El sector turístico lleva un año sobrexpuesto, soportando múltiples vaivenes a un ritmo vertiginoso y copando infinidad de primeras páginas, con el agravante de una gestión que se ve enturbiada y que tiene serias dudas sobre cómo mantener el trazo de su presente y futuro.
Si antes de la crisis, para que
un turista accediera a su destino ubicado entre unos 1000 y 5000 mil
kilómetros, era necesario el engarce de diferentes servicios turísticos y no
turísticos, internos y externos y públicos y privados; con la llegada del Covid
19, muchos de ellos se vuelven del todo inservibles.
Además, y ante cualquier pequeño
resquicio de esperanza que da la pandemia e invita a poner en marcha procesos
muy concretos y finalistas, surgen situaciones y escenarios de tipo social,
ético y humanitario, sanitario, económico, de convivencia, de seguridad
integral, de movimiento de personas, trámites fronterizos y diplomáticos,
medidas restrictivas de todo tipo, horarios cambiantes, etc., etc. que llegan a
abortar esos pequeños brotes verdes.
Y atención, que nadie ponga en
duda que se han de priorizar las recomendaciones sanitarias ante otras de
diferente naturaleza, incluidas las turísticas y terciarias. Pero esta crisis
sanitaria, ha derivado en una crisis turística de dimensiones catastróficas que
requiere de un tratamiento diría que singular, tanto en su estricta parte
sectorial, como a la hora de aunar voluntades con los agentes y escenarios
antes señalados u otros hasta ahora no identificados.
Ante este conglomerado de
intereses y servicios que inciden en su actividad, ¿cuál es la capacidad que
tiene el sector para interrelacionarse con todos ellos y velar por sus intereses?
La ansiada vacuna ¿se convertirá en el
bálsamo que todos desean y punto? ¿las relaciones pretéritas volverán a ser
suficientes? O ¿deberán de ir aderezadas de esos u otros factores que es
probable que vengan para quedarse?
Estas dudas son visibles en la
mayoría de las realidades nacionales e internacionales, dando la sensación que el
sector se encuentra vinculado ¿y supeditado? a voluntades e intereses externos
y colaterales. Pensemos que los desplazamientos, estancias y desarrollo de experiencias
ociosas y recreativas siempre han estado ahí, aunque en cada época se han ido dando de
diferente manera, en función de las infraestructuras, tecnologías y de las
correspondientes condiciones sociales.
Una de las enseñanzas que nos esté
dejando el Covid 19, es el anhelo que muestran, pongo como ejemplo a los
turistas alemanes, hacia las Islas Baleares, que es algo a conservar y actualizar.
Son auténticas muestras de un vínculo, de un deseo por regresar a su hogar –
destino vacacional, de volver a anidar en él durante periodos de tiempo ya trillados.
Y esa querencia ha de ser tenida en cuenta entre las (nuevas) condiciones
sociales alemanas, españoles y hasta de la propia Unión Europea.
Condiciones que consideren que,
la gestión finalista de la producción y consumo a través de las personas -
turistas, es mucho más compleja y sensible que la de otros procesos
productivos. Que son sujetos diferentes país y destino, ciudadano europeo y
turistas, seguridad en los productos contratados y seguridad en los destinos, transporte
de mercancías y transporte de personas y turistas, sanidad ciudadana y
turística, etc, etc,.
Y que dicha singularidad exige de
una visión y tratamiento especial y añadido. El no hacerlo, está suponiendo que las
instituciones europeas se estén viendo desubicadas y sin las herramientas y
políticas precisas para superar los efectos de esta crisis y posibles situaciones venideras.
Creo que es un momento adecuado
para esclarecer que no se trataría de duplicidades, sino en auténticas
necesidades. Sería cuestión de revisar y definir cuál o cuáles son esas condiciones partiendo de una
posición incuestionable que, “el turismo y los turistas son lo que realmente importan”.
1 comentario:
Muy interesantes reflexiones. La globalización debe hacer replantearnos los desfasados conceptos de “emisor” y “destino”, así como el de turista entendido como persona que viaja esporádicamente por placer. Como se apunta en la entrada, hay una población flotante que se desplaza regularmente a territorios que considera parte indisoluble de su hogar, de su domicilio que es compartido y que precisa sustituir los antiguos paradigmas turísticos para acoplarlos a una realidad distinta.
Publicar un comentario