jueves, 2 de mayo de 2013

Seguridad y recuperación de los espacios públicos para el ciudadano y el turista. El caso de El Salvador.

Qué duda cabe que gran parte de los recursos que disponen de capacidad de atracción turística, forman parte del legado cultural, patrimonial y/o natural de sus respectivos destinos o países. Normalmente, todos estos recursos están ubicados y forman parte de unos espacios o volúmenes de carácter público, donde la gestión o explotación de los mismos, está en manos de las correspondientes instituciones o entidades.
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Coincidiendo con esos espacios públicos de alto poder de atracción, se pueden dar situaciones o realidades de violencia e inseguridad. Este hecho desvirtúa, ensombrece y reduce las propiedades de atracción que dichos recursos poseían en su día.

Ello hace que, en los mismos, la vida social y la convivencia se reduzcan considerablemente, hasta llegar a desaparecer. Los espacios y volúmenes pierden su poder de atracción turístico-económica y se convierten en escenarios “fantasmas”. Estos espacios sin vida social y, además, improductivos, han de realizar ímprobos esfuerzos para alcanzar el grado de normalidad y notoriedad que se merecen.

Creo que es de justicia resaltar el caso muy concreto de El Salvador, donde se están programando actividades de tipo cultural, dirigidas a que la ciudadanía recupere y participe en espacios públicos vedados hasta hace escasas fechas.

La Policía de Turismo de El Salvador, POLITUR, está programando el denominado Turismo Nocturno donde se realizan este tipo de visitas culturales. Visitas a centros históricos y monumentales que van recorriendo todo el país, con el objetivo de que el salvadoreño conozca más y mejor un territorio que es suyo, que le pertenece.

Les puedo asegurar que la respuesta por parte de la ciudadanía ha sido y es, muy positiva y ejemplar.

Táctica y estratégicamente, se persigue que el país “tenga realmente la superficie que tiene”, y que pueda ser utilizada, desde el punto de vista social y turístico, los 365 días al año, y las 24 horas del día. Este es el gran reto de El Salvador, y me atrevería a decir que, también de otros muchos destinos turísticos.

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