viernes, 22 de noviembre de 2013

El papel de los “grupos de interés” en las crisis turísticas

Convivir durante un tiempo con la inseguridad turística nos proporciona una información de gran valía, que es necesario manejar con cierta destreza. Sin embargo, los diferentes intereses afectados tienden a aferrarse a sus respectivos puntos de vista y a reforzarlos, por lo que, cada uno de ellos se convierte en prisionero de sus propias posturas.



Posturas y puntos de vista parciales sobre un problema que afecta a todos de igual o diferente manera. Por derivación, estos colectivos afectados plantean diferentes opiniones sobre la naturaleza “real” de la situación de inseguridad, lo que genera un amplio desacuerdo sobre la suerte del destino turístico.

Por ello resulta clave la implantación o existencia de los denominados “grupos de interés” o stakeholders, agrupaciones de diversos colectivos unidos para superar los hándicaps que la inseguridad genera en cualquier destino turístico.

En este sentido, son las organizaciones turísticas reconocidas y asentadas, las que más fácilmente programan actuaciones que tengan en cuenta la mayor parte de los factores críticos de los destinos, diseñando para ello mecanismos especiales de alto valor estratégico.

En dichas organizaciones han de primar claras actitudes de liderazgo, coordinación y prevención que permitan adelantarse a las crisis o atajar sus efectos. En momentos de crisis, es mejor estar acompañado por agentes colectivos e intereses que soporten las mismas vicisitudes; nos comprenderemos y apoyaremos más y mejor.

miércoles, 23 de octubre de 2013

Seguridad Turística: La búsqueda de confianza en los mercados a través de una comunicación estratégica

Como ya he expuesto en otras ocasiones, la comunicación turística en momentos de crisis e inseguridad se convierte en un hecho complicado. Dependiendo del destino, del tipo de comunicación y de los destinatarios, identificamos tres actitudes a la hora de diseñar una estrategia de comunicación en momentos de inseguridad y crisis turística:


Actitud 1: Se desarrollan las acciones de comunicación, promoción, marketing y comercialización desde una posición de “baja confianza”. Estas acciones se realizan desde una actitud defensiva, de protección y cierto ocultamiento, con un lenguaje cargado de argumentos legalistas, manipulativos y autojustificativos. Los agentes turísticos se sienten amenazados y cohibidos ante una avalancha de situaciones negativas, preguntas directas y capciosas y argumentos negativos de gran incidencia. No es una comunicación efectiva, ya que no se intenta recuperar la confianza, sino seguir atrincherados en base a una estrategia defensiva.

Actitud 2: Las acciones de comunicación se canalizan a través de una posición de “confianza media”. Se trata de una comunicación basada en el respeto y en la interactuación con los mercados y sus representantes, evitando fricciones y tensiones desagradables. Aparece una actitud diplomática pero sin llegar a generar aproximación ni empatía. Táctica y profesionalmente, las acciones pueden ser impecables, pero seguimos sin generar el grado de confianza necesario entre nuestros mercados emisores. Nos falta un punto de apertura creativa en nuestros argumentos, contactos y relaciones. 

Actitud 3: En este caso, se parte de una posición de “alta confianza”. En este caso, se expone a los destinatarios clave la verdadera situación, algo que, normalmente, ya conocen por las noticias en los medios de comunicación. Ellos comprenderán la intención de los destinos de aliviar la situación y de seguir ofertando experiencias turísticas altamente satisfactorias, además de agradecer que se les haga partícipes. Existirá una comunicación recíproca, en la que fluya una confianza de “ida y vuelta”. Con ello se irán transformando las relaciones entre los mercados y los destinos, y con ello, el contenido de las estrategias y herramientas comunicativas.

En definitiva, una mayor aproximación, con amplias dosis de transparencia y de coraje, es lo que se necesita para recuperar la confianza de nuestros mercados y clientes.

jueves, 10 de octubre de 2013

Ajustar las expectativas entre turismo y seguridad turística

Los destinos turísticos afectados por la inseguridad se encuentran ante la dificultad de explicar un problema que, muchas veces, no es de naturaleza turística. La imagen de estos destinos puede evolucionar de una percepción atractiva y agradable a verse unida a unas expectativas ambiguas y de conflicto.


Las expectativas que genera todo destino turístico “normal” son implícitas y en muchos casos no es necesario anunciarlas. Lo habitual y beneficioso para el destino es satisfacer la demanda y cumplir con esas expectativas, pero si la situación cambia, resulta decisivo revisar las expectativas creadas en los turistas.

Por el contrario, si se sigue dando por sentado que la realidad y las expectativas turísticas siguen siendo las mismas pese a estar conviviendo con situaciones conflictivas, el destino se engañará a sí mismo.

Actuar como si no existiera el problema y confiar en que las cosas volverán a su cauce, parece más fácil que afrontar profundamente esa situación negativa. Si se toma esa actitud, la imagen y percepción de los países – destinos tenderá a difuminarse, a no ser certera.

Ello derivará en que los turistas y los responsables de los destinos se verán envueltos emocionalmente y la falta de comprensión se volverá habitual, dando paso a contradicciones en la comunicación y la proyección turística.

La clarificación de estos escenarios y expectativas requiere mucho coraje por parte de las autoridades públicas y el sector empresarial, que han de ser conscientes de que el destino es el lugar de donde surge la motivación para atraer el turismo. Por lo tanto, su alteración también les incumbe.

sábado, 21 de septiembre de 2013

¿Y cuando el turista es el delincuente?


La seguridad turística ha de jugar un papel integral e integrador en todo destino turístico y, además, debe verse reflejada en los servicios de seguridad que el turista ha de recibir. Cuando el turista es la víctima de cualquier hecho o situación violenta, crítica e insegura, parece razonable que exista un sistema o proceso de seguridad turística que le ampare y cobije. Pero ese mismo sistema ha de estar preparado para dar el servicio, tanto preventivo como paliativo, cuando el turista es el malhechor o el brazo ejecutor de ciertas actitudes violentas y delictivas.


En ambos casos, los procesos han de ser claros y concisos. Muchos de ellos estarán diseñados para dar servicio a la ciudadanía local, sin embargo, sin dejar de hacerlo, han de tener la capacidad de ser ofrecidos y estar dirigidos para y por los turistas. Cuando el turista es el malhechor, se dan una serie de circunstancias que es necesario reflejar:

a) Por un lado, los procesos existentes para todo tipo de delitos en cualquier país o destino turístico, se verán incrementados  por la complejidad que supone que el malhechor sea un extranjero o turista.
b) Ese mismo país y sus intereses, tanto públicos como privados, soportan una inseguridad que viene del exterior, y que además incide negativamente en los mercados y países de procedencia de esos turistas – delincuentes.
c) Esta incidencia negativa se basa habitualmente en las dudas que surgen sobre el funcionamiento de ciertos servicios y estructuras públicas y privadas de esos  países – destinos turísticos.
d) Finalmente, todo ello se ve reflejado en la imagen y percepción externa, con productos y atractivos turísticos que quedan en entredicho por la violencia generada por los propios visitantes y turistas.

En definitiva, la singularidad y vulnerabilidad del hecho turístico queda claramente reflejada; además de soportar una violencia e inseguridad producida por personas o turistas, el destino puede ser percibido como un lugar inseguro, en el que los procesos preventivos y paliativos de seguridad no están ajustados a las necesidades de los turistas.

El manejo de esta violencia e inseguridad debe ser asumida por los destinos, superando con ello el lamento y lo injusto de la situación. Deberá de ser un manejo que se base en las particularidades del sistema de justicia existente en los destinos y las particularidades del sector y de los turistas, aunque estos últimos sean los que hayan cometido el delito.

La posterior comunicación a los colectivos, entidades, medios e intermediarios previamente identificados, permitirá mitigar los daños de imagen y percepción que estos hechos causan a los intereses turísticos de los destinos.

lunes, 26 de agosto de 2013

Seguridad Turística, ¿algo más que servicios preexistentes?

Una de las características más significativas de la actividad turística es su transversalidad, puesto que coincide con procesos, espacios y actividades que, en principio, poco o nada tienen que ver con ella. Un claro ejemplo son los servicios relacionados con la seguridad, que en muchas ocasiones proceden de instituciones y colectivos no turísticos.


Estos servicios están diseñados para dar cobertura a la propia ciudadanía y no a los turistas, por lo que surgen carencias y desajustes, ante los cuales los responsables turísticos poseen escasa capacidad de interlocución e influencia. Esa falta de propiedades turísticas en los servicios preexistentes genera inquietud en los mercados emisores respecto a la seguridad turística integral del país o destino. De este modo, se provoca un reflejo negativo en factores claves para la competitividad como la cuenta de resultados, la imagen, la credibilidad y la reputación.
 
Teniendo en cuenta este escenario, la tarea se presenta ardua. No nos engañemos, las instituciones turísticas han de asumir la iniciativa para liderar y coordinar estos nuevos procesos, generando complicidades y protagonismos compartidos con otras instituciones no turísticas. Estos organismos no turísticos, como ministerios públicos y servicios de policía, sanidad, protección civil o visados,  deben “turistizarse” sin dejar de desarrollar su labor diaria. Probablemente no tengan la visión y sensibilidad turística necesarias, pero las pueden adquirir de la mano del sector y de las instituciones turísticas.
 
Los medios de comunicación, las empresas del sector, los turistas finales, los tour operadores, los cuerpos diplomáticos y consulares, los posibles inversores, las campañas de publicidad, los planes de marketing, la planificación del territorio, etc. nos están exigiendo esta “turistización”, en muchos casos, “sin exigirlo”, por una cuestión de mera cortesía.
 
Por lo tanto, las estructuras, organigramas, funciones, actitudes y comportamientos existentes, no han de suponer freno alguno, si existe la visión y la voluntad necesarias. Está en juego la competitividad y la imagen de todo un sector, país y destino turístico.

jueves, 11 de julio de 2013

La seguridad turística como impulso estratégico de los países y destinos

Los países y destinos turísticos necesitan ampliar su impulso estratégico, que está formado por una visión y su respectiva posición estratégica, también en materia de seguridad turística.
En este sentido, los países y destinos altamente desarrollados, consideran que con los servicios públicos de que disponen puedan dar cobertura a los turistas.



Aquellos otros países y destinos que no ocupan puestos relevantes en los rankings turísticos internacionales y que conviven con ciertas carencias estructurales, normalmente, no pueden dotar de los servicios de seguridad necesarios al sector. 
Con este panorama, las instituciones turísticas no deberían perder la visión y el control estratégico sobre la seguridad turística, porque, hasta los destinos más relevantes y competitivos, pueden comenzar a ver afectada su posición de privilegio.
En el segundo grupo de países, existen ciertos cuellos de botella, normalmente de tipo social y debidos a ciertas ideas preconcebidas, que les impiden apostar por el sector, y más todavía, por la seguridad en el mismo, aunque el turismo se haya convertido en uno de los sectores económicos más boyantes.
Por lo tanto, una política firme en materia turística y por extensión, en seguridad turística, ha de ser percibida como una impulsora estratégica de gran calado. En especial, los países en vías de desarrollo deben propiciar la progresiva superación de la pobreza, la baja renta per cápita, la baja productividad y la escasa capacidad para atraer inversiones turísticas y no turísticas.
Por otra parte, es necesario que, desde la sociedad y desde las instituciones, se perciba el dinamismo y la capacidad de generar riqueza del sector turístico como un verdadero impulsor estratégico. Si esta percepción no se da, el turismo y la seguridad turística seguirán teniendo un carácter residual, lo cual conllevará perder oportunidades de progreso y seguir conviviendo con la violencia, la inestabilidad y otros factores negativos.

martes, 9 de julio de 2013

Hagamos crecer las estructuras de seguridad turística


La dificultad que entraña el servicio de seguridad turística, al ser ésta muy dependiente de otras áreas y proceso administrativos, mayormente de naturaleza pública, hace necesario reflexionar sobre la cuestión.


El sector turístico necesita inexcusablemente del desarrollo de una seguridad turística integral que de respuestas, tanto a las demandas, como a los nuevos requerimientos de todo oferta o destino competitivo.

En seguridad turística, muchos de los servicios y procesos dependen de la implicación de otras áreas administrativas que, en la mayoría de los casos, son ajenas a la actividad, pero cuya participación es decisiva para alcanzar los objetivos previstos.

En este contexto, la intervención de las administraciones turísticas nacionales, regionales o locales, se convierte el algo decisivo para su competitividad.  

Una intervención de las administraciones turísticas que:
a)  Le permita chequear su propia estructura y admita íntimamente la necesidad de dotarse de elementos y recursos para desempeñar dignamente estos nuevos procesos.  
b)  Sea capaz de aglutinar voluntades y de generar “equipos mixtos” de seguridad turística conforme a lo que es expresamente necesario.
c)  Le permita crear con ello, un contexto seguro de crecimiento en materia de seguridad turística.

En definitiva, que tenga la capacidad de liderar y coordinar  una seguridad que es determinante para los intereses turísticos nacionales, mientras que para sus “colaboradores externos”, no deja de ser importante pero, no supone, más que la asunción de “nuevos procesos de trabajo” adicionales.   

Si esa función de liderazgo y coordinación por parte de las administraciones turísticas no se lleva a efecto con la debida intensidad y precisión:
a)  Peligrará dicho servicio de seguridad turística al ser meramente residual ya en sus propias estructuras turísticas de funcionamiento.
b)  No se alcanzarán los objetivos previstos.
c)  Se seguirá dependiendo de los azotes de una violencia e inseguridad no controlada.
d)  Permanecerán las dudas y el temor de no poder ofrecer un destino turístico en las debidas condiciones.
e)  Y finalmente, permanecerá la obsesión por la imagen y reputación que se dispone y se emite al exterior.   

Para terminar; huyamos del autoengaño en materia de seguridad turística, donde se le puede estar dando un “valor absoluto” a procesos de seguridad meramente testimoniales y/o superficiales.

martes, 21 de mayo de 2013

La seguridad turística al servicio del turista y de los intereses turísticos de los destinos

Estratégica y tácticamente, es conveniente reflexionar sobre el papel a desempeñar por la seguridad en la actividad turística. Para empezar, la sensibilidad y la necesidad de apostar por la seguridad turística se está ampliando y asentando a nivel general. Sin embargo, su implementación no se está realizando de manera homogénea, sino que las características y realidades sociales y sectoriales de los destinos condicionan cada uno de sus desarrollos.
 

Existen carencias estructurales de todo tipo y una apuesta por la seguridad más estética que real, que provocan que la seguridad turística, aún creciendo, deba dar un salto cualitativo y cuantitativo, si realmente desea alcanzar una implementación óptima.
 
La seguridad turística se encuentra en este escenario de reivindicación y mejora de sus prestaciones a nivel internacional, y esta situación puede hacer que se pierda la perspectiva de la propia seguridad turística.
 
Me explico; en muchos casos, los agentes que participamos en la seguridad turística estamos tan ensimismados con nuestro día a día, con la necesidad de consolidarnos y de vernos reconocidos dentro de las propias estructuras turísticas nacionales, que podemos llegar a perder la perspectiva y las metas que la seguridad turística persigue. Esta perspectiva ha de ir unida inexcusablemente a los intereses turísticos nacionales y los procesos de calidad que todo turista exige y requiere, también en seguridad turística.
 
El perder la perspectiva nos puede desorientar más de lo que ya estamos y nos puede hacer pensar que la seguridad turística es un fin en sí mismo, cuando la realidad nos dice que la seguridad turística es una herramienta de gran valor táctico y estratégico para los intereses turísticos de los destinos y de las naciones.
 
Por lo tanto, se ha de asumir con humildad y con auténtica voluntad de servicio, que los que conforman el entramado de seguridad turística, tanto los que provienen del campo turístico como los que provienen de otros colectivos e instituciones colaterales, deben interiorizar que forman parte de un engranaje más amplio, que persigue la competitividad de un sector económico clave como es el sector turístico.
 
El no hacerlo, hará que se creen pequeños islotes administrativos y de funcionamiento que en nada benefician al sector y a la seguridad a la que supuestamente se representa.  

jueves, 2 de mayo de 2013

Seguridad y recuperación de los espacios públicos para el ciudadano y el turista. El caso de El Salvador.

Qué duda cabe que gran parte de los recursos que disponen de capacidad de atracción turística, forman parte del legado cultural, patrimonial y/o natural de sus respectivos destinos o países. Normalmente, todos estos recursos están ubicados y forman parte de unos espacios o volúmenes de carácter público, donde la gestión o explotación de los mismos, está en manos de las correspondientes instituciones o entidades.
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Coincidiendo con esos espacios públicos de alto poder de atracción, se pueden dar situaciones o realidades de violencia e inseguridad. Este hecho desvirtúa, ensombrece y reduce las propiedades de atracción que dichos recursos poseían en su día.

Ello hace que, en los mismos, la vida social y la convivencia se reduzcan considerablemente, hasta llegar a desaparecer. Los espacios y volúmenes pierden su poder de atracción turístico-económica y se convierten en escenarios “fantasmas”. Estos espacios sin vida social y, además, improductivos, han de realizar ímprobos esfuerzos para alcanzar el grado de normalidad y notoriedad que se merecen.

Creo que es de justicia resaltar el caso muy concreto de El Salvador, donde se están programando actividades de tipo cultural, dirigidas a que la ciudadanía recupere y participe en espacios públicos vedados hasta hace escasas fechas.

La Policía de Turismo de El Salvador, POLITUR, está programando el denominado Turismo Nocturno donde se realizan este tipo de visitas culturales. Visitas a centros históricos y monumentales que van recorriendo todo el país, con el objetivo de que el salvadoreño conozca más y mejor un territorio que es suyo, que le pertenece.

Les puedo asegurar que la respuesta por parte de la ciudadanía ha sido y es, muy positiva y ejemplar.

Táctica y estratégicamente, se persigue que el país “tenga realmente la superficie que tiene”, y que pueda ser utilizada, desde el punto de vista social y turístico, los 365 días al año, y las 24 horas del día. Este es el gran reto de El Salvador, y me atrevería a decir que, también de otros muchos destinos turísticos.

miércoles, 17 de abril de 2013

¿Quién posee la información sobre la seguridad turística?

La información sobre la seguridad turística es un factor cada vez más valioso para los destinos turísticos internacionales porque incide en la competitividad del sector, y por lo tanto, en los intereses turísticos nacionales. Una información que inicialmente surge de las propias entrañas de los destinos y que ha de ser manejada con la mayor intensidad y calidad posibles, por los propios agentes turísticos nacionales.


La divulgación y la salida de esa información hasta los potenciales o reales mercados emisores de turistas, hace que nuestra capacidad de influir en dicha información vaya disminuyendo, ya que se convierte en una información compartida con otros agentes y colectivos implicados.

Pensemos que el conocer la realidad sobre la seguridad de nuestro destino, nos permite poder informar detalladamente sobre el mismo. El que no lo hagamos, pudiéndolo hacer, hará que surjan las dudas y la rumorología sobre nuestros destinos e intereses turísticos.

Pero mucho más grave será que no sepamos lo que ocurre en nuestra propia casa en materia de seguridad turística. Y por extensión, algo todavía más peligroso: que exista una mayor y mejor información sobre nuestra seguridad turística entre los propios mercados emisores y sus representantes. Me refiero a las embajadas y cuerpos consulares, algunos medios de comunicación, ciertos tour operadores o hasta los propios turistas, que pueden disponer de una información más detallada y actualizada sobre nuestra situación interna en materia de seguridad turística.

Llegados a este extremo, la credibilidad como país y como destino turístico se resentirá gravemente, con los consiguientes efectos negativos en los procesos turísticos y de servicios nacionales. 

Definir lo que se ha de hacer en esta materia, desarrollarlo de una manera transparente y creíble, e incluir ciertos componentes de seguridad en los campos de la comunicación y el marketing turístico, nos permitirá recuperar la capacidad de convicción ante los mercados emisores de turistas.

viernes, 5 de abril de 2013

El que avisa al viajero no es traidor


Con este llamativo encabezamiento, el diario español El País publicaba un artículo el pasado viernes 29 de marzo de 2013. En su primer párrafo, quedaba reflejado que:

“Cuando el Gobierno en una situación de  emergencia consular, decide intervenir en operaciones de asistencia en el extranjero que comporten la utilización de recursos presupuestarios del Estado, éste podrá exigir el reembolso de la totalidad o parte de los mismos a quienes se hayan expuesto voluntariamente a riesgos sobre los que el Ministerio de Asuntos Exteriores y Cooperación informa en sus recomendaciones de viaje, publicadas y actualizadas puntualmente, en relación con las condiciones de seguridad en los distintos países y regiones del mundo.” 

 

Un párrafo del todo expresivo, donde de manera directa, indirecta y circunstancial se está invitando y aconsejando a los turistas y viajeros españoles a que refuercen sus medidas de seguridad  y sigan los consejos y recomendaciones que se publican en las páginas del Ministerio cuando se desplazan o van a desplazarse al exterior.

Implícita y explícitamente, se les está informando de que han de asumir un mayor grado de compromiso y responsabilidad personal ante situaciones y escenarios críticos, de riesgo o de cierta incertidumbre e inseguridad. 

Desde mi punto de vista turístico, ese mayor grado de compromiso y responsabilidad se desea hacer extensible a los países – destinos turísticos para que asuman un papel más contundente y decisivo en materia de seguridad turística. En caso contrario pueden verse señalados en las recomendaciones de viaje, también conocidos como warnings, que tanta inestabilidad generan entre los responsables de la mayoría de los destinos turísticos internacionales. 

Como agentes turísticos, cada vez hemos de tener más en cuenta la repercusión que tiene la inseguridad en los mercados emisores de turistas, incluso cuando pueda ser una repercusión injusta y desproporcionada.

Esta empatía y mayor comprensión de nuestros mercados emisores de turistas, ha de llevar consigo la ampliación y mejora de nuestros servicios de seguridad turística integral, lo que redundará en la competitividad de nuestro sector y país, y por extensión, se traducirá en un mayor grado de credibilidad y fiabilidad. 

lunes, 4 de marzo de 2013

Tratamiento local de la seguridad turística para mejorar la percepción global

En los últimos tiempos se está empezando a incorporar procesos de seguridad turística a la ordenación y planificación de todo destino turístico que desee adquirir mayor notoriedad  y competitividad. La rápida transformación del contexto turístico internacional hace que debamos contar con nuevos instrumentos adaptados a esta creciente complejidad.

En el sector se percibe la necesidad de incorporar procesos de seguridad turística a las prácticas empresariales e institucionales, para mejorar los mecanismos de prevención y respuesta ante situaciones críticas. Estos procesos deben asentarse a nivel local, que es donde ocurren los hechos negativos y de inseguridad, hasta convertirse en métodos sistemáticos para gestionar el cambio en los destinos. De este modo, se puede construir un futuro más halagüeño y relajado, tanto para los gestores públicos como para los privados. 


Partiendo de la reafirmación del papel a desempeñar por las instituciones públicas locales en el desarrollo de la actividad turística, hemos de ser conscientes de que dichas instituciones, por una cuestión de mera racionalidad, han de posibilitar el normal desarrollo y consumo de los procesos y servicios turísticos que se generan en esos mismos destinos.

La percepción de los turistas sobre los destinos se tambalea cuando se produce un desajuste entre sus expectativas iniciales y el cumplimiento efectivo, tanto de los servicios pactados, como de aquello que no aparece en la letra del contrato. De esa manera, los responsables turísticos zozobran y se enfrentan a un escenario de inestabilidad.

Si analizamos los procesos de planificación local de gran parte de los destinos, percibiremos un alto grado de interconexión entre factores como el patrimonio, el medio natural, las infraestructuras, los equipamientos, los servicios, el acervo cultural y social, etc. Sin embargo, en la mayoría de los casos, apenas se hace referencia al factor de la seguridad en los destinos. Y en el fondo, todos somos conscientes de que la seguridad turística afecta negativamente a  estas características del destino, y se produce una merma económica.

Por lo tanto, se hace inexcusable incorporar y desarrollar procesos de seguridad turística a estos factores. Será una nueva capa de servicios a desarrollar, con el objetivo de garantizar servicios más completos y acorde con las nuevas demandas y exigencias. Los principios de interactuación y de interrelación turística han de estar presentes en estos nuevos tiempos, y han de facilitar el encaje de la seguridad turística en los destinos turísticos que apuesten por la calidad.

Lo reiteramos: la apuesta por la seguridad tendrá un notable reflejo en la imagen y en la percepción que todo destino o realidad turística desea tener entre los mercados emisores de turistas, algo fundamental para nuestro futuro sectorial, social y económico.

jueves, 14 de febrero de 2013

La seguridad, un factor para el desplazamiento turístico


Artículo invitado de Ximena Jimeno, experta en turismo sostenible de Bolivia.



La decisión de los turistas para elegir un destino se asienta en tres factores esenciales: la motivación, el dinero, y el tiempo. La falta de algunos de ellos impide que el desplazamiento turístico se realice. Sin embargo, actualmente, a esta fórmula se le ha añadido la seguridad como un factor decisivo.



Una persona, previamente a su viaje, se va a informar sobre el estado actual del destino, sus atractivos y servicios, pero también sobre la documentación de ingreso requerida, la accesibilidad y los problemas sociales, políticos y de seguridad ciudadana, etc.

Al ser la seguridad un factor subjetivo en los seres humanos, las autoridades deben considerar de forma integral los riesgos físicos, psicológicos, ambientales, delincuenciales, de salud o sociales que podrían afectar a la experiencia turística, para antelarse y dar respuestas inmediatas, a través de políticas que permitan generar confianza en el destino.

Una localidad turística que posea condiciones de recepción, prevención, control y auxilio para los turistas, garantizará de alguna forma, un desplazamiento tranquilo y gozará de una mayor oportunidad para incrementar su flujo turístico.