martes, 29 de noviembre de 2016

Los seguros de viajes y la seguridad turística (I)


La violencia e inseguridad, real y/o percibida, no solamente influye en el día a día de los turistas y los destinos, sino que va dejando a su paso un reguero de dudas a los que se debe de hacer frente. Dudas, riesgos, incertidumbres que pueden tener un marcado carácter turístico y/o colateral, y que nos hacen pensar en los peligros que podemos o no encontrarnos  en nuestros desplazamientos y destinos vacacionales.
Riesgos, dudas o peligros potenciales que pueden ser debidos a experiencias negativas antes, durante y después de un viaje turístico que, una vez generados, raras veces son reducidos por sus creadores, ya que son conscientes que pueden manejar e influir en los mecanismos productivos (turísticos), en los atractivos que conforman los destinos y en la mente y voluntad de los turistas y viajeros.
Con la llegada de internet, el turismo internacional se hace más visible, sugerente y atractivo pero indefectiblemente, se generan nuevas amenazas que todavía no están siendo tenidas en cuenta. Esto no significa que no se pueda llegar controlar la violencia, inseguridad, los riesgos y la incertidumbre, sino que sus consecuencias negativas suponen una llamada de atención a los que solamente percibieron en las nuevas tecnologías, meras ventajas para el desarrollo y producción de la actividad. 
Dentro de las ventajas, podemos incluir factores que pueden llegar a garantizar nuestra seguridad y estabilidad, pero a la vez, están contribuyendo a “acercarnos” los riesgos y peligros unidos al sector, lo que exige se pongan en marcha diversas herramientas de información, prevención, etc.
Por todo ello, las nuevas tecnologías han posibilitado que la violencia e inseguridad se hayan convertido en un acto narrativo que está muy presente en nuestras vidas, como consumidores y responsables sectoriales que, por lo general tiende e paralizar las demandas y los destinos. Parálisis reflejada entre quienes, percibiendo la dimensión de la violencia, inseguridad y del peligro existente; consideran que “no hay nada que hacer” para cambiar el escenario, lo que conlleva el desvío de atención hacia otros productos y una solicitud de ayuda desde los destinos, siempre a remolque de los acontecimientos. Por lo tanto, la escenificación de la violencia e inseguridad no sólo es servible por los que la generan, sino que también lo es para esos intereses que hacen de la inseguridad, de los riesgos y de las dudas su razón de ser.
Entre esos muchos intereses existentes, deseo citar los seguros de viajes. Cada vez en mayor medida, los turistas potenciales y reales, ante cualquier escenario de duda y riesgo, acuden a las compañías de seguros en busca de consejo, llegando a un acuerdo cuando haya un punto de confianza y fiabilidad entre el turista y la compañía.
Con la contratación de ese seguro de viaje y su desembolso correspondiente, el turista se dota de un “cierto grado de tranquilidad” porque mentalmente el seguro le está permitiendo reducir sus inquietudes e inestabilidad ante hipotéticos peligros futuros.
Por lo tanto, el seguro de viajes se convierte en un soporte que permite al turista idear o percibir un destino turístico de manera más positiva cuando, todavía nada se ha concretado.
En definitiva, ante un escenario turístico inestable y hostil, el seguro de viajes nos otorga una “estabilidad emocional” que permite adentrarnos en un destino o viaje que, en principio nos generaba inquietudes. Parece que el seguro nos ha despejado el camino y nos facilita la opción de desplazarnos y elegir un destino hasta hace poco inseguro.   
Si por el contrario, y antes de la contratación, el peligro se hace tangible, existe y es medible, el seguro de viaje no llega a producirse y por lo tanto, no hay proceso de contratación alguno.  Y es que en los intereses de las compañías, ha de existir en los destinos un riesgo virtual y a futuro que genere las dosis justas de incertidumbre e inseguridad para que se produzca dicha contratación.
Llegados a la hora de promocionar sus servicios, las compañías se basan en unos servicios modernos y funcionales que son ofertados a una clientela en momentos en que ciertos productos, destinos e intereses turísticos generan las dudas e incertidumbres antes señaladas.
¿Se preocupan de igual modo de los destinos, productos, servicios y experiencias? ¿Qué más factores de promoción – proyección utilizan las compañías de seguros para captar a sus clientes – turistas? Lo veremos en la segunda parte. Saludos.
PD: En esta primera parte he intentado mostrar la relación que existe entre los seguros de viajes y los turistas cuando aparecen escenarios y destinos inseguros.
En la segunda parte, deseo exponer la relación existente entre esos seguros de viajes y los destinos e intereses turísticos 


miércoles, 16 de noviembre de 2016

La seguridad económica y nacional como objetivo común de la Cumbre Ministerial OMT/WTM



En esta pasada edición de la Feria World Travel Market – WTM de Londres se celebró, organizada por la Organización Mundial del Turismo – OMT, una Cumbre Ministerial que llevó como título “Turismo y Seguridad: promover los viajes seguros y fluidos”.
Con el fin de abordar tan sensible tema, se dieron cita más de 60 ministros de turismo  y una alta representación de los diferentes subsectores que conforman el turismo internacional.
Desde este blog, me siento plenamente identificados con lo que allí se expuso, ya que muchos de los argumentos y contenidos que surgieron en la cumbre, coinciden con nuestra línea de pensamiento y nuestra visión del binomio turismo y seguridad.
Aspectos tales como “la inclusión del turismo en las estructuras de crisis y de emergencia” de los destinos, de siempre nos ha parecido algo consustancial a la actividad, aunque su engranaje transversal, sigue siendo una de las asignaturas pendientes de los destinos y del turismo internacional.
Otro aspecto, que deseo resaltar de la Cumbre, es el apartado de las “recomendaciones, percepción y la coordinación”. Como hemos expuesto en varias ocasiones, la comunicación es fundamental para la competitividad y credibilidad de los destinos turísticos. Incidiría en que fuera una comunicación transparente y por lo tanto, transmisora de los auténticos valores y con ello, se superara esa actitud “tactista” de comunicar para encubrir carencias y desajustes, en este caso, en materia de seguridad.
Asimismo, me parece del todo acertado que uno de los principales retos que surgieron fue, el admitir que la seguridad en la actividad “es una responsabilidad compartida entre los sectores público y privado y entre las diferentes instancias de las administraciones”.  Aquí sigo considerando que la iniciativa y actitud proactiva ha de surgir del sector. Hemos de interiorizar que es nuestro interés el que prima y que el resto de las instancias gubernamentales no tienen porqué disponer de una percepción turística de inicio. Pero, su aportación es y debe de ser decisiva para el devenir del sector. Tener la capacidad de “turistizar” e implicar a ciertos servicios públicos es una responsabilidad que nos atañe.    
También deseo resaltar otro punto de la Cumbre, el que hizo referencia a “si no apoyamos a los destinos afectados tampoco podemos promover la estabilidad y la paz”. Recientemente hemos hecho mención en este mismo blog, a la relación existente entre la estabilidad y la paz con el sector turístico y viceversa. Una relación que abarca factores tan dispares como el territorio, la ciudadanía, la producción y el desarrollo social, la imagen y percepción externa, etc.  

En definitiva, siempre consideraré un acierto que se sigan organizando cumbres en materia de turismo y seguridad. Su alta sensibilidad las hace más valiosas ya que posibilitan el poder confrontar diferentes opiniones y puntos de vista.  

jueves, 10 de noviembre de 2016

El desafío de los espacios turísticos. La prueba de la seguridad (II)




Siguiendo con el artículo anterior, deseo profundizar en la incidencia que la seguridad llega a tener en los territorios y espacios de clara vocación turística y social.
De todos es sabido que el desarrollo equilibrado y armonioso, la utilización racional y responsable de sus atractivos y recursos, la necesaria relación transversal entre los diferentes colectivos y administraciones y su incidencia en la calidad de vida; son algunos aspectos a tener en cuenta cuando vinculamos espacio y actividad sectorial.
Pero considero que, a todos ellos, se ha de unir expresamente el factor de la seguridad integral. Y es que la falta de este requisito que incide en el clima social de los países y los destinos; hace que potentes y ambiciosas iniciativas no terminen de germinar del todo. Es más, llegado el caso, se intenta ocultar la inseguridad al objeto de facilitar el desarrollo de los planes previstos. Normalmente, subsisten de forma muy debilitada no alcanzando los objetivos previstos,  van siendo aparcados a medio camino o, en el peor de los casos, no llegan siquiera a nacer. 
Hemos de darnos cuenta que los objetivos de los inversores, de los turistas y de la propia sociedad civil, se vuelven coincidentes y eso llega a tener una fuerza estratégica de gran calado. Todos desean y necesitan la paz, la seguridad y la estabilidad de los países - destinos.
Por lo tanto, será más fácil que se pongan en marcha políticas de seguridad integral donde la seguridad del país - ciudadano vaya unida a la seguridad del destino - turistas.
¿Eso que conlleva? Que la puesta en marcha de estrictas medidas de seguridad policiales, judiciales, sociales, de salud, en infraestructuras y equipamientos, etc., etc., tengan en cuenta ese doble objetivo, social y sectorial,  para incidir de forma más categórica en espacios y escenarios muy condicionados por la inseguridad.  
Ello posibilitará que determinados atractivos y recursos “recuperen” muy rápidamente sus propiedades y su reconocimiento entre la ciudadanía y los  consumidores. Una recuperación que, inmediata e inicialmente, será capaz de producir servicios, vivencias, experiencias sin la necesidad de realizar grandes desembolsos.
 Es y será tan grande las expectativas que se crean a partir del “final oficial” de todo hecho y situación de violencia e inseguridad que el “nuevo espacio o territorio”, por sí mismo, llegará a convertirse en motor de desarrollo, si se apuesta por la opción turístico - ociosa.
Ese valor que llegarán a alcanzar esos “nuevos espacios y territorios” en términos económicos, socio culturales y naturales deberán de estar basados en un liderazgo que, partiendo de la visión turística, sea capaz de aglutinar voluntades para poder “decidir desde un conocimiento integral y compartido”

Como vemos la recuperación de la seguridad social y sectorial exigen toda una amalgama de relaciones y cruce de servicios coordinados en tiempo y contenidos. Si la visión y los objetivos son puramente verticales y sin la visión turística añadida, la debilidad del sector y la pérdida de oportunidades estarán asegurados. Primará el factor del territorio –país pero no el del territorio - país-destino turístico.