En el número anterior escribía sobre la necesidad de buscar antídotos a través del desarrollo de propuestas imaginativas ya que la inseguridad sigue condicionando a sociedad y sector turístico.
Es tal la limitación que, entre
otras acciones, se ven obligados a desplegar una “vigilancia diaria” sobre sus entornos,
calles y situaciones por las dudas e inestabilidad existentes y donde todos y
todo tiene cada vez más difícil encaje.
Como antídoto, propongo el
desarrollo de una “seguridad deliberativa” sobre la poliédrica realidad
quintanarroense para poder acceder a un modelo normativo y de intervención con
propuestas y decisiones mucho más interdependientes y todo, desde el
intercambio de muy diversos pareceres, sin prejuicios ni apasionamiento alguno.
Al estar convencido que existen
personas y líderes con talante y talento, abiertos, minuciosos, que conocen de
sobra la realidad y son capaces de evaluarla e intentar resolverla; sería conveniente
desarrollar esa deliberación en base a ideas que privilegien la utilidad (utilidad
con mayúsculas) de las acciones y políticas para recuperar una seguridad –
credibilidad lo más amplia y consolidada posible.
Y es que, Q. Roo no puede
funcionar sin unas infraestructuras, estrategias y servicios adecuados además
de dar la sensación que todos ellos, son de difícil acceso, disposición y
mantenimiento. Existe pues la necesidad de responder colectiva y eficazmente
ante un equilibrio bastante inestable y con riesgo permanente de ruptura lo que
puede llegar a desestabilizar, más si cabe, su actual y futuro estatus como estado
y destino.
En definitiva, viendo la
dificultad y lejanía que supone incidir e incrementar las relaciones público –
privadas mínimamente funcionales, “no se pierde nada” por intentar organizarlas.
Que impere la generosidad, humildad y apertura de miras.
Articulo publicado por la Revista Oveja Negra de Cancún México
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