“Los destinos
turísticos que estén dispuestas a añadir valor emocional a través de la
seguridad turística conseguirán ventajas competitivas muy duraderas y en un
futuro inmediato”
Nosotros, responsables de los destinos turísticos, estamos
tendiendo a un mejor conocimiento de las tendencias turísticas mundiales y a un
mejor conocimiento de las mentes y los corazones de nuestros turistas y
visitantes.
Pensemos que las decisiones influenciadas por la emoción en
la actividad turística son más profundas y duraderas que las basadas únicamente
en el pensamiento racional y hasta en el pensamiento mercantil.
Partiendo de ello, pongámonos por un momento en la piel de un
turista que ha tenido una mala vivencia o experiencia en su lugar y tiempo
vacacional. Estamos hablando de un hecho irreversible que superado todas las
fórmulas preventivas puestas a su disposición; el mal nos ha superado a todos.
¿Ustedes se hacen a la idea del grado emocional (negativo) que anida en la
mente de dicho turista?
En este escenario, nuestra capacidad de influencia en muy
baja o casi nula. Nada ni nadie podrá subsanar el mal causado. Y sin embargo, ¿podemos
aportar algo como destino turístico? Perdón, ¿debemos de aportar algo como
destino turístico competitivo?
Sobre esa persona y su momento emocional clave y difícil
¿podemos intervenir u ofrecerles algo necesario y “no pactado”? Sinceramente,
si y mucho.
La seguridad turística como valor emocional permite a los destinos
desarrollar y ofrecer un servicio emocional y humano correcto, en el momento
oportuno, en el lugar oportuno y a todo turista y visitante que lo necesite.
Y es que la seguridad turística como valor emocional no es un
truco, no es una ocurrencia, no es una moda pasajera, algo que se pueda tomar a
la ligera y de forma insustancial, sin ética y sin una atención auténtica y sin
contenidos y por lo tanto, sin un compromiso por parte de los responsables de
los destinos e intereses turísticos.
Y es que el propósito de todo destino e interés turístico es
el de cumplir un papel específico en la sociedad actual y con ello, estar
preparados para satisfacer las necesidades más cruciales e inverosímiles de
nuestros clientes, nuestros turistas y visitantes.
Por lo tanto, el valor emocional de la seguridad turística,
nos permitirá obtener unos beneficios que han de revertir en la mejora de la
maquinaria integral e integradora que supone la seguridad de los destinos
turísticos altamente competitivos.
Y es que, en definitiva, estamos introduciendo un método
práctico al incorporar componentes emocionales positivos y racionales que
generarán proposiciones de valor más completas para nuestros destinos e
intereses.
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