Como he hecho referencia en otras ocasiones, las administraciones están creadas de forma vertical y teniendo muy definidas sus funciones y cometidos. En ese escenario, el sector turístico ha estado postergado porque su propia naturaleza atomizada y transversal, sigue sin ser comprendido generando con ello, cierto incomodo y vacilación entre el resto de las áreas públicas.
A ello se ha de añadir que, las
estructuras públicas se está viendo superadas por las nuevas tecnologías que
tienden a la desubicación, descentralización y a fomentar las relaciones
horizontales y en red. Esta particularidad, horizontal y en red, se asemeja a
las características de nuestro sector, lo
que explica su rápida adaptación a estas nuevas herramientas.
Ello ha dado paso a una cierta exaltación aventurando con ello
escenarios futuros factibles y positivos. Y además, las nuevas tecnologías podrían venir a zanjar la perenne debilidad de la mayoría de las instituciones turísticas.
Ya más en concreto, las redes
sociales han supuesto un vuelco en el tratamiento de las actividades de
proyección y de marketing turísticos, lo que ha permitido a muchos destinos
alcanzar un grado de notoriedad muy a tener en cuenta.
Pero paralelamente tanto avance y
éxito, hace que surja una pérdida y/o alteración
sobre los procesos técnicos ya que las redes imponen unos métodos y comportamientos
indiscutibles y que todavía no se reconocen como los más fiables y adecuados. Para alcanzar una
mayor familiarización, estaría bien que ciertos mecanismos se incorporen, pero
siempre desde la óptica que “las nuevas tecnologías están a servicio del sector
y de sus instituciones” y no en sentido contrario.
Además, cuando se ha gestionar la
inseguridad y la violencia en los destinos, las nuevas tecnologías son vistas
con cierta distancia porque pueden tener la facultad de “entrometerse y proyectar”
realidades y escenarios poco recomendables. Ese temor sobre el tratamiento y reflejo
de la inseguridad en las redes, hace
que entre los responsables aniden dos posturas muy diferenciadas; por un lado,
el inmovilismo como mal menor y por otro, el refuerzo de las acciones de
proyección de los destinos desde una “posición de total normalidad y
competitividad” intentando con ello, solapar ciertas realidades y carencias.
Pero la sola utilización de las redes
para acciones de promoción y de marketing, no es suficiente a la hora de
solucionar al problema de la seguridad social y turística. Y es
que, para los destinos que conviven con situaciones de violencia,
estas acciones no suponen más que dotarse de un maquillaje puntual y
momentáneamente favorecedor.
En este sentido, deseo reiterar que
la esencia de las redes sociales está basada en la horizontalidad, en compartir
conocimiento y responsabilidades, en la interconexión entre distantes y
diferentes y en la inmediatez en las respuestas; factores todos ellos clave
para el manejo de la seguridad de cualquier destino turístico.
Por lo tanto, las nuevas tecnologías pueden desarrollar todavía procesos mucho más valiosos y novedosos. Así, la inseguridad hace que los destinos vivan
atemorizados por la realidad y su proyección en las redes, pero como
contrapartida; la utilización estratégica de esas mismas redes nos puede ayudar
a mitigar sus causas y efectos.
Escenario que nos lleva a reflexionar sobre el uso que se le puede dar
a esta herramienta. Un uso que obligue a un diseño previo y conforme a las
auténticas necesidades en materia de seguridad social y sectorial.
Para ello, los responsables deberán definir qué elementos y funciones
componen esta nueva red y una vez concretadas; los dispositivos creados ya se
encargarán de que los (nuevos) automatismos simplifiquen y faciliten nuestro
día a día.
Finalmente, esa simplificación puede ser interpretada como una
debilidad del ya escaso poder de las actuales estructuras turísticas pero, esta
(nueva) conexión se ha de traducir en
oportunidad de acceso muy fluido al conjunto de componentes transversales que forman parte de toda realidad turística y de seguridad. Fortalecimiento institucional con otras instituciones y sector
privado.
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