martes, 5 de octubre de 2021
DESTINOS SOSTENIBLES POR EL FACTOR DE LA SEGURIDAD.
Esta pandemia ha dejado una profunda huella en el sector, tanto en su componente
visual y externo como en el interno, en su sala de máquinas, con unos agentes
que vuelven a desarrollar procesos de adaptación y recuperación, tanto desde el
punto de vista de los destinos como de los turistas y visitantes.
Un sector que ha visto como su actividad se ha reducido a la mínima expresión y con ello, y
valga la paradoja, sus habituales parámetros de violencia e inseguridad se han
visto encubiertos por esa inseguridad de rango superior que ha significado el
Covid 19.
Superada la pandemia, es muy probable que reaparezcan las
inseguridades socio – turísticas preexistentes, lo que aconseja que, junto a la
gestión estandarizada, también se deban de hacer frente a las “olvidadas”
situaciones de violencia e inseguridad. Y esto viene dado por un hecho
totalmente trascendental. La de unos ciudadanos y turistas que debido a esta
pandemia se han ido dotando de un “chip” donde sus demandas en materia de
seguridad se van incrementando de manera exponencial. Demandas que se van a ver
reflejadas en su comportamiento y relaciones, en sus lugares de residencia,
empresas y destinos elegidos. Por ello, ¿cómo establecer una “nueva lógica
sectorial” que sea capaz de adecuarse a los nuevos requerimientos de ciudadanos
y turistas? Y es que, la reactivación del turismo no ha de basarse en una mera
reposición del pasado, sino que ha de tener en cuenta que, la nueva trama
turística y de los servicios se ha vuelto mucho más compleja y plural, lo que
exige el establecimiento de nuevas metas y compromisos. Como ha quedado
demostrado, la seguridad existente en nuestros destinos,
empresas e instituciones, es un elemento decisivo para la competitividad y
sostenibilidad de las mismas. En este sentido, la mayoría de los estudios y
opiniones, perciben un escenario de mayor relación entre el turismo y la
sostenibilidad, eso sí, a ser posible lo más adaptado a sus respectivas
demandas y características. Si se profundiza, se percibe que el sector necesita de
una seguridad añadida, por un lado, la de sus empresas y servicios, además de la
de sus respectivos entornos y países, lo que hace que consumamos y dependamos de
una doble seguridad, algo no tan evidente en otros sectores productivos.
Llegados a este punto, sería conveniente que reflexionáramos sobre nuestra
particular sostenibilidad - seguridad ya que, desde siempre, los destinos más
inseguros son los más insostenibles, con turistas que en muchos casos ni llegan
a los destinos y si lo hacen, es en menor cuantía y con serias dificultades. Por
lo tanto, que la vida en los destinos transcurra con cierta despreocupación y
sostenibilidad es posible únicamente cuando hay seguridad. Algo que no surge y
se mantiene de manera espontánea y donde en muchas ocasiones el sector, tiene dudas
de manifestarse por la sensación de alarmismo que se puede generar. En suma,
garantizar la seguridad de los países - destinos ha de ser el resultado de un
firme compromiso, con procedimientos de control adecuados y con una ciudadanía,
sector y turistas que se van a convertir en jueces más estrictos ante los
diferentes proveedores de la seguridad integral que se necesita. Finalmente,
admitamos que todos somos apóstoles incondicionales de un futuro turístico
seguro y sostenible, pero por la implicación que conlleva, sería aconsejable que
nadie se sintiera cómodo y satisfecho. Hemos de dar pasos hacia una incomodidad
creativa que sin romper lo establecido, profundice en nuevos procesos. Y perdonen mi reiteración, pero
el chip que portamos como ciudadanos y turistas va a estar cada vez más
presente...
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
1 comentario:
La seguridad, entendida como la sensación que tiene un individuo, en este caso un turista, de encontrarse en un terreno no hostil y razonablemente carente de amenazas físicas y con seguridades jurídicas, desgraciadamente, no depende del sector turístico. Y por eso España camina en dirección contraria a la sostenibilidad turística, despilfarrando décadas de marca España.
Tenemos ciudades, pongamos Barcelona, antes faro turístico, en las que los turistas son invitados a un “go home!” Que protagonizan durante semanas incidentes callejeros, reproducidos televisivamente en todo el mundo, con quema de equipamientos urbanos y saqueos de comercios, donde impera la ley de la selva a la inversa, porque hasta la propia autoridad es agredida con el permiso e incluso incitación institucional.
Vivimos en un país en el que las Instituciones promueven y aplican la desobediencia a la Ley y a las sentencias de los tribunales. Un país donde los diputados se permiten agredir a patadas a policías o a viandantes y sus partidos los consideran por ello “buena gente”, merecedora de cargos vitalicios a costa de los contribuyentes (incluso de los físicamente agredidos).
Ofertamos un país en el que acogemos calurosamente y no repatriamos a emigrantes ilegales, muchos de ellos devenidos en delincuentes si no lo eran ya en origen, especialmente en zonas en las que rechazamos la llegada de turistas legales.
Podremos analizar y comparar nuestros índices de delitos con otros países y pretender que no somos los peores. Pero la imagen que proyectamos al mundo es que España es un ventisquero político e institucional contrario a cualquier tipo de seguridad personal. Y la imagen lo es todo en Turismo.
Publicar un comentario