Como ya relatamos en el escrito anterior, los últimos acontecimientos vividos en Egipto han alterado sus propiedades como destino turístico. Esta alteración ha venido motivada por factores sociales y políticos, y sin desearlo ha afectado a la actividad turística de manera directa, indirecta y circunstancial. Los flujos de turistas se han visto reducidos bruscamente provocando un efecto negativo sobre la economía, el empleo y la exportación terciaria del país. Esta situación nos recuerda la fragilidad y alta dependencia del sector turístico ante cualquier tipo de contingencia y de cambio.

Ante este tipo de situaciones sería aconsejable que los responsables turísticos, tanto públicos como privados, fueran adquiriendo mayor capacidad de interlocución y de protagonismo, y tomaran posturas muchos más proactivas, de liderazgo y de desarrollo de relaciones atípicas y estratégicas. Con ello se superarían posturas muy propias del sector, en la mayoría de los casos reactivas y preventivas, que nos dejan a merced de unos acontecimientos que no somos capaces de controlar y en una situación de total vulnerabilidad.
El sector utiliza una serie de relaciones basada en un tipo de proveedores, de agentes y recursos muy previsibles y asentados en el tiempo. Los mismos son suficientes en épocas y situaciones de normalidad, pero cuando un destino se altera o se vuelve inestable se debe incrementar la cantidad y calidad de dichos proveedores o nuevos colaboradores. Si no lo hacemos seguiremos a merced de los acontecimientos y poniendo en práctica posturas muy voluntaristas, a remolque de los acontecimientos, y con una escasa efectividad para los intereses del sector turístico al que pertenecemos.
En definitiva, para que Egipto o cualquier otro destino turístico dispongan de una mayor credibilidad y reputación turística, se han de tomar caminos y procesos poco convencionales, turísticos y no turísticos, y no abandonarlos hasta que los mercados/turistas así lo perciban. Poner en marcha procesos no convencionales hubiera ayudado a los agentes e intereses turísticos egipcios a buscar salidas menos traumáticas que las que han puesto en práctica.

Ante este tipo de situaciones sería aconsejable que los responsables turísticos, tanto públicos como privados, fueran adquiriendo mayor capacidad de interlocución y de protagonismo, y tomaran posturas muchos más proactivas, de liderazgo y de desarrollo de relaciones atípicas y estratégicas. Con ello se superarían posturas muy propias del sector, en la mayoría de los casos reactivas y preventivas, que nos dejan a merced de unos acontecimientos que no somos capaces de controlar y en una situación de total vulnerabilidad.
El sector utiliza una serie de relaciones basada en un tipo de proveedores, de agentes y recursos muy previsibles y asentados en el tiempo. Los mismos son suficientes en épocas y situaciones de normalidad, pero cuando un destino se altera o se vuelve inestable se debe incrementar la cantidad y calidad de dichos proveedores o nuevos colaboradores. Si no lo hacemos seguiremos a merced de los acontecimientos y poniendo en práctica posturas muy voluntaristas, a remolque de los acontecimientos, y con una escasa efectividad para los intereses del sector turístico al que pertenecemos.
En definitiva, para que Egipto o cualquier otro destino turístico dispongan de una mayor credibilidad y reputación turística, se han de tomar caminos y procesos poco convencionales, turísticos y no turísticos, y no abandonarlos hasta que los mercados/turistas así lo perciban. Poner en marcha procesos no convencionales hubiera ayudado a los agentes e intereses turísticos egipcios a buscar salidas menos traumáticas que las que han puesto en práctica.
No hay comentarios:
Publicar un comentario