jueves, 20 de febrero de 2020

EL CORONAVIRUS; INCIDENCIA EN LA SEGURIDAD DE LOS DESTINOS



Los destinos y la actividad turística no desean verse condicionados por la inseguridad que puede surgir de la forma y momento más inesperados. Se trata de situaciones difíciles de contrarrestar, porque se admita o no, aparecen “vínculos directos e indirectos con una inseguridad que está ahí”, aunque su raíz, procedencia y naturaleza se encuentren a miles de kilómetros.

Un claro ejemplo, lo tenemos en el Mobile Wrold Congress (MWC) de Barcelona que, este año se ha visto obligado a cancelar su certamen anual por temor al contagio del coronavirus. Situación que influye negativamente en su sector turístico, aunque continúe desarrollando su actividad de forma más o menos normalizada. Y es que estamos hablando de una epidemia que, en principio, nada tiene que ver con la organización de una feria tecnológica pero que afecta a infinidad de parcelas, incluidas la actividad turística y de los servicios de la Ciudad Condal.   
Vivimos en un tiempo donde se ha de reconocer la fluidez en los desplazamientos, en el acceso a los destinos y en la circulación de personas y mercancías pero, también se ha de tener en cuenta que, cualquier suceso puede alterar drásticamente lo existente y programado. Se trata pues, de situaciones que preocupan al sector y ante lo cual, se sigue reaccionando y actuando a remolque de unos acontecimientos y sin la debida interlocución.
Por derivación se piensa que, disponiendo de la “seguridad local finalista”, la ciudad y el evento tienen el reconocimiento y las garantías necesarias. Pues craso error, porque cuando surgen todo ese desajuste o conjunto de desajustes externos, ambos se ven penados de manera injusta y desproporcionada y sin que se sepa a ciencia cierta cuál o cuáles son los motivos reales para la cancelación de dicho certamen u otros similares.
En este sentido, factores tan difusos pero coincidentes en el tiempo como ciertas cifras y noticias, la posible incidencia en la salud de las personas, las recomendaciones emitidas desde algunos ministerios y secretarías, el impacto de algunas imágenes, la coincidencia o no de diferentes intereses y hasta determinadas posiciones geoestratégicas; pueden ser algunos de los motivos que han llegado a paralizarlo.
En todo este contexto, es lógico que Barcelona tenga dificultades para adaptarse a un escenario global del que forma parte, y que además “le insta a involucrarse en procesos añadidos y no habituales”. Ello hace que reine la incertidumbre ante la necesidad de gestionar una serie de relaciones y conexiones cada vez más complejas y enmarañadas.
Llegados a este punto considero que parte de su asentada experiencia social y sectorial, quizás deban de ser revisadas y analizadas desde el punto de vista metafísico y con ello irse inmiscuyendo y adquiriendo un mayor encaje interno y, sobre todo externo.
Una profundización basada en la observación, conocimiento y entendimiento de lo universal y dirigiendo la atención a aquellos aspectos que superan lo meramente físico y empírico que representa la Barcelona actual como ciudad y destino.
Qué duda cabe que, en esta nueva trayectoria, la inteligencia artificial ha de facilitar y simplificar la penetración de la metafísica en el mundo del turismo y de los destinos. Y es que, la conexión y relación de diferentes estratos y materias en materia turística, de seguridad y de percepción en un mundo cada vez más interconectado; se convierten en nuevos factores determinantes de competitividad, credibilidad y fiabilidad a nivel local y global.
En definitiva, nuestra aceptación y aprendizaje “de lo universal”, nos ha de ir convirtiendo en permanentes “sujetos pensantes” para entender mejor lo que pasa y no pasa a nivel universal y en nuestro propio entorno.  Ello nos irá dotando de una experiencia cada vez más notable, profunda y sensible para poder acceder a tan ansiado reconocimiento y se reitera, de la consiguiente aceptación entre los mercados


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