martes, 3 de abril de 2012

La incidencia de la inseguridad en las vacaciones de los mercados emisores de proximidad

Tras la lectura de esta noticia acerca de una encuesta sobre los hábitos de los turistas mexicanos para la próxima Semana Santa me surge la reflexión de que cuando los destinos turísticos conviven o coinciden con situaciones de violencia e inseguridad, una de las estrategias más socorridas y utilizadas en materia de comercialización es acudir a los mercados emisores internos o de proximidad.


Estos mercados y turistas conocen la “otra” realidad social, cultural y económica, en concreto la que no está basada en hechos violentos y de inseguridad. Ese conocimiento de aspectos habituales, cotidianos, próximos y “normalizados”, favorece que visiten esos destinos con menos prejuicios y mayor fluidez, lo que les permitirá, llegado el caso, sortear, “comportarse adecuadamente” y no coincidir con escenarios y momentos negativos.

En el fondo hemos de admitir que estas son estrategias cortoplacistas, que intentan cubrir unas pérdidas o carencias con medidas puntuales y tomadas con urgencia, al objeto de garantizar ciertos flujos turísticos, de mantener unos índices de ocupación aceptables y con ello, de seguir manteniendo su nivel de competitividad.

En ese sentido, cuando dicha violencia e inseguridad se asienta en el tiempo, los mercados emisores de proximidad también se resienten y dejan de ser, comercialmente hablando, la “opción salvadora”. Llegados a ese punto crítico, parece que toca desarrollar adicionalmente procesos anticrisis.

Debemos recordar que toda esta situación se ve reflejada en los medios de comunicación. La violencia e inseguridad se convierte en noticia con suma facilidad y a través de la misma se resiente la reputación de los destinos e intereses turísticos. Hemos de ser conscientes de que no hay campaña publicitaria que pueda “equilibrar” el goteo permanente de hechos y noticias de sesgo negativo.

Ante esta situación, retomo la propuesta de desarrollar procesos anticrisis preventivos y paliativos, verticales y horizontales, públicos y privados, y sectoriales y colaterales que, debidamente entrelazados, nos pueden facilitar la gestión de nuestro respectivo día a día. Esta gestión debe de pensar en desarrollar procesos propios de los destinos turísticos “normalizados” y añadir otras acciones clave para superar los handicaps con los que convivimos.