Leo en la prensa que la
policía de Cataluña ha alertado, a los turistas y visitantes de Barcelona,
sobre las carencias que tienen en su quehacer diario y que debido a ello, no
pueden garantizarles la seguridad deseada. Una reivindicación que, en
principio, nadie discute que sea legítima y que pueda llegar a ser beneficiosa
para la seguridad de los turistas y de la propia ciudadanía.
Pero qué duda cabe que, existe
una clara premeditación al dirigirse expresamente al colectivo de turistas, ya
que son conscientes que tendrá una “mayor visibilidad”. Me
recuerdan a las huelgas de los controladores y pilotos aéreos, donde los
turistas y visitantes se convierten en “correa de transmisión” de algo ajeno a
sus voluntades, lo que les genera preocupación, incomodidad y cierta
resignación. Una noticia sobre esta alerta policial que
permítanme, deseo contextualizarla en un escenario y tiempo más amplio.
Así, el 28 de agosto del año
2017, colgué en este mismo blog, un artículo denominado “Y ahora Barcelona…”, que hacía referencia al gravísimo acto
terrorista que se dio por aquellas fechas y la
incidencia negativa que tuvo para
la ciudad. Entre otros párrafos, deseo destacar uno que hacía referencia a no
dar por suficiente la rápida recuperación estética y urbana ya que ello…
“Supondría
volver a convivir con las dosis de inseguridad e incertidumbre previas a este
acto terrorista que, también minaban y debilitaban su estructura de recepción
de turistas y visitantes”.
Parece que aquella “inseguridad previa” ha
seguido existiendo después del macabro atentado, lo que ha supuesto que la
credibilidad de Barcelona siga estando en entredicho entre algunos mercados,
nichos y demandas.
Y es que según se informa, los turistas además
de ser objeto y/o generadores de hurtos, robos y demás hechos delictivos, llegan a ser increpados en este
caso, por unas alertas y por unas demandas laborales. Si a ello le unimos que, es
la propia policía quien emite mensajes de debilidad y falta de calidad en el servicio;
habrá que pensar que el servicio de seguridad es sustancialmente mejorable.
Pero que nadie piense que una
estricta mejora del mismo será suficiente para el avance de la seguridad de
Barcelona como ciudad y como destino turístico. En este sentido, les descargo
otro apartado de aquel mismo artículo…
“El
tratar de mejorar un único servicio, por ejemplo, el de la seguridad policial y
el de implantar determinado mobiliario urbano, aunque sea trascendental en
estos momentos críticos; no será suficiente para la recuperación de sus
intereses turísticos”
Haciendo un inciso, si esas
protestas permiten alcanzar una mejora en el servicio policial, todos deberemos
felicitarnos pero, seguirá siendo un servicio inconcluso si no va entrelazado a
otros, que han de ser previamente identificados.
Si ese encadenamiento
estratégico de servicios no existe y por añadidura, se considera que los
servicios orientados a la ciudadanía son suficientes para dar respuesta al
sector y a los turistas en momentos de crisis; la actividad y su repercusión en
el exterior seguirán resintiéndose.
Si al mismo tiempo, resurge
una violencia callejera que altera, más aún, el clima social y su realidad urbana
y de destino; sería aconsejable que se manejara de inmediato y discretamente “procesos
especiales de crisis” de claro barniz turístico y de servicios.
Donde los “momentos de la
verdad” supongan actividad turística complementaria a los que se vayan dando en
materia de seguridad policial y con ello, no me quiero referir a actuaciones
específicas de comunicación y de marketing, sino algo más...
En el fondo, todos se están
viendo afectados, los barceloneses y su “proceso de producción turística y de
servicios” lo que exige el desarrollo de una gestión integral y a “doble cara”,
realmente a “doble cara”, en un espacio Barcelona, donde conviven ciudadanos y turistas.
En este sentido, una policía ciudadana y turística perfectamente instruida se
vuelve indispensable pero por favor y lo reitero, acompañada de todo un cúmulo
de servicios añadidos. Las necesidades dispersas y atomizadas de los
barceloneses y visitantes, así lo están exigiendo diariamente.