Desgraciadamente para el sector
turístico y desde hace varias décadas, las crisis por violencia y terrorismo
han estado y están presentes en muchos países y destinos. Me refiero a esas ciudades
y entornos que se han tenido que adaptar a escenarios no deseados y se han
visto obligados a modificar aspectos de tipo social, dotacional, de convivencia
y de costumbres, con la consiguiente alteración de sus estructuras y funciones
turísticas.
Una relación con la violencia e
inseguridad, bastante prolongada en el tiempo lo que ha debilitado el espíritu
emprendedor del sector dando paso a una cierta indiferencia. Por lo general, los
agentes turísticos tienden a pensar que “se haga lo que se haga, la situación
no varía”, que “ellos no pueden hacer nada más” y que “no disponen de los
elementos necesarios para hacer frente a esos momentos críticos” lo que
frecuentemente, se convierte en una actitud de “espera hasta que escampe”
Por otro lado, está surgiendo otro
tipo de violencia, de crisis y de terror más puntual y de corta duración, que
podemos denominar como “terrorismo express” y que también está influyendo
negativamente en los intereses (turísticos) de las ciudades y espacios donde se
presenta.
La novedad en este caso, es que
estos hechos violentos están generando una gran repercusión en los medios, superior a la que
se generan en los destinos donde la violencia está más asentada y es que; parece que con el paso de tiempo,
todo se vuelve peligrosamente habitual y
con ello, va perdiendo la capacidad de convertirse en noticia.
Se puede afirmar que, salvo realidades muy
puntuales, en ambas situaciones los responsables están reaccionando de manera
muy similar. La vulnerabilidad y el aturdimiento hacen acto de presencia y el
sector sigue sin implicarse en nuevos cometidos y sin disponer de la estrategia,
equipamientos y referencias adecuadas.
Esta doble realidad de crisis e
inseguridad nos permite identificar, con matices claro está, dos tipos de
actitudes:
·
El dejar que pase el tiempo, con intervenciones
de escaso calado y cierto maquillaje.
·
Esa otra postura recién llegada, y que amparada
en una latente inestabilidad geopolítica; propone “militarizar” los destinos y
la actividad como la “única fórmula” para superar la crisis (turística).
Personalmente, considero que en el centro de ambas está la virtud y la
posibilidad de superar adecuadamente estos momentos y situaciones límite. Por
lo tanto, creo que, debe de existir una seguridad en la actividad turística
firme a la vez que sutil.
Y me explico, la seguridad en el
sector es importante pero sin traspasar unos límites ya que podría llegar a
estrangular y modificar sus espacios y atractivos hasta hacerlos improductivos.
El derrotar al terror está muy bien pero, que ello no conlleve la paralización y
el desmantelamiento de su producción turística y terciaria.
En este sentido, el intentar mejorar la seguridad sectorial a costa de
reducir algunas de sus singularidades como son el tacto, la sutileza, su
estética y su producción ociosa y hedonista; me parece que es no tener en
cuenta su idiosincrasia.
Cuando me refiero al tacto, la sutileza, y a la estética turística en
momentos de crisis, deseo poner como ejemplo unos pocos aspectos,
comportamientos y servicios que la actividad turística está aportando a la vez
que exigiendo como son…
·
La incidencia que tiene en la imagen y marca de los países.
·
El desarrollo de un servicio policial
específicamente turístico, donde la estética y el servicio se ha ido moldeando y
consolidando hacia “algo más propio”.
·
A ese mismo servicio de la policía turística que,
en algunos países está unido al de la ciudadanía, con el objetivo de
aproximar y humanizar el servicio.
·
A la mayor apertura policial hacia los
ciudadanos y turistas mediante otro tipo de actitud, de información y de la
utilización de soportes y comportamientos diferentes.
·
A un sector turístico que puede llegar a
solicitar protección policial para sus servicios y turistas, y ese mismo sector
es capaz de renegar inmediatamente de dicho servicio, por su falta de sutileza
y estética turísticas.
·
La utilización de un mobiliario urbano
específico que, sin dejar de ser efectivo desde el punto de vista de la
seguridad, es capaz de aportar belleza y servicio al ciudadano y visitante.
·
Etc., etc.
Deseo hacer constar que son totalmente insuficientes y que se
deberán de incorporar más procesos y servicios para hacer del sector menos
dependiente de la violencia, de la inseguridad y de las crisis.
Para que ello se desarrolle, insisto en la necesidad de crear nexos de
unión entre el sector y todo un conjunto de entidades y colectivos externos.
La no existencia de dichos nexos y la debilidad estructural
correspondiente, pueden facilitar el desembarco de procesos y servicios
excesivamente militarizados y con una escasa perspectiva y visión turística.
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