martes, 25 de octubre de 2016

El desafío de los espacios turísticos. La prueba de la seguridad.



Como ya he expuesto en alguna otra ocasión, el espacio o territorio turístico va perdiendo sus propiedades cuando coincide y convive con la inseguridad y con todo tipo de violencias. Se puede afirmar que se “encoje” su dimensión, se acortan sus tiempos, disminuye su producción, se ponen en duda sus procesos  y se van diluyendo sus atractivos y reclamos.
Por el contrario, el carácter positivo de la seguridad en el sector queda reflejado en la calidad de los espacios donde se ubican, ya que van acompañados de un aura de “normalidad”.
Una seguridad nacional, del país y de los destinos que podrá ser adoptada con mayor facilidad  cuando la exigencia de su propia ciudadanía vaya acompañada del sector y de sus turistas y visitantes. Esa doble exigencia posibilitará que el acceso a la seguridad, no solo tenga un carácter meramente social sino que disponga de un argumento productivo y de generación de riqueza incuestionables.
Por lo tanto, sería aconsejable apostar por la actividad y su seguridad a la hora de intentar recuperar espacios “invisibles”, en declive e improductivos. Espacios profundamente condicionados por el terror, la violencia e inseguridad, que pueden llegar a ser catalogados como escenario de oportunidades si la actividad turística y su seguridad social apuestan por los mismos, y se van convirtiendo en motor de desarrollo y de reconversión.
En este sentido, muchos de los actuales destinos de referencia internacional, sus infraestructuras, equipamientos y servicios, en el momento de su despegue, tuvieron muy en cuenta el factor de la seguridad existente y desde el mismo, apostaron por modelos de destino lo más resistentes e inmunes ante todo tipo de violencia e inseguridad.
Si analizamos otros sistemas de producción, veremos, que pueden desarrollar su actividad en escenarios con  mayores niveles de violencia e inseguridad. El motivo de esa resistencia y de su “fácil convivencia” es debido, a que sus procesos de producción son más concretos, medibles y mecánicos y por lo tanto, menos condicionados por la inseguridad existente en el entorno. Con salvaguardar la seguridad interna de sus procesos, la producción estará más o menos garantizada.
Pero volvamos a nuestro sector. La actividad turística necesita de una paz y de una seguridad en el entorno para desarrollar su actividad que está compuesta de unos procesos “menos mecánicos” si los comparamos con otros sistemas de producción. Ese entorno y su sociedad civil necesitan de esa misma paz y seguridad. Por lo tanto el unir ambos objetivos, me parece del todo oportuno y necesario.

Con ello superaremos algunas visiones y posiciones antagónicas, donde se llega a confrontar la seguridad del ciudadano con la del sector turístico y viceversa. 

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