sábado, 25 de junio de 2016

Seguridad Turística; el Arte de la Influencia. Transmisión de emociones.





Como cualquier sector económico y productivo, el sector turístico desarrolla toda una batería de procesos y actividades que le confieren de una singular personalidad. Procesos y actividades vistosas y tangibles que dotan al sector de un reconocimiento inmediato entre sus respectivas sociedades.
Son procesos  de producción turística, basados en demandas de ocio, recreación, que van desde las más básicas hasta las más sofisticadas. Procesos donde el componente de seguridad se considera incluido o que no existe la necesidad de profundizar más sobre el mismo.    
Pero, cuando la inseguridad supera todo límite; el sector se ve abocado a ampliar las relaciones y procesos establecidos. Cuando la ampliación depende del propio sector, la gestión y desarrollo de los mismos, se realiza sin grandes obstáculos aunque, en la mayoría de los casos, sin abordar integralmente el problema.
Por el contrario, cuando es necesaria la participación de otros colectivos públicos o privados en la mejora o superación de los efectos de la inseguridad; se ve necesario revisar el papel que ha de desempeñar el sector en momentos y situaciones tan criticas.
De partida y ante los nuevos colectivos, los intereses turísticos están en una posición desigual. Para contrarrestar esta situación, el sector ha de desarrollar una habilidad primaria, “el arte de la influencia” que consiste, en ser capaz de influir en el estado de ánimo, posición y actitud de los nuevos colectivos ante la inseguridad sectorial.  
Todo ello, mediante el envío de “información urgente y emocional” que  constituya una auténtica “economía intersectorial invisible” y que ha de estar presente en las nuevas interacciones.
Si somos capaces de reunir a los colectivos claves y les transmitimos, con fluidez y rigor, nuestro estado de ánimo por la inseguridad; se pueden dar las primeras señales de superación de nuestras (muchas) carencias estructurales en materia de seguridad turística.
Nuestras emociones y sensibilidad nos irán indicando en qué debemos concentrar nuestra actividad y con ello la atención de nuestros interlocutores, en definitiva; cuándo prepararnos para transmitir y actuar. Hemos de ser captadores de atención por seguridad turística mediante informes, advertencias, invitaciones, alarmas, etcétera.
Con ello, hemos de convertir nuestras emociones en un método de información  supereficiente. Se trataría de mensajes potentes, que transmiten información crucial. Excuso decir que la discreción y la sutiliza han de estar presentes en  todo este movimiento.

Con ello iremos percibiendo cambios sustanciales entre nuestros interlocutores que irán; desde el desapego inicial a un “contagio emocional” con y por la seguridad turística, lo que llevará implícito, mayores dosis de participación y compromiso.   

miércoles, 8 de junio de 2016

Seguridad Turística. De nuevo, mayor implicación sectorial.




Con relación al binomio seguridad y turismo, confieso que me he visto desbordado por la cantidad de información y artículos de opinión publicados en los últimos días, tanto en prensa genérica como en la específica.  
La causa de esta situación, viene dada por la acumulación de hechos violentos acaecidos recientemente; me refiero a París, Bruselas, Túnez, Bankok, Egipto, ayer mismo en Estambul, etc., etc., etc., y muy posiblemente, por la llegada del verano a Europa y la celebración de unos acontecimientos muy especiales.
Como he escrito en alguna otra ocasión, junto a estos hechos, existen otros que, aún con menor repercusión, también inciden negativamente en esos o en otros  países y destinos.
El efecto que tienen estos hechos en los mercados emisores de turismo, es el de hacer pensar y analizar más las ofertas y destinos,  que se tomen  medidas adicionales que tiendan a garantizar nuestra seguridad integral como personas – turistas y en muchos casos, que optemos por desviar nuestra atención hacia otros destinos más seguros.
Debido a ello, considero que la seguridad de los mercados y de sus correspondientes personas - turistas, es y debe de ser el objetivo prioritario de todo interés turístico si desea alcanzar el estatus y competitividad necesarios.
En este sentido, existen instituciones públicas y privadas que informan y aconsejan a sus conciudadanos, lectores, clientes; en definitiva, a turistas, sobre la conveniencia de elegir un destino para disfrutar de sus bien ganadas vacaciones.   
Así, las Secretarias de Estado, los Ministerios de Asuntos Exteriores, los diferentes puntos de información en la red, los medios de comunicación, los agentes de viajes y TTOO, etc., etc. etc.; difunden todo tipo de información y consejos prácticos.
Información y consejos con los podemos estar de acuerdo o no, que nos pueden beneficiar o no, que los podemos catalogar como oportunos o inoportunos, como reales o arbitrarios, proporcionados o desproporcionados, justos o injustos, no ajustados a un tiempo o momento crítico, etc., etc. 
Por lo tanto, existen unos hechos y una información procedente de entidades y colectivos externos que nos influye sobremanera y sobre los que no tenemos una gran influencia ni capacidad de poder contrarrestarlos.
Ello se traduce en una actitud público - privada que va; desde el silencio más absoluto, con el objetivo de no generar más alarma hasta, la queja y el lamento, cuando la situación negativa ha desbordado todo lo previsible y se ha convertido en algo “no manejable” desde los intereses del sector.
En esta tesitura, considero que el papel del sector ha de ser mucho más relevante. Y me explico, si la actividad económica – empresarial turística se ve directamente afectada; es el sector quien se debe implicar en procesos de seguridad. Procesos que tengan que ver, no solamente, con sus instalaciones empresariales, sino con la seguridad  del entorno y de los recursos que son, en definitiva, donde residen las motivaciones de visitas y estancias / producción económica.    
Con ello no deseo trasladar la idea que nos tengamos que convertir en policías, bomberos, jueces, médicos de urgencia, vigilantes, agentes de seguridad, etc, etc, etc. Sino que, esas y otras funciones han de estar orientadas a dotar de seguridad a los entornos urbanos que, sin dejar de serlo, son espacios de producción y de exportación turística  integral. Y ello, y a mi entender, requiere de un tratamiento o barniz de seguridad añadido.
Si no nos preocupamos que esto se vaya dando, seguiremos disfrutando de una “cierta comodidad”, dependiendo de visiones y   voluntades externas y a remolque de unos acontecimientos que nos superan.
Es el momento de visualizar integralmente los destinos y desarrollar el arte de la influencia que comenté en el artículo anterior.

     

miércoles, 1 de junio de 2016

Seguridad turística. Regulación y procesos. El arte de la influencia.


La mayoría de las realidades e iniciativas que tratan directamente  sobre la seguridad en el sector, se ven en la necesidad de solicitar colaboración a áreas o campos fuertemente regulados, lo que influye en el devenir de la misma.
 Es por ello, que la seguridad en el sector, no solamente se enfrenta a sus problemas, sino que, que se ve obligada a trabajar bajo rígidas restricciones legales, relacionales y de una acusada falta de comprensión e identificación.
Y es que la actividad turística por sí misma, no dispone de los recursos para acometer y poner en marcha tan ambicioso proyecto. Es más, en muchos casos, no tiene una idea precisa de lo que realmente se necesita y desea.
En tales circunstancias, la seguridad turística es gestionada por otros campos que desempeñan esta función desde una perspectiva, inicialmente ajena al sector aunque, con el paso del tiempo, van adquiriendo cierta singularidad sectorial. 
Por lo tanto, hemos de admitir que, en gran medida, se trabaja desde fuera del ámbito de la actividad, lo que hace que muchos procesos con perfiles “no turísticos”, no lleguen a alcanzar las prestaciones deseadas. 
Y es que, la implantación de un auténtico sistema de seguridad turística integral, ha de disponer del mayor grado de concreción y de especialización posibles. Ello exige de una mayor implicación del sector público - privado y, por extensión, de la implicación – participación de otras áreas. 
Para ello consideramos de vital importancia, el ir desarrollo del “arte de la influencia turística” para obtener el respaldo y el compromiso de otros colectivos clave.  Y creo que éste debe de ser el bien más preciado de todo responsable público - privado.
 Por lo general, el sector turístico, no es de las áreas más influyentes y reconocidas dentro de los respectivos gobiernos y colectivos socio – económicos. Su poder ha de residir en la capacidad de influir sobre los otros. Si no dispone de esa capacidad dejará de ser eficaz, y más, en materia de seguridad turística.
Por lo tanto, será necesario desarrollar una aguda comprensión del ambiente general turístico y de su seguridad, desde la cual debe de ejercitarse ese “arte de la influencia”. Ambiente en el que los elementos más importantes son los “otros actores” y el grado de implicación en la seguridad del sector. 
En definitiva, no se desea hablar de transacciones entre los Ministerios de Turismo / Sector Empresarial  con los otros, sino de ir transformando las actuales reglas de juego para que estén más en consonancia con unos tiempos más críticos y exigentes.