miércoles, 13 de julio de 2016

Turismo, Seguridad y Reputación





En la Actividad turística, el “qué dirán, el cómo nos verán o como nos perciben” es un aspecto consustancial para su suerte y devenir  y por lo tanto, está muy presente en su día a día.
Y es que, todo destino desea apropiarse de ese estado o valor que representa la buena reputación para llegar a las mentes y los gustos de sus clientes, reales y potenciales, y con ello, alcanzar los objetivos previstos.
Hemos de pensar que la imagen y la reputación turística son una consecuencia de lo que se hace, de lo que ocurre y de lo que se dice como destino e interés turístico. De esta forma se va generando un poso de percepción que, todos deseamos, que sea lo más positivo posible.   
Una reputación que parte de los productos, vivencias y experiencias que surgen de los recursos y atractivos de “carácter  institucional” y mayormente, de la oferta de alojamiento y de restauración, la ser estos dos subsectores, los más significativos dentro de la gran maraña de servicios privados.
Además la reputación puede estar dotada de lo que históricamente haya sido u ocurrido en mi país - destino, al margen de que la naturaleza de esos hechos tengo o no un carácter turístico.
Por ello, el mantenimiento y la alimentación continuada de una buena realidad – imagen, irá generando una reputación en sus  destinos y empresas, algo que les permitirá poder hacer frente a situaciones de crisis e inestabilidad.
Pero cuando surge la inseguridad; la imagen y reputación de los destinos, puede llegar a resentirse muy profundamente y generar cierto rechazo.
Para que esa imagen - reputación turística no se convierta en algo efímero en momentos de crisis, será necesario dotarla de irrefutables particularidades. Son “situaciones particulares” que requieren de “actitudes particulares”. Llegados a este punto, considero que se impone lo que denomino...

“Responsabilidad Social y Sectorial Turística”, como sinónimo de deber y conveniencia, en materia de imagen y reputación.

Que, en materia de información, sería aconsejable que…
·        Sea lo más veraz y real posibles.
·        Acumule todo un conjunto de factores diversos, turísticos y no turísticos, públicos y privados.
·        Sea elástica y adaptada a cada una de las diferentes audiencias, nichos y públicos objetivo.
·  Por derivación, sea capaz de ajustar la relación turista - destino continuamente, y más en esos momentos.
·        Se imponga la coherencia frente los vaivenes y contradicciones.
·     Disponga de las herramientas y de los factores de creatividad acordes con la sensibilidad existente. 






martes, 5 de julio de 2016

Seguridad Turística; el Arte de la Influencia. Transmisión de emociones (y II)




Hace unos días publiqué el artículo titulado “Seguridad Turística; el Arte de la Influencia. Transmisión de emociones” y, pasados unos días, me dispongo a redactar la segunda parte del mismo, a través de la correspondiente profundización de contenidos.     
Y lo hago porque, entre medias, nos hemos topado con otros hechos luctuosos, violentos e inseguros de “raíz no turística” pero, con una acusada incidencia en los intereses del sector y en sus respectivos países y destinos.

Como la frecuencia de los mismos parece que va en aumento, considero que el sector y sus intereses han de estar mucho más preparados para hacer frente a estos momentos críticos, en muchos casos irreversibles, lo que hace que cunda, más aún, el desánimo y la impotencia entre sus responsables. Estamos hablando de momentos muy sensibles y emotivos que, es conveniente que sean tratados mediante la regulación de nuevos procesos.

Llegados a este punto, el denominado “Arte de la Influencia Turística” sería conveniente que se convirtiera en el paradigma, en la base de una nueva norma y  en el embrión de un modelo de relación efectivo que permita al sector dar a conocer su verdadera situación y,  con ello, disponer de nuevas estrategias y tácticas consensuadas en esos momentos de aislamiento y fragilidad.  

Arte de Influencia Turística que:

·        Sería aconsejable que fuera comprendida y admitida por el propio sector, “comprender integralmente” la situación cuando se coincide y convive con la violencia. En este sentido, considero que los hábitos del sector han de ser revisados profundamente.
·        Lo que llevaría consigo la “revisión de las actuales prioridades” en la parte pública y privada.  El definir la lista de tareas que el sector ha de asumir - exigir con respecto a los requerimientos de los turistas, mercados y proveedores internos en momentos de crisis; es algo básico, urgente y necesario. 
·        Por añadidura, el “dar a conocer” esa lista de tareas a los interlocutores adecuados, los que realmente pueden y deben de colaborar con el sector; hará que el sector se implique con mayor intensidad y notoriedad, dando paso a un nuevo escenario de consenso.

Como consecuencia de lo anterior, el preservar y el realzar esas “nuevas relaciones” ha de volverse objetivo prioritario para los intereses turísticos y de las diferentes contrapartes. Todos se sentirán más arropados, participativos y comprensivos con los procesos de seguridad genérica y específica a desarrollar.

Por el contrario, si esta idea del “Arte de la Influencia Turística”, no es tratada  con la importancia que se merece; se tenderá hacia lo fácil, lo agradable, lo popular, lo llamativo y vistoso del sector, hacia la búsqueda de respuestas milagrosas, el autoengaño, la reiterada autojustificación, el lamento e impotencia, etc., etc., etc.

Por todo ello, creo que no existe para nuestro sector, nada más importante y transcendental que su seguridad sistémica.