jueves, 1 de abril de 2021

TURISMO – COVID; “EL TURISMO Y LOS TURISTAS IMPORTAN”

 


El sector turístico lleva un año sobrexpuesto, soportando múltiples vaivenes a un ritmo vertiginoso y copando infinidad de primeras páginas, con el agravante de una gestión que se ve enturbiada y que tiene serias dudas sobre cómo mantener el trazo de su presente y futuro.   

Si antes de la crisis, para que un turista accediera a su destino ubicado entre unos 1000 y 5000 mil kilómetros, era necesario el engarce de diferentes servicios turísticos y no turísticos, internos y externos y públicos y privados; con la llegada del Covid 19, muchos de ellos se vuelven del todo inservibles.  

Además, y ante cualquier pequeño resquicio de esperanza que da la pandemia e invita a poner en marcha procesos muy concretos y finalistas, surgen situaciones y escenarios de tipo social, ético y humanitario, sanitario, económico, de convivencia, de seguridad integral, de movimiento de personas, trámites fronterizos y diplomáticos, medidas restrictivas de todo tipo, horarios cambiantes, etc., etc. que llegan a abortar esos pequeños brotes verdes.   

Y atención, que nadie ponga en duda que se han de priorizar las recomendaciones sanitarias ante otras de diferente naturaleza, incluidas las turísticas y terciarias. Pero esta crisis sanitaria, ha derivado en una crisis turística de dimensiones catastróficas que requiere de un tratamiento diría que singular, tanto en su estricta parte sectorial, como a la hora de aunar voluntades con los agentes y escenarios antes señalados u otros hasta ahora no identificados. 

Ante este conglomerado de intereses y servicios que inciden en su actividad, ¿cuál es la capacidad que tiene el sector para interrelacionarse con todos ellos y velar por sus intereses?  La ansiada vacuna ¿se convertirá en el bálsamo que todos desean y punto? ¿las relaciones pretéritas volverán a ser suficientes? O ¿deberán de ir aderezadas de esos u otros factores que es probable que vengan para quedarse?

Estas dudas son visibles en la mayoría de las realidades nacionales e internacionales, dando la sensación que el sector se encuentra vinculado ¿y supeditado? a voluntades e intereses externos y colaterales. Pensemos que los desplazamientos, estancias y desarrollo de experiencias ociosas y recreativas siempre han estado ahí, aunque en cada época se han ido dando de diferente manera, en función de las infraestructuras, tecnologías y de las correspondientes condiciones sociales.

Una de las enseñanzas que nos esté dejando el Covid 19, es el anhelo que muestran, pongo como ejemplo a los turistas alemanes, hacia las Islas Baleares, que es algo a conservar y actualizar. Son auténticas muestras de un vínculo, de un deseo por regresar a su hogar – destino vacacional, de volver a anidar en él durante periodos de tiempo ya trillados. Y esa querencia ha de ser tenida en cuenta entre las (nuevas) condiciones sociales alemanas, españoles y hasta de la propia Unión Europea.

Condiciones que consideren que, la gestión finalista de la producción y consumo a través de las personas - turistas, es mucho más compleja y sensible que la de otros procesos productivos. Que son sujetos diferentes país y destino, ciudadano europeo y turistas, seguridad en los productos contratados y seguridad en los destinos, transporte de mercancías y transporte de personas y turistas, sanidad ciudadana y turística, etc, etc,. 

Y que dicha singularidad exige de una visión y tratamiento especial y añadido. El no hacerlo, está suponiendo que las instituciones europeas se estén viendo desubicadas y sin las herramientas y políticas precisas para superar los efectos de esta crisis y posibles situaciones venideras.

Creo que es un momento adecuado para esclarecer que no se trataría de duplicidades, sino en auténticas necesidades. Sería cuestión de revisar y definir cuál o cuáles son esas condiciones partiendo de una posición incuestionable que, “el turismo y los turistas son lo que realmente importan”.



1 comentario:

Magna Res dijo...

Muy interesantes reflexiones. La globalización debe hacer replantearnos los desfasados conceptos de “emisor” y “destino”, así como el de turista entendido como persona que viaja esporádicamente por placer. Como se apunta en la entrada, hay una población flotante que se desplaza regularmente a territorios que considera parte indisoluble de su hogar, de su domicilio que es compartido y que precisa sustituir los antiguos paradigmas turísticos para acoplarlos a una realidad distinta.