como los sentimientos que se generen entre sus destinatarios. Para ello, abundan términos como “el mejor …”, “el más inhóspito…”, “el único…”, “los productos km 0, “naturaleza más exuberante …”, etc. Como en el caso anterior, en la proyección y comunicación los procesos de seguridad también están presentes, aunque eso sí, de manera bastante discreta. 

En suma, deseamos superar la crisis y para ello, idealizamos nuestros destinos y servicios, actitud totalmente comprensible, ya que estamos fomentado el ocio y la recreación en estado puro. Pero es posible, que en algunos casos existan claroscuros que enturbian esa placidez. 

Paralelamente, las recomendaciones, alertas y los denominados “travel worning” con su rol oficial e institucional son cada más demandados por unos (potenciales) turistas ávidos de una más detallada información. En este caso, se trata de un servicio que los países ofrecen a sus conciudadanos sobre las circunstancias con las que se pueden topar en el destino elegido y la posible incidencia en su seguridad integral. En este punto, deseo dejar constancia que su renovado protagonismo, no debe interpretarse como una “nueva actitud censora” hacia los destinos, sino que más bien surge por la dimensión de esta crisis y por la sensación de inseguridad que desde los mismos se ha ido propagando. 

En este sentido, hay veces que las alertas / travel wornings lleguen a señalarnos como destinos de dudosa reputación. Por añadidura, es posible que su información haya quedado obsoleta lo que nos estigmatiza injustamente. Pero todo ello, no nos exime de intentar alterar esas situaciones. 
A los redactores de dichas alertas, representantes de sus conciudadanos - nuestros turistas extranjeros, se les debe facilitar su labor, lo que supone un auténtico desafío en nuestra disposición a colaborar  en y desde los países – destinos, evitando a toda costa utilizar argumentos pueriles y de maquillaje. Por lo tanto, no desdeñemos a los agentes que nos recuerdan esos relatos incómodos más, en estos tiempos donde la información en materia de seguridad se convierte en un factor determinante de credibilidad. 

En definitiva, pensemos que trabajar en la seguridad de los destinos no representa ningún drama sino que, partiendo de un escenario positivo, debemos velar por nuestro cuidado y el de nuestros visitantes. El correspondiente trabajo sordo y discreto no tiene porque generar alarmismo alguno y si, además va acompañado de las instituciones afines, los resultados serán verdaderamente efectivos y manejables.

sábado, 16 de octubre de 2021

LA SEGURIDAD TURÍSTICA; TICs, ALGORITMOS, BIG DATA...



Nadie pone en duda que nuestras instituciones turísticas y de seguridad ven mejorados sus procesos cuando cuentan con el apoyo y utilización de las nuevas tecnologías, algoritmos, big data, etc. Y es que, como la mayoría de sectores, la seguridad en el turismo se ve forzado a relacionarse con subsectores tan diversos como los que conforman la seguridad general de los países más, otros de diferente naturaleza.

En ese sentido, sería conveniente informar que, el turismo y su seguridad parten de una no – relación y de un notable descreimiento porque, la distribución de responsabilidades socio políticas son difíciles de alterar, con un claro perjuicio para el sector turístico. Y en este punto, permítanme hacer un inciso; me resisto a pensar que esa no - relación y descreimiento se deban a desavenencias con el sector, sino que más bien se ha ido asentado una concepción secundaria sobre su certidumbre y desarrollo.

Partimos pues, de unas relaciones complejas, de una capacidad de interlocución - no interlocución y de un momento bastante enmarañado. Y en este escenario, sería aconsejable que las políticas genuinamente turísticas y de seguridad partieran de sus propias entrañas, de sus promotores más interesados.

Como interesados e implicados en la materia, pensemos que las TICs y los algoritmos nos permiten alcanzar metas turísticas y de seguridad preestablecidas, pero que no sean solamente ellos quienes deban decidir y determinar cuáles han de ser esas metas. Por lo tanto, evitemos la tentación descargar sobre sus espaldas la responsabilidad inicial de nuestra seguridad.

Y es que, implantar una novedosa política de seguridad turística exige poner en marcha procedimientos de aprendizaje colectivo para llegar a acuerdos entre diferentes, donde su gobernanza, ha de ser capaz de disponer de la unidad necesaria respetando al mismo tiempo la diversidad institucional de sus miembros, con un claro objetivo; el ir superando ciertos vetos, la división de tareas preexistentes y la dificultad para participar que todo ello conlleva.

Me refiero a miembros e instituciones que desempeñan sus funciones con total pericia, pero se tienen problemas para implicarlos en la requerida seguridad turística. De ahí, el objetivo inicial de superar “la incompatibilidad” entre la seguridad establecida y la seguridad turística añadida y necesaria.

Y es que, hemos de ser conscientes que la seguridad existente está pensada para resolver situaciones aisladas y perfectamente definidas, pero que se ven superadas cuando la inseguridad se vuelve enrevesada como es el caso de la seguridad en el sector. Es lo que tiene ser un país que, sin dejar de serlo, también es un destino turístico.

Teniendo en cuenta estos y otros factores y escenarios, es probable que inicialmente las TICs, big datas, algoritmos, etc., carezcan de los formatos requeridos, pero hemos de ser conscientes que, con su participación, se pueden mejorar los sistemas y tiempos de todo proyecto de seguridad. Desde una mutua confianza, se irían definiendo los participantes estratégicos, las mediciones avanzadas, los manejos de flujos y localizaciones y las diferentes formas de intervención sobre la inseguridad en destinos, sector y turistas. Hecho que obligaría a disponer urgente y estratégicamente de auténticos “intérpretes e intermediarios” entre ambas esferas. 

Se trataría pues, de acceder a mejoras que incidirán directamente en la calidad de vida de los países - destinos, y así poder trabajar con las mínimas taras posibles.    

En definitiva, somos uno de los sectores que mejor se ha adaptado a las nuevas tecnologías en su faceta de producto, comunicación, proyección, comercialización, imagen, etc. Pero para que el sector sea más competitivo, parece que los nuevos protocolos de seguridad han de estar cada vez más presentes. Cuestión de credibilidad, algo que reclama permanentemente nuestra atención.  

martes, 5 de octubre de 2021

DESTINOS SOSTENIBLES POR EL FACTOR DE LA SEGURIDAD.

Esta pandemia ha dejado una profunda huella en el sector, tanto en su componente visual y externo como en el interno, en su sala de máquinas, con unos agentes que vuelven a desarrollar procesos de adaptación y recuperación, tanto desde el punto de vista de los destinos como de los turistas y visitantes. Un sector que ha visto como su actividad se ha reducido a la mínima expresión y con ello, y valga la paradoja, sus habituales parámetros de violencia e inseguridad se han visto encubiertos por esa inseguridad de rango superior que ha significado el Covid 19. Superada la pandemia, es muy probable que reaparezcan las inseguridades socio – turísticas preexistentes, lo que aconseja que, junto a la gestión estandarizada, también se deban de hacer frente a las “olvidadas” situaciones de violencia e inseguridad. Y esto viene dado por un hecho totalmente trascendental. La de unos ciudadanos y turistas que debido a esta pandemia se han ido dotando de un “chip” donde sus demandas en materia de seguridad se van incrementando de manera exponencial. Demandas que se van a ver reflejadas en su comportamiento y relaciones, en sus lugares de residencia, empresas y destinos elegidos. Por ello, ¿cómo establecer una “nueva lógica sectorial” que sea capaz de adecuarse a los nuevos requerimientos de ciudadanos y turistas? Y es que, la reactivación del turismo no ha de basarse en una mera reposición del pasado, sino que ha de tener en cuenta que, la nueva trama turística y de los servicios se ha vuelto mucho más compleja y plural, lo que exige el establecimiento de nuevas metas y compromisos. Como ha quedado demostrado, la seguridad existente en nuestros destinos, empresas e instituciones, es un elemento decisivo para la competitividad y sostenibilidad de las mismas. En este sentido, la mayoría de los estudios y opiniones, perciben un escenario de mayor relación entre el turismo y la sostenibilidad, eso sí, a ser posible lo más adaptado a sus respectivas demandas y características. Si se profundiza, se percibe que el sector necesita de una seguridad añadida, por un lado, la de sus empresas y servicios, además de la de sus respectivos entornos y países, lo que hace que consumamos y dependamos de una doble seguridad, algo no tan evidente en otros sectores productivos. Llegados a este punto, sería conveniente que reflexionáramos sobre nuestra particular sostenibilidad - seguridad ya que, desde siempre, los destinos más inseguros son los más insostenibles, con turistas que en muchos casos ni llegan a los destinos y si lo hacen, es en menor cuantía y con serias dificultades. Por lo tanto, que la vida en los destinos transcurra con cierta despreocupación y sostenibilidad es posible únicamente cuando hay seguridad. Algo que no surge y se mantiene de manera espontánea y donde en muchas ocasiones el sector, tiene dudas de manifestarse por la sensación de alarmismo que se puede generar. En suma, garantizar la seguridad de los países - destinos ha de ser el resultado de un firme compromiso, con procedimientos de control adecuados y con una ciudadanía, sector y turistas que se van a convertir en jueces más estrictos ante los diferentes proveedores de la seguridad integral que se necesita. Finalmente, admitamos que todos somos apóstoles incondicionales de un futuro turístico seguro y sostenible, pero por la implicación que conlleva, sería aconsejable que nadie se sintiera cómodo y satisfecho. Hemos de dar pasos hacia una incomodidad creativa que sin romper lo establecido, profundice en nuevos procesos. Y perdonen mi reiteración, pero el chip que portamos como ciudadanos y turistas va a estar cada vez más presente...