Es de justicia reconocer los esfuerzos que, en materia de seguridad, se están realizando por la rápida recuperación turística además de velar por una ciudadanía que se está viendo sometida a una fuerte presión física y emocional. Pero probablemente, sigan siendo esfuerzos escasamente vertebrados que, desgraciadamente, puedan serlo mucho más, si se siguen basando en enfoques puramente continuistas.
Y es que, está probado que la
complejidad del hecho turístico y su seguridad generan perplejidad y
desconcierto que, junto a una visión subjetividad de la realidad, se convierte
en un galimatías que, más que ayudar, llega a desorientar al sector y a las posibles
soluciones.
Ante ello, considero que el
desarrollo de una “confianza razonada” puede ayudar a superarla. Confianza que acerque
mundos tan dispares como la gestión policial - judicial de la seguridad con la
singularidad y necesidades propias del sector y viceversa. Es seguro que surjan
espacios de conocimiento y desconocimiento mutuos pero enriquecedores ya que la
tendencia es que se deban de ir gestionando factores hasta ahora insospechados.
Por lo tanto, llega el momento de
ir incorporando vías escasamente convencionales hasta que formen parte del
quehacer diario de Q. Roo. Se impone pues, la calma y la abstracción para identificar
el nuevo marco o contexto de seguridad socio – turístico.
Y es que, los turistas desean tener la certeza de que disponen una estructura o servicio que les garantice su seguridad integral. Como el caso de los autos, desean que la oferta de Q. Roo incluya su seguridad como un “equipamiento de serie”. Teniendo en cuenta este objetivo finalista, todo se volverá más fluido y comprensible con una calidad de vida y reputación que tenderán a mejorar sustancialmente…
Iñaki Garmendia Esnal
Articulo publicado en la revista Oveja Negra. Cancún. Quintana Roo. México
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