Hace unas semanas colgaba en este mismo blog, la incidencia
negativa que tuvo para los intereses turísticos marroquíes y del Magreb, unos
hechos negativos y violentos que se vieron reflejados en la prensa
internacional, en concreto en la prensa francesa.
Ahora nos llega desde Guerrero - México, unas
noticias basadas en hechos socialmente lamentables que han tenido lugar,
en los alrededores Acapulco, ciudad emblemática dentro del mundo del turismo.
Los hechos y la respuesta de parte de la sociedad mexicana se han visto reflejados a nivel internacional,
donde se encuentran los mercados emisores de turismo hacia México.
En este escenario, se aprecian dos polos diferentes que
coexisten de manera paralela, como son los medios de comunicación y los
gestores de los destinos turísticos existentes en México o en cualquier otro
destino internacional. Polos que tienden
a coincidir en momentos muy señalados, sean estos positivos como negativos.
Unos medios de comunicación con diferentes intereses y de
diferente naturaleza que, normalmente:
a) Tienen
dificultad para transformar en noticias, hechos y realidades turísticas
que, podemos denominar de “normales”, habituales y cotidianas.
b) Basan
sus noticias en aspectos o realidades singulares, diferenciales, que rompen
normas, que disponen de fuertes dosis de morbosidad, etc.
c) Tienen dificultades para “informar bien” sobre asuntos complejos y, la inseguridad turística es
uno de ellos.
Por otro lado, se encuentran los gestores de los destinos,
formados por representantes de los intereses locales, de los turistas y del
conjunto de intermediarios que operan en dicho país.
Unos gestores, públicos y privados, entre los cuales anida un
principio inalterable por el cual y, “bajo
ningún concepto, la inseguridad
existente ha de ser o estar vinculada al
sector”
Sin embargo, la realidad es muy tozuda. Y así, la inseguridad
normalmente, de naturaleza “no turística”, no deja de incidir negativamente en
la credibilidad de los países – destinos y en sus intereses y procesos de
producción.
Ante estos casos, los sectores turísticos afectados reaccionan a destiempo y a remolque de los
acontecimientos mediante:
a) Un
incremento de las campañas de marketing y publicidad propias de los destinos
turísticos “normales”.
b)
Un
incremento en los estudios y encuestas que aportan “datos positivos” sobre la “recuperada”
imagen y percepción externa.
c) La
existencia de una seguridad turística basada, normalmente, en una débil
estructura policial.
d)”El dejar pasar el tiempo”, ya que la mayoría de los informes
aseguran que, las crisis por violencia e inseguridad turística, tienen ciclos
de vida cada más cortos.
e) Y finalmente, la puesta en escena de una
actitud muy gráfica; “aquí no pasa nada”
o “esto ocurre en cualquier parte del mundo”, etc., etc., etc.
Por propia experiencia, a través del análisis de infinidad de
casos similares a nivel universal; me atrevo a afirmar que, la sola puesta en
marcha de este conjunto de actitudes y medidas, no es suficiente.
Pensemos que los agentes turísticos basan su quehacer diario en utilizar, estratégica y transversalmente, todo un
conjunto de procesos, recursos y atractivos para generar la industria
turística.
Sin embargo, se sigue
teniendo serias dificultades para poder garantizar la credibilidad y el
prestigio de nuestros destinos cuando surgen brotes violentos e inseguros.
De nuevo una visión transversal en épocas de crisis, nos
facilitaría la recuperación de nuestro destino y país. Somos expertos en relaciones horizontales.
Relaciones horizontales, donde los medios de comunicación son
uno de los vértices a tratar, pero no los únicos. Para congeniar con ellos y
otros interlocutores clave, se deberá disponer de argumentos sólidos que
permita comprender la complejidad de la actividad turística, y más en época de
crisis.
Sin esa comprensión turística y colateral, la maquinaria y los protocolos anticrisis seguirán siendo débiles o inexistentes y permanecerán desenfocados. La iniciativa ha de partir del sector turístico, la parte con mayor visión y la más sensible y afectada. Si no, seguirá sufriendo los vaivenes producidos por la
inseguridad, ya que continuará careciendo de la capacidad de arbitraje y de
interlocución deseados.
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