martes, 13 de enero de 2015

Y ahora: París. Los efectos de las crisis en la actividad turística de los destinos.



De nuevo se ha de hacer constar la alta dependencia que ha de soportar la actividad turística ante cualquier hecho o momento negativo. En este caso es París quien lo sufre. Los lamentables hechos acaecidos la semana pasada han vuelto a incidir en su actividad turística, y lo hacen con más contundencia que en el resto de los sistemas de producción existentes en la capital gala.
Sinceramente, todos esperamos que este sea un hecho puntual y aislado. Pero el mismo, ya ha tenido una amplia repercusión a nivel internacional. Una repercusión tan potente que, en su fuero interno, muchos turistas o potenciales turistas, han podido poner en duda las propiedades y las virtudes de un destino turístico tan contrastado y fiable como París.
Ante esta situación, y desde los diferentes colectivos que conforman la estructura turística parisina y francesa, surgen las alarmas y una inestabilidad e incredulidad sectorial e institucional  turística muy a tener en cuenta.
Y de todo ello, han de quedar algunas secuelas y cicatrices  que habrán de ser tratadas con sumo tacto para consolidar, más si cabe, esa posición de liderazgo turístico y cultural que ostenta actualmente la ciudad de París. Este momento crítico ha de posibilitar que la “maquinaria turística parisina” se comporte de manera más efectiva, mediante la invitación a participar a nuevos elementos y procesos, posiblemente ajenos al sector, pero decisivos para su nivel de prestigio y de  competitividad.
Y es que desde la actividad turística, se es capaz de planificar espacios y territorios, el patrimonio y la cultural, el paisaje y el medio ambiente, las infraestructuras, el transporte y un conjunto de servicios, públicos y privados, vinculados sobre todo a la promoción, comunicación y comercialización.  Sin embargo, se tienen serias dificultades para planificar y gestionar  los momentos, procesos y el clima social negativo que impera o puede imperar en muchos destinos e intereses turísticos. 
Planificación y gestión de crisis que recae normalmente, en entidades e instituciones “no turísticas” ya que se considera que la actividad simplemente soporta los efectos negativos de dicha crisis y nada puede aportar a la raíz o causa de las mismas. Eso se traduce en una no implicación, una no invitación a participar, una postura acomodada, una cesión tácita de responsabilidades y unas relaciones preestablecidas, lo que se deriva en que los agentes e intereses turísticos no dispongan del protagonismo y de la participación necesaria en estos momentos clave.
Impera el “factor ciudad” de París frente al “factor destino turístico”. Y tiene su lógica, pero se ha de interiorizar que la ciudad de París, sin dejar de serlo, es un destino turístico. Las cifras hablan por sí solas, con 2.500.000 habitantes, recibe un total de 15.500.000 turistas extranjeros al año.    
Ello habla bien a las claras del protagonismo que ha de tener la actividad turística, también y sobre todo en momentos de crisis ya que, la solución de un problema de terrorismo deja secuelas de índole social y también turística. La solución al problema social no basta, las secuelas y el efecto en el turismo se han de tratar, a ser posible a priori y no a remolque de los acontecimientos. En algunos casos, procesos y servicios orientados a la propia ciudadanía, quizás no sirvan ante determinadas demandas de los turistas, y esto, puede ser extrapolable a ciertos momentos críticos.    
Pero “París es mucho Paris” y en ella existe una realidad positiva demoledora. París como ciudad y como destino turístico, dispone de un fondo de referencias positivas, internas y externas que, producidas y amasadas durante años y años, le permitirá sobreponerse más rápidamente que a otras ciudades y destinos. Así lo deseamos todos.
Pero por favor, esto no les exime de tener que involucrarse en procesos y tácticas audaces para contrarrestar los efectos negativos que este tipo de realidades generan en su sensible sector turístico.