miércoles, 15 de mayo de 2019

EL USO DEL MARKETING Y DE LAS RRPP EN LOS DESTINOS INSEGUROS




Ref: Educa Business School


Por lo general, los destinos turísticos utilizan esquemas y frases muy concretas para facilitar la  comprensión y proyección de sus respectivas realidades socio – sectoriales. Esquemas y frases que normalmente parten de ideas preconcebidas, que obedecen a lo establecido y que permiten ir construyendo un “poso social y turístico” en el que se apoyan sus intereses y tácticas.
Pero la utilización de contados o pocos estereotipos no hace sino menoscabar otras realidades nacionales y sectoriales y su proyección entre los mercados internos y externos.  Y es que se ha ido imponiendo una “realidad parcial” que se utiliza como la más “lógica y auténtica” sobre todo, cuando se vive en escenarios de violencia e inseguridad, tanto de gran como de escasa repercusión.
Con ello, se desea alimentar un imaginario colectivo, un sentimiento de identificación (turística) con una determinada descripción de la realidad de ese país o destino. El sector persigue la construcción de un mensaje en la que sus destinatarios lo admitan y se identifiquen con él. Paralelamente, y desde ese mismo país, puede que se estén  propagando  otros mensajes sobre realidades de violencia e inseguridad que nada tienen que ver con los anteriores.
Ambos esferas intentan ganar prioridad ante “el otro”. El sector intenta captar turistas evitando cualquier referencia a la violencia y por otro lado, se sigue luchando contra esa violencia con desigual resultado; lo que genera un desencuentro entre los promotores turísticos y las otras realidades sociales. Y así se va germinando el “estás conmigo o contra mí” dentro del propio país y también ante los intermediarios y mercados.
Es por ello que muchos debates internos están marcados por estas posturas llamémosle, engañosas. Y es que se parte de dar prioridad a la seguridad nacional ante la seguridad turística o viceversa, cuando ambas son inseparables. 
Esa dicotomía no hace sino que frenar las políticas y compromisos ante posibles duplicidades, ante el desarrollo de nuevas estrategias y con ello, evitar el tratamiento de cuestiones más complejas y precisas. Desde cada parte, se persigue que su respectivo relato sea claro y conciso, que no desquicie y que no nos hagan esforzarnos en la necesaria reflexión. En definitiva, se persigue “mi prioridad inmediata e incondicional ante el otro”. Todo esto no hace sino fortalecer la verticalidad institucional que en nada favorece la búsqueda de la tan preciada seguridad transversal, integral e integradora.  
Para superar estos escenarios, es necesario que ambas partes perciban la necesidad de colaborar. Interiorizar que la diferente valoración que se otorga a la seguridad nacional con respecto al sector turístico ha de dar paso a un mutuo beneficio, admitiendo carencias y errores, superando determinadas fijaciones, descubriendo puntos ciegos en el país - destino, así como tener la valentía de adoptar la perspectiva “del otro tan diferente” para definir qué se puede ofrecer desde ambos lados. En definitiva, atrevernos a desechar lo establecido en materia de seguridad, algo que obedece a la versión parcial de ciertos colectivos, mediante la participación activa, donde podamos equivocarnos y permitir que nos puedan convencer y aportar nuevos puntos de vista.
Todo ello se traducirá en la aparición de países y destinos con un tejido más rico en matices, mucho más elásticos y adaptados y con mayor facilidad para la búsqueda conjunta de la mejora en seguridad.
Todo un trabajo previo, interno y discreto, pero no por ello menos urgente y necesario, que dotará a la promoción y a las acciones de RRPP de unos contenidos mucho más sólidos y convincentes, lo que facilitará un mayor vinculo con los mercados, superando las suspicacias que actualmente se generan entre muchos de ellos. 




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