miércoles, 2 de mayo de 2018

RECETAS CONTRA LA INSEGURIDAD TURÍSTICA.




Desde mi experiencia en el campo del turismo y la seguridad, me sigue costando identificar destinos e intereses que asuman como prioritario el tratamiento integral de la seguridad y su influencia en el sector cuando, es muy clara su situación y convivencia.
Considero que el tratamiento de la seguridad en el sector debe de comportar cierta inflexión que invite a “verse por un instante como le ven los demás”. Esa modulación de “nuestro yo como destino e interés turístico” generará buenas dosis de realismo, evitando con ello el autoengaño y el desarrollo de tácticas cortoplacistas que les alejan de soluciones lógicas y duraderas.
Pero la violencia e inseguridad no debe de hacer olvidar que una abrumadora mayoría de destinos viven su realidad turística con total normalidad-seguridad y donde son muy visibles el conjunto de sus virtudes y atractivos. Sin embargo, si dichos destinos comienzan a verse condicionados por la injusta y desproporcionada incidencia de ciertos actos violentos; convendría que se tuviera en cuenta esa “duda creativa” que la inseguridad genera en todo país cuando se es productor de experiencias y vivencias turísticas.
Partiendo de las dudas que genera la inseguridad, si se dispusiera de una pócima mágica y de poder distribuirla por todo el planeta, posiblemente su creador obtendría un reconocimiento a todas luces merecido. Sin embargo, la propia idea de la pócima mágica es posible que nos remita hacia el autoengaño antes aludido. Por lo tanto, cuidado con los “efectos milagro” en esta materia ya que la seguridad, exige una labor ardua y basada en procesos del todo innovadores.
Llegados a este punto de la innovación, sería conveniente interiorizar que, la seguridad turística sería más fácil de alcanzar si existiera una seguridad previa de tipo social y ciudadana. Pero además, sería conveniente que el país interiorizara que, la aportación de su sector turístico puede ser más amplia y decisiva a la hora de alcanzar la tan anhelada seguridad o paz social.
Si esa aportación e implicación turística no es percibida por la sociedad y por el propio sector, la travesía por el desierto podrá ser larga y desoladora, porque la violencia e inseguridad tiende a hacer acto de presencia por espacios de tiempo más cortos y concretos pero, a la vez, la tendencia es que reaparezca con mayor asiduidad.
Por lo tanto, serán necesarias transmitir respuestas, ideas y procesos más atractivos y convincentes, donde la actividad policial deberá de ir acompañada de otras y así evitar que la inseguridad siga ocupando un espacio excesivamente amplio en sus sociedades.
Respuestas que deben de partir de la propia indagación, de saber cómo les ven desde fuera, pero sobre todo “mirando y percibiendo su realidad turística y social tal y como realmente es”
La inseguridad que crea la violencia en los destinos turísticos se debe a la falta de relaciones abiertas dentro de la propia estructura nacional. Por lo tanto, la lucha contra la inseguridad implica una disposición a trabajar en situaciones atípicas para que no terminen en un bucle o en varios círculos cerrados, donde el hermetismo y las parcelas de influencia y poder se vuelvan inamovibles, favoreciendo con ello la consolidación de escenarios de inseguridad que en nada benefician al sector aunque, las cifras lleguen a informar de lo contrario.

En definitiva, y para superar ese bucle en las actitudes del sector se debería de tener en cuenta factores como: primar la seguridad, el saber cómo y porqué nos perciben de determinada manera, la aparición de “dudas creativas” entre los gestores turísticos, evitar la tentación de apostar por las soluciones mágicas e incrementar la relación entre sociedad y sector para, ir alcanzando mayores cotas de seguridad y con ello, mejorar los niveles de calidad de vida y de los servicios.




No hay comentarios: