Todos somos conscientes que gestionar la (in)seguridad es una tarea complicada por las condiciones en las que se desarrolla, la excitación con la que es analizada y el proceder de los que la ejecutan, aspectos que están diariamente en boca de todos.
Ante ello, están surgiendo iniciativas
singulares como que los ingresos por entrada de turistas comiencen a ser
gestionados por militares mediante una nueva “contabilidad institucional” que, en
principio, no garantiza salida de crisis alguna. Eso sí, interpreto que institucionalmente
se va asumiendo que el turismo requiere de una “seguridad especial” hecho que
no es baladí pero todavía sigue siendo totalmente insuficiente.
Reflexionemos, ¿estamos seguros
que no hay posibilidad de desarrollar una seguridad más cercana y lógica en
términos sociales y sectoriales? Y es que, si se siguen con las meras actuaciones
policial – militares, se irán consolidando realidades reactivas con pérdidas
económicas y de valores.
Toca pues recuperar la excelencia
de empresas y entornos, lo que supone un cambio radical en la visión
corporativa y en los métodos de gestión. Como primer paso, reconozcamos que la
crisis de la calle forma parte de la crisis de nuestras compañías. A partir de
ahí recapacitemos sobre el posicionamiento futuro como sector.
Sí, sí, sabemos que la seguridad
gubernamental transita entre reacciones inesperadas y unidireccionales ante
ello, el sector se ha de convertir en antídoto con argumentos que refuercen su
posición y capacidad de convicción ante dichas posturas. Debemos ir asumiendo “compromisos
sorprendentes” para arrancar compromisos de mayor calado. Y es que la calle, exige
propuestas imaginativas con el mayor engarce posible entre la realidad y el
actual desempeño de las funciones de seguridad. Nos sorprenderíamos del alcance
de nuestras propuestas. Cuestión de necesidad y calculada osadía.
Articulo publicado en la Revista Oveja Negra de Cancún México
No hay comentarios:
Publicar un comentario