Cuando hablamos de la comunicación
interna, me refiero a los responsables institucionales turísticos que son los
que deciden en materia turística. ¿También en seguridad turística? Pero he de confesar que, transmitirles una
mera queja o reclamación por la incidencia negativa de la inseguridad, no hace
más que simplificar y serenar puntualmente el desconcierto que la violencia
crea en la sociedad y sector. Y esto ocurre porque es más sencillo orientar el
foco sobre esa institución que, demandarle una solución más sólida con respecto
a la realidad existente.
Por otro lado, cuando la
violencia se hace más presente, la indignación y las llamadas a la ejemplaridad
van en aumento pero, tampoco existen garantías que se esté obrando conforme a
lo que exige el momento social y sectorial.
Asimismo, cuando la violencia desborda
toda línea roja, surge una fuerte explosión emotiva y reivindicativa en la
sociedad y sector. Pero esta fuerte expresión tampoco ayuda a que se sepa realmente lo
que se está haciendo para superar esta situación límite. Es más, los resultados
alcanzados normalmente son menores de lo que se tenían in mente poder obtener.
El otro gran recurso para intentar superar la de inseguridad de los destinos; es la
de los expertos que trabajan en esta materia. Normalmente, la actividad marcada
por la inseguridad, hace que los expertos se encuentren cohabitando con todo un
cúmulo de contradicciones, lo que hace que sus actuaciones y propuestas no
coincidan con el nivel de conocimiento que se les supone ni con los objetivos que
se desean alcanzar.
En este escenario tan movedizo e
indefinido, considero que la sociedad y el sector han de desarrollar una rigurosa
función reivindicativa y de fiscalización sobre las instituciones turísticas y
no turísticas.
Pero también quiero reseñar que, realmente
el problema no son las tácticas de comunicación ni la supuesta falta de entronque
de los expertos. Y con ello me adelanto y afirmo que, haríamos mal en
responsabilizar solamente a determinadas personas e instituciones.
¿Y por qué hago esta afirmación? Porque
lo que se debe mejorar entre las instituciones es, el conjunto de procesos que
se han de poner en marcha para contrarrestar la violencia e inseguridad social
y por extensión turística. Y para ello se deberán de mejorar las capacidades de
colaboración. En concreto, no tendría por qué aumentar la musculatura de la
institución turística, sino que la misma deberá de actuar inteligentemente
dentro de una obligada dotación de conocimiento colectivo.
En este sentido deseo señalar
que, los márgenes que tienen la mayoría de los ministerios de turismo no están
en consonancia con su nivel de producción y de exportación. Son márgenes muy estrechos
debido al reparto de unas cuotas de
poder y de influencia que les impiden disponer de una gama más amplia y variada de recursos humanos, fondos, soportes, etc..
Pensemos que la complejidad de la violencia e inseguridad no tiene
porqué suponer una pérdida de protagonismo para ninguna de las instituciones, sino
que dicha complejidad, les está invitando a poner en marcha iniciativas de
aprendizaje transversal.
Por lo tanto, la seguridad social y turística de la mayoría de los
destinos exige que las instituciones interactúen, “también en solfa turística”,
desde sus diferentes influencias políticas.
Con ello, los gobiernos deben de ir superando la mera utilización retórica
de la frase “el turismo debe de convertirse en una política de estado”. Esperemos que así sea y más, cuando la
violencia hace que todo se vuelva más frágil e inestable.
El no hacerlo, supondrá que la verticalidad propia de unas
instituciones trasnochadas siga disponiendo de una visión cortoplacista que, en
nada beneficia a la seguridad de las naciones y de su sector turístico.
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