Un claro ejemplo, lo tenemos en
el Mobile Wrold Congress (MWC) de Barcelona que, este año se ha visto obligado
a cancelar su certamen anual por temor al contagio del coronavirus. Situación que
influye negativamente en su sector turístico, aunque continúe desarrollando su
actividad de forma más o menos normalizada. Y es que estamos hablando de una
epidemia que, en principio, nada tiene que ver con la organización de una feria
tecnológica pero que afecta a infinidad de parcelas, incluidas la actividad
turística y de los servicios de la Ciudad Condal.
Vivimos en un tiempo donde se ha de
reconocer la fluidez en los desplazamientos, en el acceso a los destinos y en la
circulación de personas y mercancías pero, también se ha de tener en cuenta que,
cualquier suceso puede alterar drásticamente lo existente y programado. Se
trata pues, de situaciones que preocupan al sector y ante lo cual, se sigue
reaccionando y actuando a remolque de unos acontecimientos y sin la debida interlocución.
Por derivación se piensa que, disponiendo
de la “seguridad local finalista”, la ciudad y el evento tienen el
reconocimiento y las garantías necesarias. Pues craso error, porque cuando
surgen todo ese desajuste o conjunto de desajustes externos, ambos se ven
penados de manera injusta y desproporcionada y sin que se sepa a ciencia cierta
cuál o cuáles son los motivos reales para la cancelación de dicho certamen u
otros similares.
En este sentido, factores tan
difusos pero coincidentes en el tiempo como ciertas cifras y noticias, la
posible incidencia en la salud de las personas, las recomendaciones emitidas
desde algunos ministerios y secretarías, el impacto de algunas imágenes, la
coincidencia o no de diferentes intereses y hasta determinadas posiciones
geoestratégicas; pueden ser algunos de los motivos que han llegado a paralizarlo.
En todo este contexto, es lógico
que Barcelona tenga dificultades para adaptarse a un escenario global del que
forma parte, y que además “le insta a involucrarse en procesos añadidos y no
habituales”. Ello hace que reine la incertidumbre ante la necesidad de
gestionar una serie de relaciones y conexiones cada vez más complejas y
enmarañadas.
Llegados a este punto considero
que parte de su asentada experiencia social y sectorial, quizás deban de ser
revisadas y analizadas desde el punto de vista metafísico y con ello irse
inmiscuyendo y adquiriendo un mayor encaje interno y, sobre todo externo.
Una profundización basada en la
observación, conocimiento y entendimiento de lo universal y dirigiendo la
atención a aquellos aspectos que superan lo meramente físico y empírico que
representa la Barcelona actual como ciudad y destino.
Qué duda cabe que, en esta nueva
trayectoria, la inteligencia artificial ha de facilitar y simplificar la penetración de la metafísica en el mundo del turismo y de los destinos. Y es que, la conexión y relación
de diferentes estratos y materias en materia turística, de seguridad y de
percepción en un mundo cada vez más interconectado; se convierten en nuevos factores
determinantes de competitividad, credibilidad y fiabilidad a nivel local y
global.
En definitiva, nuestra aceptación
y aprendizaje “de lo universal”, nos ha de ir convirtiendo en permanentes
“sujetos pensantes” para entender mejor lo que pasa y no pasa a nivel
universal y en nuestro propio entorno. Ello nos irá dotando de una experiencia cada
vez más notable, profunda y sensible para poder acceder a tan ansiado reconocimiento y se reitera, de la consiguiente aceptación entre los mercados
No hay comentarios:
Publicar un comentario