La seguridad manejada con las habituales formas e instituciones está cada vez más en entredicho al ser un asunto que “compete a todos”. Y es que, si esa seguridad o la falta de ella no tuviera los efectos conocidos, sus responsables podrían seguir contando con una “cierta indulgencia” pero teniendo en cuenta su gravedad, se precisa de un servicio que transite desde su particular modus operandi hacia un mayor compromiso y resultados sociales.
De ahí que fuera recomendable
corregir el alejamiento social y sectorial de una seguridad incontestable y con
serias dificultades para definir su papel en Quintana Roo.
Por añadidura, sería conveniente
recordar que turismo y seguridad parten de diferentes estratos y mutuo descreimiento
por lo que el gran reto continúa estando en la integración de procesos que, sorteando
toda posible “popularización” permitan ir modificando el modelo de intervención
existente.
Por ello, parece oportuno el
desarrollo de una gobernanza basada en nuevas conectividades donde la cuestión
inquietante es como se resuelve la conexión entre una actividad forjada en base
a una violencia diaria y su vínculo con otros colaboradores, sin que ello ponga
en riesgo objetivos predefinidos y las enormes ventajas de un futuro escenario
estratégicamente interconectado.
En este contexto, impulsemos el acercamiento
interno entre vecinos para dotarnos de mayor apoyo e ir compartiendo esas preocupaciones
que tanto atormentan. Incorporación de “ese otro” con una influencia y fuerza insospechadas
que también operan en nuestro entorno, con las mismas necesidades de seguridad,
pero con diferentes puntos de vista y matices algo realmente enriquecedor.
En definitiva, creo que sigue
pendiente un plus interpretativo para acceder a los objetivos que se dicen
perseguir en y para el Estado. Y es que definidos compromisos y contenidos, las
nuevas conectividades facilitarían esa necesaria fluidez relacional.
Artículo publicado en la Revista Oveja Negra de Cancún México
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