jueves, 22 de febrero de 2018

MENCIONAR LA SEGURIDAD TURÍSTICA DE LOS DESTINOS. ¿GENERA RECHAZO ENTRE SUS RESPONSABLES?




Como lo he expresado en varias ocasiones, partimos de una realidad  objetiva. El turismo es un sector sensible y vulnerable en situaciones de inseguridad y con la repercusión que puede alcanzar a nivel interno y externo.
Por derivación; hablar de seguridad en el sector, es algo que crea inquietud e inestabilidad porque se considera que, puede alcanzar el objetivo contrario al perseguido, y que no es otro que, aumente la alarma social y sectorial lo que supondría “más presencia tangible” de una inseguridad, ya de por sí incómoda.
Sin embargo, el hecho de profundizar sobre la seguridad en el sector; es algo que se proclama como imprescindible para la buena marcha de la actividad.
Por lo tanto, se identifican unos conductas que van, desde evitar toda mención hasta la petición de asistencia para que se pongan en marcha mecanismos más firmes ante una violencia que, ya incide claramente en la captación de turistas y de inversiones.
Si se llega a este último extremo, es muy probable que la inestabilidad sea mayor porque, a la inseguridad que siempre ha estado presente, se une el reconocer que “ahora ya nos afecta de verdad”
Y entonces aflora, más si cabe, el temor por la inseguridad y se intuye que “estamos siendo chequeados en exceso” por los mercados emisores. Por lo tanto, se genera un doble temor; se teme a la inseguridad existente y a la vez, a las consecuencias y percepción negativa entre los mercados. Y ello hace que se esté forjando en el sector, una fuerte aversión al rechazo del destino, de sus intereses y atractivos.
Pero se ha de pensar que, en la mayoría de los casos, cuando se rechaza un destino, no lo es por motivos estrictamente turísticos, sino por otros factores ajenos pero coincidentes con la realidad turística. Normalmente, son “lagunas del país” las que afectan al sector productivo turístico.
Cuando un mercado y sus turistas rechazan un país - destino por violencia e inseguridad, se debe de interiorizar que dicho rechazo le está ayudando a descartar y a la vez a mejorar ciertos servicios y mecanismos. No es que el país – destino no sea lo suficientemente atractivo y seductor, sino que los turistas y mercados opinan que se han de revisar algunos detalles.
Por lo tanto, pensar que la solución a los problemas de seguridad en el sector dependen exclusivamente del mismo o por el contrario, pensar que los van a solucionar otros agentes y colectivos sin la implicación turística; es evitar tomar nuevos compromisos y responsabilidades, lo que agrava la situación.
En este sentido, destinos afectados por la inseguridad, siguen pensando que es preferible apostar por las campañas de marketing especializadas y llamativas  antes que admitir la necesidad de participar en la mejorar la seguridad integral del país y de los destinos. Es un rechazo irracional del sector que se sigue reprimiendo y ocultando para no ser “más rechazado” desde los mercados.
Por lo tanto, se ha de intentar que el sector ni quede paralizado ni sin participación en la mejora integral de los escenarios turísticos. Se debe de superar “el hacer lo mismo todos los años” cuando la violencia e inseguridad sigue estando presente.
No se debe confundir la mejora o modernización de ciertos procesos con el desarrollo de nuevos hábitos desde y para el sector. La asunción de esos nuevos hábitos, algo más profundo y constructivo, hará que las reacciones y actitudes previsibles ante la violencia vayan desapareciendo. En definitiva, se han de tomar serias decisiones para superar escenarios o zonas de confort excesivamente asentadas.


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