Como ya se expuso en el artículo anterior, lo que se persigue con los indicadores es que la crisis y la protección al turista se conviertan en una expresión medible y tangible, con su correspondiente incidencia positiva para los intereses de los destinos que se deciden por su puesta en marcha.
Unos indicadores de medición que:
·
Dispongan de la capacidad de convencer de la
idoneidad de esta iniciativa, algo decisivo teniendo en cuenta la escasa existencia
de referencias, facilitando con ello la visión de las entrañas de la gestión -
no gestión de las crisis y su incidencia en los intereses sectoriales.
·
Visión de las entrañas que se traducirá en hacer
observable lo que hasta ahora no era ni observable ni siquiera era tomado en
cuenta.
·
Sean rigurosamente seleccionados para evitar
percepciones incorrectas de la crisis y con ello, ir alcanzando el mayor grado
de precisión posible. La fuente proveniente de los clientes y turistas seguirá
siendo la más idónea en este apartado.
·
Permitan planificar, con la mayor certeza
posible, los destinos turísticos propensos a convivir con situaciones de crisis
y de inestabilidad.
·
Permitan cuadrar y entender, con total familiaridad,
las mejoras que conlleva el apostar por la gestión de esos momentos y
situaciones clave.
·
Desbrocen las particularidades y propiedades de
las crisis de manera sencilla, mediante un conjunto interrelacionado de
factores que contemplen la certera utilización de las magnitudes seleccionadas.
·
Dispongan de una alta capacidad de medir y
sistematizar las crisis y la protección del turista a la vez que, tengan la
facultad de captar aspectos cualitativos y cuantitativos de gran importancia
para los destinos.
· Permitan ir adquiriendo un conocimiento más
ajustado y profundo, mostrando las verdaderas causas (turísticas) de la crisis
y la necesidad de asumir nuevos compromisos.
·
Aumenten los parámetros de calidad de los
destinos, mediante la medición e incorporación de procesos y colectivos,
atípicos hasta la fecha.
En suma, unos indicadores que facilitarán
la toma de decisiones y la comprensión de esa futura concatenación y sucesión
de hechos y procesos que conlleva toda gestión de crisis y protección
turística.
Concatenación y sucesión de
hechos como base indiscutible para la superación de toda crisis turística entre
los destinos. La consiguiente clasificación de los datos, sus frecuencias, el
resaltar los principales efectos y agentes, el definir las nuevas relaciones,
etc.; tendrán como objetivo el poner en marcha un nuevo modus operandi, dotando
de valor adicional y de reconocimiento a las nuevas actividades, procesos y
colaboradores.
Para todo ello, será necesario
disponer de una nueva estructura consensuada y participada por
todo un conjunto actores y colectivos, lo que dará pie a la aparición de ciertas medidas correctoras con
respecto a la “gestión cotidiana” de la mayoría de los destinos turísticos.
La eficacia de los indicadores y
sus nuevas funciones y cometidos, deberán de tomar como referencia básica y
permanente la “satisfacción integral” de los turistas en momentos de crisis e
inseguridad.
Y ello se traduce en que los
responsables de los destinos necesitan, cada vez con más urgencia e inmediatez,
disponer de nexos entre la actividad turística y los factores de seguridad,
gestión de crisis, protección al turista, etc.
Como ya lo he apuntado en otras
ocasiones, la iniciativa para disponer de dichos nexos, ha de partir de los
intereses y agentes turísticos que son los que tienen la
percepción y la necesidad de reunir y verse arropados por nuevos colaboradores.
Sin duda alguna, los indicadores nos aclararán el camino.
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