miércoles, 17 de junio de 2015

Seguridad y Turismo. Superar la actual disyuntiva.





La necesidad de incorporar procesos de seguridad a los destinos turísticos a nivel mundial, se admite de manera generalizada aunque se vaya implantando de forma bastante remolona.

Por un lado se admite y se exige un grado muy elevado, casi absoluto de seguridad, y por otro lado, la actitud de los destinos es algo remisa a la vez que desenfocada. Muchos destinos, empresas, intereses e instituciones, siguen considerando que el mero hecho de hacer referencia a la seguridad en la actividad turística, erosiona su competitividad. Por lo general, la opinión que se impone, es que si se habla del sector turístico, se ha de obviar hablar del factor seguridad en el mismo.

Por un lado, todo el mundo es consciente de los “beneficios sociales y sectoriales” que genera la seguridad en el sector y destinos. En el otro lado, se encuentra los “riesgos y costes que conlleva” el mero hecho de vincular seguridad con actividad turística.Con este escenario, perceptible e imperceptible, se intenta “apostar sin apostar” o “sin apostar se apuesta” por la seguridad en la actividad turística.

El reflejo de todo ello, es que muchos destinos e intereses turísticos son capaces de soportar importantes dosis de incertidumbre y de dudas entre los mercados y entre la opinión de los turistas e intermediarios, antes que apostar seriamente por implantar procesos y servicios de seguridad turística integral e integradores.

Una seguridad turística integral perfectamente implantada, puede y debe de desencadenar nuevos procesos innovadores que reduzcan la incidencia negativa que la inseguridad conlleva, incrementado, de entrada, su valor y percepción. Además, estos procesos innovadores, hacen posible que los espacios y atractivos se amplíen además de sus tiempos de producción.

Normalmente, los gobernantes, los empresarios y hasta los propios agentes emisores, se centran en los efectos que tiene la inseguridad en la actividad turística, sobre todo en factores como la imagen y la percepción entre los mercados emisores. Sin embargo, no perciben las importantes ventajas de producción y atracción que se pueden obtener mediante la innovación en seguridad turística.

En consecuencia, muchas veces, elevan innecesariamente los costes en promoción y proyección, con el objetivo de “mejorar milagrosamente” la realidad y la imagen que emiten sus destinos e intereses. Esta línea de pensamiento y de actuación, tienden a limitar la innovación en materia de seguridad turística, haciendo de ella, algo incompleto, estético y/o testimonial.

Todo este proceso, ha permitido que surjan infinidad de asesores, expertos y promotores, sobre todo, en imagen y campañas que consumen infinidad de recursos que deberían destinarse a buscar las verdaderas soluciones de la seguridad en y para la actividad turística en los destinos que así lo requieran.


Se impone revisar actitudes y comportamientos, hasta la fecha inamovibles ya que, con el paso del tiempo, no han permitido alcanzar el escenario idílico deseado. La disyuntiva seguridad – actividad turística debería de volver a ser revisada. 

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