De nuevo, y como no podía ser de
otra manera, la invasión de Rusia a su vecina Ucrania está teniendo
consecuencias negativas a nivel mundial, incluido el sector turístico y de los
viajes. Qué duda cabe que su actividad está fuertemente ligada a sus recursos
físicos ya que, sus procesos mecánicos de producción y de los servicios, han de
estar interrelacionados con un entorno consignatario de los principales motivos
de atracción. Por lo tanto, cualquier alteración física y social de dichos
escenarios, se vuelven radicalmente en contra de su sistema productivo.
Si analizamos las estructuras
orientadas expresamente a su seguridad, vemos que existen programas y servicios
de asistencia al turista. Se trata de un tipo de servicio finalista que forma
parte, normalmente de estructuras de seguridad más genéricas.
Con la llegada de esta invasión y
guerra, comienzan a imperar conceptos como la geoestrategia y geopolítica, la “normalidad
turística necesaria” se resiente “esperando que escampe” y buscando afanosamente fórmulas alternativas. Se da entonces a conocer los
efectos económicos, los sobrecostos, la alta dependencia de ciertas materias
primas, el freno en los flujos y transportes, la inseguridad real y percibida y
todo tipo de desajustes que impiden el normal funcionamiento del sector.
Estoy hablando pues, de unas
estructuras público- privadas, creadas para gestionar procesos muy definidos,
con su diversidad de agentes, proveedores e intereses perfectamente delimitados
y, con unas nuevas tecnologías que facilitan su interrelación y desarrollo.
Pero ante la reiteración de las
crisis que está soportando, sería conveniente que este sector turístico y exportador
vaya depositando sus esperanzas en llegar a participar en estructuras e
iniciativas de mayor y diferente calado ya que, las actuales por sí solas, le
hacen sentirse dependiente y vulnerable.
Por ello, sería aconsejable que la
actividad turística además de su papel socioeconómico vinculado a la cultura
del ocio y el hedonismo, fuera capaz de aportar su granito de arena en aspectos
geoestratégicos y geopolíticos, pudiendo convertirse en apoyo y desatascador de
situaciones y escenarios enrevesados.
Y es que, en los próximos años, es
más que probable que, la actual geoestrategia y geopolítica deba de irse
dotando de otros elementos y tácticas además de las militares, sociales y de
política integral. En este sentido, los movimientos y desplazamientos de las
personas, más complejos y sensibles que las de cualquier producto y mercancía,
junto con sus habituales formas de vida y costumbres, se ven gravemente
alteradas por las guerras y los diferentes niveles de violencia e inseguridad
existentes en el planeta.
Por el contrario, una actividad
segura se convierte en la herramienta clave para la imagen, credibilidad y
confianza de personas, países y regiones, convirtiéndose en uno de los factores
más importantes de autoestima y autorrealización a nivel global. Hablamos pues,
de una de las expresiones más válidas y elevadas del trayecto experiencial de
nuestras vidas. Y eso no deja de tener un valor incalculable desde cualquier
punto de vista, incluida la geoestrategia y geopolítica.
Con la llegada del Covid 19, comenté
la conveniencia de disponer de nuestra propia “vacuna anticrisis” basada en una
nueva visión y cogobernanza que fuera capaz de unir a diferentes respetando la
pluralidad institucional de la que se parte. En otra ocasión, hice hincapié en
la necesidad de poner en marcha “políticas circulares en materia de seguridad
turística”, como un mayor y mejor aprovechamiento de las estructuras públicas
existentes. Quizás sean los escalones intermedios a cubrir para que el sector
llegue a estar presente en la llamada realpolitik.
En definitiva, no desecho que, más
pronto que tarde, iniciativas de geoestrategia y realpolitik utilicen premeditadamente
argumentos turístico – hedonistas y de proyección - promoción para ayudar a resolver
escenarios y problemas espinosos y enquistados.
La responsabilidad, está en manos
de los poderes políticos el que acometan las iniciativas desde la
necesaria y novedosa transversalidad interinstitucional.
Iñaki Garmendia Esnal. Experto en
Gobernanza y Seguridad en el Turismo.