martes, 4 de junio de 2019

SOLUCIONES ANTE LA INSEGURIDAD; CUESTION DE LIDERAZGO




Cuando un país convive con la violencia e inseguridad soporta una serie de efectos negativos que se pueden cotejar rápidamente. Junto a los económicos y de imagen, suele ir aflorando, el cansancio, hartazgo, confusión y mucho desconcierto.
Por derivación se desarrollan iniciativas normalmente voluntaristas pero insuficientes, lo que hace que crezcan las dudas e incertidumbre y que se vaya consolidando un “sesgo de cotidianidad” bastante preocupante.
En este escenario, sería aconsejable que las entidades turísticas no perdieran el rumbo y apostaran por mantener y/o recuperar su deseado nivel de competitividad. Para ello, considero que se ha de profundizar en el desarrollo de una función esencial; la que denomino “binomio de innovación y seguridad” además de tener muy presente la incómoda posición de la que se parte.

Entendiendo el “binomio de innovación y seguridad” como el desarrollo de mejora en los métodos del tratamiento de la seguridad y de la prestación del servicio, donde la singularidad y demanda específica turística ha de estar presente. Con ello se conseguiría controlar el coste de la seguridad con fines sociales y disponer de una seguridad turística, que se convertirá en uno de  los baluartes más fiables, si ya no lo es, del correspondiente sistema de producción nacional.
Para que todo ello se vaya dando, será necesario desarrollar una clara posición de liderazgo a fin de alterar el ambiente decaído existente en muchos países y sectores. Un liderazgo que sepa discernir entre el difícil camino a tomar y los “milagrosos atajos” que normalmente, habitan en muchas mentes. 
En este sentido los gobiernos, ministerios de turismo o estructuras similares, deben de convertirse en auténticos líderes capaces de catalizar y estimular la actividad, también y sobre todo, en tiempos y escenarios de crisis.

Liderazgo que deberá tener en cuenta la estructura organizativa gubernamental de la que se parte, la negociación y el apremio ante otros ministerios y colectivos, lo que supondría el ir superando los habituales procesos de mejoras operativas que se dan en la seguridad de muchos destinos. Se trataría de interiorizar y exponer que la seguridad turística parte de una posición muy sui generis lo que exige y deseo reiterarlo; que tenga un encaje real y multidisciplinar en las políticas de seguridad de las naciones.
Para ello, se han de ir estableciendo nuevas normas reguladoras que permitan al sector maniobrar con mayor destreza y profundidad y con ello, llegar a compartir con la sociedad las mejoras que se vayan alcanzando.

En este sentido, los  ministerios de turismo han de transmitir las aportaciones que pueden tener en la mejora de la seguridad, para ir creando un mayor y mejor marco de empleo, de generación de riqueza, de fijación de población, y de producción y exportación.
Pero atención, y teniendo en cuenta el papel de otras áreas gubernamentales, desde donde se priorizan sus intereses frente a los del sector; sería aconsejable disponer de una equilibrada visión intelectual que actué de balanza y dirija la estrategia y su respectiva implementación. 

Y es que se trata de ir provocando el desarrollo de escenarios regenerados como lugares que permitan acelerar el ritmo social y de los servicios. Esa doble exigencia en materia de seguridad no debe de alarmarnos y suponer freno alguno, ya que permitirá que las mejoras en las prestaciones públicas sean más rápidas y visibles en calidad de vida y competitividad. 
Recordemos que, los turistas regresan a sus lugares de residencia; las reformas quedan en el país – destino. Reformas en infraestructuras, equipamientos, servicios y también, en lo relativo a la seguridad.

Ni que decir tiene que, de nuevo la imagen y credibilidad de los países - destinos se verían altamente beneficiados al disponer de mayor rigor y contenido argumental, algo decisivo a la hora de fortalecer la marca nacional en el exterior.