Año tras año, las cifras del
turismo internacional nos muestran que sigue siendo uno de los sectores
económicos más fiables y boyantes. Sin embargo, muchos de sus destinos e
intereses admiten vivir con todo tipo de urgencias y temores. Parece que los
actuales momentos están trayendo consigo el caos, las crisis e inseguridades,
la corrupción, un inestable medioambiente, el populismo, terrorismo, la
fragmentación turístico – social, etc.
Ello
hace que el turismo sea percibido, en algunos casos, como un títere en manos de
alguien o algo poderoso que influye negativamente en su suerte y en otros, es
el turismo el que mueve los hilos y es tomado como la raíz de muchos de los
males que aquejan a la sociedad actual. Por lo tanto, da la impresión que al
turismo se le va asignando una visión negativa y que “tiende ir a peor”.
Por
el contrario y vuelvo al inicio; existen infinidad de informes, estudios y
artículos, de fácil acceso tanto en internet como otros medios, que nos
permiten reafirmar que “el sector va cada vez mejor” aunque sigue sin ser
perfecto. Una realidad que exige se vaya tomando decisiones dirigidas a mejorar
los entornos sociales y turísticos, entre otros aspectos, en materia de
seguridad.
Por
lo tanto, si no se es capaz de optimizar la seguridad de los países y de los
destinos, no se puede echar la culpa al desconocimiento intelectual y del
entorno, sino que probablemente se ha ido imponiendo el “no intentarlo” porque esa
seguridad bicéfala, sigue sin ser un factor prioritario entre sus responsables,
aunque puntualmente lleguen a afirmar lo contrario.
La
premisa es sencilla; el sector turístico va mejor, tanto en los países donde la
violencia e inseguridad se ha vuelto algo peligrosamente cotidiana como, en los
países – destinos donde la violencia tiene una menor carga social y sectorial y
por lo tanto la situación puede ser “más manejable”.
Por lo tanto, los destinos y sus ciudadanos
demandan seguridad para poder coexistir en armonía; y paralelamente, el sector
turístico también desea y exige que, ese mismo entorno y sociedad, dispongan de
las mejores condiciones posibles.
Debido a ello, la
solidaridad y las mejoras atribuidas al sector turístico, no deben detenerse en
la generación de riqueza, empleo, mejora de ciertos equipamientos sino que,
debe de ser más ambiciosa a la vez que
generosa. En ello le va su actual y futuro nivel de competitividad. Y eso
invita a revisar la seguridad integral de las naciones – destinos desde el
sector turístico y viceversa.
En este
sentido y hasta la fecha, se ha impuesto la insensibilidad a la lógica de la
razón en materia de una seguridad (turística) integral e integradora. La
imposibilidad de influir y de llegar a participar desde la óptica del sector,
el “siempre ha sido así”, la falta de acoplamiento de la seguridad –
credibilidad con las acciones de marketing, la dificultad de relacionarse con
otras áreas e instituciones y el considerar al turismo como un obstáculo
añadido en la búsqueda de una mayor seguridad; sigue abocando a los países a
tener que buscar soluciones desde una óptica estrictamente policial – militar, con
la consiguiente inadecuación a las necesidades turísticas y a su proyección
como país.
Por
lo tanto y desde el sector, se han de superar las actitudes conformistas e
inmovilistas, para convencer y hasta guiar a otros agentes e interlocutores hacia
una mayor comprensión y visión de la actividad como un conjunto o “tela de
araña relacional” que, llega a ser coincidente con muchas de las demandas de su
propia ciudadanía.
Por todo ello, se impone un pensamiento
crítico constructivo, por cierto nada alarmista, lo que convertiría al sector
turístico en un sector más participativo, visible y solidario con el entorno y
sociedad donde desarrolla sus funciones y cometidos.
1 comentario:
Me parece que debe ser así, el sector turistico debe de ser más solidario y estar consciente de una realidad que se vive, ser creativos y siempre pensar en positivo, con fe y esperanza.
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