Todos los destinos competitivos
suelen dar a conocer y explicar sus virtudes de forma amena, clara y sencilla, al
objeto de captar y seducir al mayor número de turistas y visitantes, Eso exige
que sus gestores sean expertos en utilizar y transmitir, de manera oportuna las
características de sus entornos además, de dotarles de un sesgo interpretativo
que facilite la comprensión integral del denominado “el todo turístico”.
Un hecho interpretativo que
está muy condicionado por tres factores clave; la distancia de los mercados, un
tiempo de estadía muy definido y unos medios digitales que nos orientan hacia
la concreción y simplificación de los mensajes
La visión e interpretación
de los destinos que causan de entrada, sorpresa y curiosidad por lo que
representa conocer un nuevo escenario. El contraste que se da entre el entorno
- origen de los turistas y el de los destinos, ayuda a que la experiencia turística
surja con cierta fluidez, lo que normalmente conlleva, significativos niveles
de satisfacción y reconocimiento. Como ven estoy hablando de un “don
interpretativo” que está orientado “hacia fuera” hacia los mercados, turistas y
visitantes en quienes, indudablemente se desea incidir.
Junto al mismo, considero
necesario disponer de “otro don interpretativo” por motivos de seguridad, en
este caso, dirigido hacia el interior del propio sector e instancias colaterales
previamente definidas, donde primen la mesura y discreción como forma de comportamiento
más relevante. Con ello se desea promover la comprensión del binomio turismo y
seguridad y los motivos de esta nueva actividad ante las instancias antes
mencionadas.
Y lo propongo por una
cuestión que denomino “teoría de la responsabilidad social y sectorial
turística”, a través de la cual, el sector se ha de implicar en el análisis interno
de todos los motivos generadores de inseguridad que le pueden afectar de manera
directa, indirecta y circunstancial.
Estamos hablando de una gestión interpretativa interna por la
seguridad compuesta por una reflexión objetiva, basada en el profundo
conocimiento de la situación y su incidencia en el sector algo que normalmente,
no se evalúa desde otras instancias y colectivos por considerarlo innecesario y
hasta inapropiado.
Por ello, nuestro colectivo
debe de buscar el sentido de los hechos negativos e inseguros que se generan desde
el entorno y/o desde la propia estructura turística. En ambos casos, se deberá
tener en cuenta el contexto social del país, dotarlo de un cálculo turístico y
darlo a conocer a las instancias mencinadas.
Una gestión interpretativa interna por la seguridad a desarrollar en profundidad que, a través de comentarios,
relatos y datos; pretenda que se conozca mejor la actualidad que rodea a los
intereses turísticos con respecto a la inseguridad y viceversa. Lo que se
persigue es que los agentes no vinculados al sector, perciban la conexión de la
violencia e inseguridad con el inmediato reflejo negativo en el termómetro
turístico. En el fondo es expresar las claves del porqué existen esas
alteraciones y el posterior desgate que ello ocasiona, más que describir
notarialmente qué cosas y actos violentos ocurrieron.
Por una cuestión de
credibilidad, se deberá de evitar las opiniones personales, basarse en hechos y
realidades medibles y pertinentes. En ese sentido, los responsables turísticos
no sólo han de reproducir lo que ven y oyen, sino que desde su “lente
turística” han de percatarse de los efectos en el sector, porque es imposible
descontextualizarlos de una situación de violencia e inseguridad concreta. Y es
que, los efectos negativos en el turismo, no surgen de manera aislada, sino que
parten de una realidad más amplia en la que está incrustado nuestro sector.
En definitiva, sería
conveniente poner en marcha, una gestión
interpretativa interna por la seguridad que sea capaz de analizar, de exponer situaciones, sociales,
laborales, económicas, de imagen, de influencia y notoriedad, de expresar las
claves y finalmente, de adelantar escenarios de recuperación sectorial,
contando siempre con la inestimable contribución y apoyo de sectores e
intereses colaterales, lo que exigirá nuevos compromisos y procesos para
nuestro sector.
Con ello, y adicionalmente,
el sector tendrá la ocasión de superar la “burbuja aislacionista” en la que muchas
veces se encuentra con respecto al resto de los agentes sociales y hasta
sectoriales de su propio entorno.