Las relaciones en red son algo consustancial a la actividad turística. Por extensión, cuando esta actividad se ve condicionada por la inseguridad, los riesgos y las crisis, las relaciones en red no solamente no pierden protagonismo, sino que son requeridas con mayor apremio y urgencia.

En este sentido los destinos, intereses y entidades que han logrado establecer redes en esta materia son capaces de poder ir controlando situaciones extremas con mayor prestancia y naturalidad, lo que beneficia su labor diaria y su consiguiente imagen y reputación externa, algo clave en la competitividad de cualquier destino turístico.
Estas redes en materia de seguridad prestan sus servicios, como no puede ser de otra manera, en el lugar o destino donde se desarrollan las estancias, vivencias y experiencias. Pero además, dichas redes han de posibilitar el desarrollo de procesos de asistencia al turista, cuando éste ya ha regresado a su lugar de origen. El continuar en contacto con los mismos habla muy a las claras de la preocupación existente en los destinos. Y es que el turista es, sobre todo y ante todo, una persona que ha tenido carencias o problemas en sus bien ganadas vacaciones.
Y es que las redes han de garantizar que los intereses de los destinos coincidan con los intereses y las demandas de los turistas, mediante la puesta en marcha de procesos atípicos en red, sobre todo en momentos críticos, riesgosos, etc.
La opinión positiva que esa persona–turista vaya a dar del servicio de seguridad recibido hará que los destinos puedan seguir manteniendo el grado de prestigio y de notoriedad que se les supone.
Como en cualquier otro sistema de producción, la actividad turística también ha de realizar sus respectivos procesos de seguimiento y control de calidad, sobre todo cuando han existido claros desajustes en un factor tan determinante como es la seguridad de los destinos y los turistas.