lunes, 31 de enero de 2011

Egipto, un destino con problemas de seguridad turística

Los acontecimientos que están ocurriendo en Egipto están dañando profundamente su actividad turística, un sector clave en la economía nacional que genera uno de cada ocho empleos existentes en el país. Pensemos que Egipto, como país y por extensión como destino turístico, se está viendo condicionado por una serie de problemas internos de carácter social y político. Hechos que nada tienen que ver con la actividad turística pero que alteran el grado de desarrollo y competitividad de la misma.

Ello se debe a que el clima social existente se ha visto modificado y a que dicho cambio está incidiendo negativamente en los intereses turísticos egipcios, y por supuesto, en sus visitantes y turistas. A eso hay que añadir la alteración en la imagen y percepción del país–destino en el exterior, ahora mucho más sensible, inestable y negativa. Por otro lado, entre los profesionales de todo sector turístico que se precie, existe una formación y una preparación orientada a favorecer la acogida y la hospitalidad de todo visitante y turista.

Cuando ocurre un hecho negativo de esta envergadura, percibimos que los turistas y visitantes demandan un mayor grado de seguridad y/o la inmediata salida o evacuación hacia sus lugares de procedencia por una cuestión de mera supervivencia. En esos momentos críticos, deben seguir imperando las demandas de nuestros clientes, aunque se conviertan en la antítesis de nuestros objetivos empresariales, profesionales y de destino.

En el fondo estamos hablando de una realidad social que está condicionando la actividad turística nacional, generando en ella experiencias negativas, irrecuperables e irreversibles. En estos momentos y con carácter prioritario, toca incorporar procesos que faciliten la seguridad de los turistas en Egipto y que pasen a un segundo plano los intereses economicistas que puedan anidar entre sus instituciones, profesionales, intereses y sector empresarial.

Este problema no sólo afecta a las instituciones nacionales, sino también al cuerpo diplomático existente en El Cairo. Por todo ello, una relación más fluida entre la actividad turística, la seguridad nacional y el cuerpo diplomático por un lado, y los turistas y visitantes por otro, mejorarán los servicios que se prestan en estos momentos críticos.

Noticia en BBC Mundo

Noticia en El Nuevo Diario

Noticia en Pueblo en Línea

jueves, 27 de enero de 2011

¿Es discriminatoria la seguridad turística en relación a la seguridad civil?

En muchos casos nos surgen dudas acerca de qué postura hemos de tomar con respecto a la seguridad turística. Algunos destinos consideran que las estructuras de seguridad existentes son suficientes para dar respuestas a las demandas de sus turistas y visitantes. En otros, se han creado estructuras específicas de seguridad turística, normalmente policiales y de información preventiva par poder ofrecer esos mismos servicios. En ambos casos se puede afirmar que la actividad turística dispone de un servicio orientado a garantizar la seguridad de sus productos y servicios, y por supuesto, de sus turistas y visitantes (no entro a analizar si son suficientes o insuficientes).

Ello puede dar lugar a que determinadas personas, colectivos y entidades perciban la seguridad turística como un privilegio dirigido a garantizar la seguridad de unas pocas personas, turistas y visitantes, mientras el país y sus ciudadanos pueden carecer de ella. Debido a ello, puede que surjan ciertos agravios comparativos y una cierta sensación de discriminación.

En este sentido, aconsejo tener en cuenta los siguientes puntos de vista:

a) El sector turístico es netamente exportador, lo que exige que el país, sin dejar de serlo, se convierta en un espacio de generación y exportación de servicios.

b) Como cualquier otro sector exportador, ese mismo país o destino, ha de incorporar procesos adicionales para poder encajar con las exigencias y demandas de los mercados externos. Se debe garantizar una calidad de la exportación.

c) En ese contexto, la seguridad turística ha de ser percibida como uno de los procesos que son exigidos como parte de la exportación turística de calidad.

d) A su vez, esta exportación turística requiere un tratamiento humano y humanitario directo e inmediato, ya que los turistas son personas y como tales, debemos garantizarles seguridad y calidad en destino.

e) Por lo tanto, la seguridad turística fomenta la exportación de productos y vivencias, y a su vez cumple una labor humana o humanitaria clara y diáfana.

Estas mejoras en seguridad, deben poder ser extrapolables y redundar en la mejora de los servicios sociales y policiales de que dispone el conjunto de los ciudadanos del destino. Con ello, se nos abre un nuevo escenario en el que la actividad turística, sobre algunos de los servicios que son utilizados por el sector, se convierte en factor - motor de desarrollo del conjunto de infraestructuras, equipamientos y servicios locales, evitando así el que exista una percepción discriminatoria, desde la población autóctona, y sus turistas y visitantes.

lunes, 3 de enero de 2011

La necesidad de seguridad entre las prioridades del turista

Las necesidades del turista se articulan con una jerarquía similar a la propuesta por el psicólogo Abraham Maslow en la famosa Pirámide bautizada con su apellido, descrita en la obra de 1943 A Theory Of Human Motivation (Una teoría sobre la motivación humana). El turista necesita satisfacer una serie de prioridades fisiológicas y de seguridad que se encuentran en la base. Una vez satisfechas, dejan paso a un segundo tipo de factores como la pertenencia, el reconocimiento, la curiosidad intelectual, el hedonismo o la interacción afectiva con los acompañantes y con el entorno cultural que se visita.


En la mayoría de los casos, tanto los agentes turísticos como los turistas, consideramos que las necesidades básicas y de seguridad se encuentran suficientemente cubiertas. Ello conduce a que, en gran medida, nuestra labor profesional y/o nuestras demandas turísticas, vayan orientadas a ofrecer y/o exigir una oferta turística basada en la satisfacción y enriquecimiento de los factores de la segunda clase.

Pero recordemos que si la seguridad turística no está garantizada, la atención y las demandas de los turistas y viajeros se reducirán y se dirigirán hacia unos procesos y estamentos que les garanticen dicha seguridad. El conjunto de la oferta, recursos y productos diseñados para atraerles pasará a un segundo plano, ya que la capacidad de centrarse en los mismos se habrá vuelto escasamente determinante.

Por añadidura, esa falta de garantía de seguridad se volverá noticiosa, ya que la condición humana siente una fascinación por lo negativo y lo catastrófico. Esto es debido a que en el fondo subyace entre nosotros el intento de aprender de esas experiencias ajenas para evitar vernos en un apuro similar.

A su vez, todo ello generará una percepción negativa de nuestro destino y su oferta turística, creándose un círculo vicioso que convendría desactivar. En determinadas ocasiones la existencia de realidades inseguras no representa una amenaza para la inmensa mayoría de los turistas potenciales, pero llaman poderosamente la atención y dejan una impronta en nuestra mente que en nada favorece la actividad turística.