En la mayoría de los destinos el
estigma de la inseguridad se ha ido convirtiendo en uno de sus trastornos más
acuciantes aunque, en algunos casos, la percepción externa no sea lo alarmante
que llegan a considerar sus responsables turísticos.
Además, se va extendiendo una visión
colectiva sobre la incidencia de la seguridad en la producción de experiencias
y servicios turísticos. A las ya
reconocidas acciones de promoción y de relaciones públicas, se van uniendo otras
estrategias para evitar ser rehenes de esa violencia que tanto afecta. Se trata
de procesos de mejora para superar el tabú y los trastornos emocionales que soportan
muchos agentes público - privados.
En este sentido, lo que se persigue es que “se bucee en nuestro
propio yo” algo que, habitualmente se
evita por temor a nuestra fragilidad y por creer que somos y estamos en
peores condiciones que el resto de los destinos e intereses.
Dentro de este contexto, y a la
utilización de argumentos de seguridad turística y mercantil, sería conveniente
añadir la visión de otros campos que tengan la capacidad de motivar mediante nuevos alegatos.
Y es que se debe interiorizar que la falta de seguridad es un problema más complejo de lo que se piensa. Por
ello, y si no se suman aditivos, el embalaje de la seguridad turístico –
mercantil se convierte en un asunto poco atractivo que es rechazado reiteradamente.
Inseguridad y su correspondiente
ansiedad que conviene diseccionar para definir el mejor tratamiento posible.
Así y ante esa ansiedad que nos domina:
· Debemos
centrarnos en la incidencia que la inseguridad genera en nuestra personalidad,
conciencia y forma de comportarnos. Ante esa inestabilidad que parece que no
tiene prisa en desaparecer y nos hace más inseguros y dubitativos; intentemos
tomar las riendas aunque sea dificultoso. Por favor, y sobre todo, admitamos
que tenemos un problema. Así de simple y de sencillo.
· Debemos
centrarnos en lo que condiciona nuestro interés profesional. Analizada la
situación, es posible que la raíz del problema no sea turístico,
sino más bien social o de otra naturaleza. Pero, ¡¡¡es nuestro problema!!! ¡¡¡no
huyamos!!! No engañarse, y ser consciente que la situación. Se ha de realizar
un esfuerzo añadido y por favor, que no sea ni testimonial, ni basado en
una dejación de funciones ni esté lleno
de evasivas.
· Debemos centrarnos en las relaciones que se han de crear ante esta situación de
inseguridad. Utilizar las herramientas y técnicas de destinos sin violencia
no son suficientes y su reiteración no nos lleva al escenario deseado. Con
ello, el comportamiento sectorial clásico se convierte en una “postura tóxica” para si mismos. Se han de identificar otros agentes y redes que nos
apoyen. Ellos también necesitan de nuestra compañía.
· Debemos
centrarnos en la alteración que se da en el entorno y en la implicación del sector.
Ese país – destino contiene los atractivos que forman la base de nuestra producción
y que pueden verse alterados – no alterados, por lo que debe de primar la intervención
en su entorno socio - sectorial. Y es que sigue estando en juego la generación de una mayor
calidad de vida, de oferta, empleo y riqueza.
· Debemos
centrarnos en una comunicación con contenidos más fiables y resolutivos. Por
ello, la vulnerabilidad existente no debe de convertirse en una oportunidad
permanente de marketing. La innovación deberá dar paso a una mayor gama de
productos y de servicios, reflejando comportamientos emocionales, la renovada
actitud profesional, la nueva red de colaboradores y la apuesta por un entorno más
controlado y generador de nuevas oportunidades.
En definitiva, la ansiedad basada en el temor y en el inmovilismo
deberá de dar paso a un nuevo compromiso, lo que reforzará nuestra autoestima y
credibilidad personal y profesional.
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