jueves, 17 de mayo de 2012

¿Afectará el ataque terrorista en Colombia a su desarrollo turístico?

Tomo como titular de este escrito, el aparecido en la revista Hosteltur, en el que se hace referencia al atentado sufrido por el exministro de Interior y Justicia, Fernando Londoño, y la incidencia del mismo en el desarrollo del sector turístico colombiano. En este sentido, afirmo con total rotundidad que el sector turístico colombiano se está viendo afectado negativamente, desde el preciso momento en que ocurre tan salvaje atentado. 

Una incidencia negativa que, en un primer momento, es difícil de precisar y de medir, y que exige reacciones e iniciativas sutiles e inmateriales que, desde el tacto y la discreción necesaria, se han de poner en marcha para poder retomar la senda del crecimiento turística marcada con anterioridad. 


Iniciativas sutiles que han de estar presentes o se han de incorporar a la mayor parte de los procesos turísticos programados, tanto públicos como privados. Políticas, compromisos y actividades que, afectados por este hecho, pueden perder parte o toda su vigencia, o por el contrario, pueden resistir esta acometida y continuar siendo perfectamente válidos. 

En este sentido, ciertas políticas y compromisos adquiridos y orientados al fomento de la inversión turística, al desarrollo económico, a la mejora de las infraestructuras y equipamientos, al diseño y creación de productos y servicios, quizás deban ser tratados y revisados para clarificar su futuro.

Dentro de dicha programación especial de revisión de procesos y actividades, y por ser un tema clave en el sector turístico, conviene citar las iniciativas diseñadas y programadas en materia de promoción, proyección, marketing y publicidad. Las mismas se han convertido en un referente de país y de destino, que ha de resistir e intentar sobreponerse a este último episodio. 

Los grandes esfuerzos que se han estado haciendo en esta materia, pueden verse superados y cuestionados, de nuevo, por un hecho puntual, injusto, negativo y pernicioso para los intereses de todo un país y de su respectivo sector turístico. 

Toda esta incidencia negativa ha de ser afrontada con una estética y una actitud positiva propia de todo destino turístico normalizado, al objeto de no generar más alarma social y sectorial de la ya creada. 

Como se podrán imaginar, todo ello genera un desgaste y una carga emocional de gran calibre entre los responsables públicos y privados colombianos. Ellos son los auténticos supervivientes y protagonistas, ya que llevan manejando escenarios y situaciones límite desde hace bastantes años. 

Ellos son conscientes de que la situación está mejorando notablemente y de que el futuro es mucho más esperanzador pero saben que han de seguir realizando esfuerzos para convencernos y ganar credibilidad, como país y como destino turístico. 

Son auténticos maratonianos y, para ellos, este último hecho negativo no les supone más que recorrer unos cientos de metros más. Están preparados.

Las cifras del millón de turistas extranjeros y de 2000 millones de dólares en inversiones son perfectamente superables. El futuro es de Colombia.

miércoles, 9 de mayo de 2012

La inteligencia emocional al servicio de la seguridad turística


La dificultad que muchas veces entraña el desarrollo de procesos basados en la seguridad turística; hace que la implementación de la misma, requiera de esfuerzos y estrategias especiales. Estamos hablando de impulsar “procesos adicionales o de cambio” desde las estructuras turísticas existentes, para que se adapten integralmente, a las necesidades, tanto de los turistas y visitantes, como de sus propios agentes y procesos internos.


En este sentido, los destinos disponen un capital intelectual que les permite saber cuál es la situación “real – real”, en lo relativo al binomio inseguridad y actividad turística.
En base a los mismos, los responsables turísticos públicos han de saber interpretar la infinidad de matices, realidades y  mensajes que la inseguridad emite y que se han de convertir en la base de los procesos adicionales antes mencionados.

Una interpretación en base a la inteligencia emocional que:

a) Posibilita el uso de una gran fuente de sentimientos y emociones que tienen y/o soportan los diferentes agentes condicionados por la inseguridad.
b) Nos recuerda que el punto de vista más decisivo es el de los turistas – mercados.
c) Cada sector condicionado por la violencia e inseguridad tiene interiorizada muchas de sus respectivas necesidades en esta materia.
d) Aplicada a la seguridad turística ha de contribuir, inexcusablemente,  a la mejora de la calidad del destino y de sus procesos productivos.  
e) Los gobiernos, y más en concreto, los responsables de las áreas turísticas, se han de convertir en facilitadores, interlocutores y generadores de colaboración, en los procesos de “innovación creativa” que es lo que supone el intervenir en materia de seguridad turística.
f) La disciplina, la perseverancia y la capacidad de negociación e interlocución de dichos responsables turísticos, se convertirá en factor de superación y en incremento de una actividad turística, basada en saber gestionar unas nuevas relaciones.

Con todo ello, se superarán los sentimientos de frustración, el evitar poner en marcha procesos indispensables, la búsqueda infructuosa de atajos, el implantar como medida el “aquí no pasa nada”; el seguir viviendo en esa situación de incertidumbre, de desasosiego, de desorientación y de descrédito que en nada nos benefician.

Y es que está en juego nuestra credibilidad, como país y como destino, algo que merece de nuestra mayor implicación, también, en base a la inteligencia emocional.