Nuestra querida Mariana, me invitó a que escribiera un artículo mensual sobre un tema tan palpitante como la (in)seguridad, aspecto que lleva instalado bastante tiempo en el sustrato social y sectorial de Quintana Roo.
Estado con un patrimonio,
fauna, flora, legado histórico, sus gentes, sus modernos equipamientos, con
cinco décadas generando riqueza y unas cifras que así lo acreditan; lo que hace
difícil imaginar que la inseguridad y violencia van a ser capaces de doblegar
todo este inmenso deleite.
Partiendo de ello, intento evitar
que mis escritos se conviertan en meras piezas técnicas y bucólicas, que
escribo sobre seguridad porque puntual y reiteradamente se carece de ella, con
sus contradicciones y oscilaciones en los estados de ánimo.
Deseo reflejar, que nos
declaramos vulnerables pero hasta cierto punto, que al orgullo e interés local le
cuesta admitir que le acompaña la inseguridad para de inmediato clamar por su
incidencia, que las burbujas de confort generan cada vez más dudas y por lo
tanto exigen más garantías, que el entorno turístico va a tener más influencia
sobre las zonas perimetrales y viceversa, que la inseguridad hace que se “deban
retorcer” ciertos servicios, que el “cómo nos ven” inquieta, que el papel
social y turístico hace que la seguridad se vuelva decisiva para los intereses
generales…
A través de ello, intento ir
analizando actitudes y comportamientos en escenarios de riesgo y presión para
aportar mi granito de arena al futuro inmediato de Quintana Roo para que así, disponga
de una mayor solidez y capacidad de respuesta ante demandas cada vez más
complejas y exigentes y no solamente las vinculadas a la seguridad.
En definitiva, parece aconsejable
seguir realizando esfuerzos “atípicos y añadidos”. Todo ello, me permite
afirmar que son ustedes unos auténticos profesionales, con una gran
adaptabilidad y rabiosamente humanos.
Gracias por permitir que les acompañe.
Artículo publicado en la Revista Oveja Negra de Cancún México