De nuevo un acto terrorista
indiscriminado ha roto muchas de las esperanzas que los tunecinos habían
depositado en su nuevo tiempo social, político y también turístico. Un acto
bárbaro que está condicionando la vida y las relaciones de un país que estaba y
está llamado a convertirse en referente social y político entre sus vecinos del
mundo árabe.
La masacre del Museo de El Bardo
ha tenido una gran repercusión a nivel internacional que, desde el punto de
vista turístico, supone un lastre para los objetivos marcados por sus
responsables, tanto públicos como privados, ya que todos son conscientes, que
la violencia y el terrorismo es la causa principal del descenso en las cifras y
en el nivel de competitividad sectorial.
Así, en todos los medios de
comunicación a los que he tenido acceso, se aprecia una opinión unánime al
diagnosticar la actividad turística tunecina.
Según dichos medios, el sector turístico tunecino ha quedado gravemente
afectado por este hecho insólito. Por derivación, muchos de los países árabes
de la región, también se están viendo condicionados negativamente.
A ello se ha de añadir que, las
recomendaciones de viajes, desde los más variados travel warning hasta gran
parte de los ministerios de asuntos exteriores de los países emisores sugieren;
desde tomar rigurosas precauciones hasta, desaconsejar rotundamente todo tipo
de viaje, visita y estancia a Túnez y por extensión, a los países limítrofes.
Ante este escenario, es lógico
pensar que la seguridad de Túnez como país y como destino, se está volviendo
indispensable si desea alcanzar las cotas de competitividad de no hace mucho
tiempo.
Una seguridad de tipo preventivo
y paliativo, donde las mejoras en la seguridad nacional deban de priorizarse para
poder contrarrestar, cuanto antes, la violencia e inseguridad generada por el
terrorismo islamista. En este sentido, es posible que ya se esté realizando un
esfuerzo extraordinario para desarrollar todo un sistema de seguridad que
abarque el país y que tenga como objetivo prioritario este tipo de violencia.
Estoy convencido que la paulatina
erradicación de dicha violencia, mejorará sustancialmente la actividad
turística nacional.
Pero considero que, dentro de las
mejoras de ese hipotético sistema de seguridad nacional, sería aconsejable que
se tuvieran en cuenta los procesos de seguridad propios de la actividad
turística, algo determinante para alcanzar un futuro más prometedor y
productivo.
Recordemos que la seguridad del
sector turístico no supone, solamente, el desarrollo de un servicio social y
humanitario, sino que, sin dejar de serlo, forma parte de su particular “sistema
de producción sectorial” y por lo tanto, muy vinculado a la competitividad y calidad
de su estructura institucional y empresarial. Servicio de seguridad turística
que todos los mercados, intermediarios y turistas lo exigen con
insistencia y asiduidad.
El comenzar a pensar en la
necesidad de integrar un sistema de seguridad turística en el sistema de
seguridad nacional, supondrá un gran avance de incalculables efectos
positivos. Pensar en las demandas de
seguridad del sector, a través de las
demandas de sus turistas e intermediarios, supondrán un salto cualitativo
con gran incidencia en la credibilidad e imagen de país y de destino
turístico.
La remodelación y modernización
de las estructuras y dotaciones policiales, de salud, de emergencias, las
diplomáticas y de justicia, las fronterizas, de transporte, de comunicación y
proyección, de atención etc., etc., etc. no tienen porqué entrar en
contradicción con las demandas y servicios que exigen los turistas y
visitantes. Es más, la doble exigencia que ello comporta, no hará sino que facilitar
la actualización y simplificación de servicios y procesos, no solamente a los
turistas y visitantes, sino a los propios ciudadanos tunecinos.
Por contra, el no integrar la seguridad turística
en la estructura de seguridad nacional, supondrá un freno y una escasa comprensión
de lo que demanda la actividad turística internacional.
En definitiva, considero que Túnez
ha tocado fondo. A partir de ahora, la actividad turística tunecina está en
disposición de mejorar su realidad y su estatus, dentro del país y entre los
mercados emisores más significativos. Estoy convencido de sus posibilidades. Es
su momento.