viernes, 25 de febrero de 2011

La parecida incidencia de la inseguridad turística en los destinos

En los últimos escritos nos hemos referido a la incidencia negativa que ciertos escenarios de tensión, violencia e inseguridad han tenido sobre los destinos y sus intereses turísticos. Nos referimos a situaciones que se han dado en Egipto, en algunos países del Magreb o en México, entre otros.

En todos ellos, el sector y los agentes turísticos han adoptado unas actitudes y comportamientos muy parecidos, siempre a remolque de los acontecimientos. Se han caracterizado por reaccionar ante los hechos y por disponer de una escasa capacidad de interlocución ante los mismos. Esto acarrea una clara pérdida y disminución cualitativa y cuantitativa en casi todas las facetas del sector turístico: en promoción, percepción, reputación, comercialización y venta, inversiones, empleo, competitividad, etc.

Aparecen además actitudes de huida; muchos destinos deben formarse en facilitar la salida o huida de los turistas y visitantes, cuando todos hemos sido formados para recibirlos y ser hospitalarios con ellos. Por otro lado, se aprecia en la mayor parte de los agentes y responsables turísticos claros síntomas de desmoralización ante situaciones que les superan y ante las cuales no disponemos de los instrumentos y herramientas necesarias.

Asimismo, y para intentar contrarrestar los efectos de estas situaciones negativas tendemos a autojustificarnos en exceso como destinos turísticos, con el objetivo de mitigar las consecuencias para la actividad turística. Esto provoca que tanto las empresas como las instituciones se encuentren muy condicionadas y presionadas, perdiendo con ello las referencias que siempre han de estar presentes en toda gestión integral de destino.

La raíz de los hechos negativos es diferente en cada caso, pero la reacción y las actitudes frente a este tipo de situaciones por parte de los agentes turísticos es muy similar, salvo matices muy concretos. Todos pertenecemos a un sector que nos une, y a unos turistas y visitantes que nos hacen actuar de manera muy pareja.

jueves, 17 de febrero de 2011

La fragilidad del destino turístico: Egipto

Como ya relatamos en el escrito anterior, los últimos acontecimientos vividos en Egipto han alterado sus propiedades como destino turístico. Esta alteración ha venido motivada por factores sociales y políticos, y sin desearlo ha afectado a la actividad turística de manera directa, indirecta y circunstancial. Los flujos de turistas se han visto reducidos bruscamente provocando un efecto negativo sobre la economía, el empleo y la exportación terciaria del país. Esta situación nos recuerda la fragilidad y alta dependencia del sector turístico ante cualquier tipo de contingencia y de cambio.


Ante este tipo de situaciones sería aconsejable que los responsables turísticos, tanto públicos como privados, fueran adquiriendo mayor capacidad de interlocución y de protagonismo, y tomaran posturas muchos más proactivas, de liderazgo y de desarrollo de relaciones atípicas y estratégicas. Con ello se superarían posturas muy propias del sector, en la mayoría de los casos reactivas y preventivas, que nos dejan a merced de unos acontecimientos que no somos capaces de controlar y en una situación de total vulnerabilidad.

El sector utiliza una serie de relaciones basada en un tipo de proveedores, de agentes y recursos muy previsibles y asentados en el tiempo. Los mismos son suficientes en épocas y situaciones de normalidad, pero cuando un destino se altera o se vuelve inestable se debe incrementar la cantidad y calidad de dichos proveedores o nuevos colaboradores. Si no lo hacemos seguiremos a merced de los acontecimientos y poniendo en práctica posturas muy voluntaristas, a remolque de los acontecimientos, y con una escasa efectividad para los intereses del sector turístico al que pertenecemos.

En definitiva, para que Egipto o cualquier otro destino turístico dispongan de una mayor credibilidad y reputación turística, se han de tomar caminos y procesos poco convencionales, turísticos y no turísticos, y no abandonarlos hasta que los mercados/turistas así lo perciban. Poner en marcha procesos no convencionales hubiera ayudado a los agentes e intereses turísticos egipcios a buscar salidas menos traumáticas que las que han puesto en práctica.