martes, 29 de mayo de 2018

LOS EFECTOS DE LA INSEGURIDAD. UNA PROMOCIÓN CONDICIONADA POR ESPEJISMOS




Otro de los muchos efectos que la inseguridad genera entre los responsables del sector, es lo que denomino “espejismos” sobre su realidad e imagen de país y destino.
Entendiendo el espejismo como esa “visión e ilusión óptica” que, sobre un destino, empresa, servicio o actividad, se tiene tanto en el propio lugar como entre los mercados emisores de turistas y visitantes.
Desde los destinos, se emite información e imágenes reales, a la vez que positivas, con la sana intención de atraer y seducir a unos turistas y mercados que quizás se encuentren a bastante distancia física y sociológica, lo que genera un “espejismo real – positivo”.
Este reflejo hace que muchos agentes y responsables lleguen a confundir la calidad y pulcritud de su entorno y procesos productivos, con la capacidad de atracción que, se supone han de estar generando entre los mercados.
Probablemente, desde ese mismo destino o país, se proyecten otra serie de realidades – noticias que entran en confrontación con las anteriores, pudiéndose generar un “espejismo real – negativo”.
En este otro caso, el reflejo del país y del destino probablemente no sea tan atractivo y agradable, lo que hace que los responsables del sector comiencen a buscar soluciones imaginativas para poder superar esa visión negativa que ellos consideran pueden llegar a tener entre los mercados por una serie de circunstancias que, en la mayoría de los casos, no controlan.
Ello da paso a unas “distorsiones ópticas” que hace que se perciban los destinos de forma irregular, con o sin carencias, y donde sus atractivos pueden verse reducidos o aumentados, de forma irreal y desproporcionada.
Estas irregularidades generadas por la inseguridad, obliga a los destinos a transmitir mensajes con elevadas dosis de autojustificación que van; desde la “total normalidad en destino”, a tener que admitir la problemática con cierta discreción hasta finalmente, tener que asumir con total crudeza la “insoportable realidad”.
¿Y todo esto es real o es un espejismo, o son ambas cosas a la vez? Los responsables pueden llegar a percibir y constatar la recuperación pero probablemente, y en su fuero interno, persista una inestabilidad emocional por convivir con un escenario cambiante y expuesto a la repetición de situaciones de difícil manejo, lo que les hace depender en exceso de una imagen y opinión que, a su vez, les genera todo tipo de interrogantes.
Paralelamente, entre los mercados y en el mejor de los casos, se puede llegar a percibir una mejora y recuperación del clima social existente. Sin embargo, recientes realidades - experiencias, hace que los mercados duden y se sigan retrayendo, aunque la realidad positiva sea palpable. En este caso “el espejismo positivo-negativo” también hace acto de presencia, porque no se sabe si lo que refleja y es percibido es una situación real, irreal o todo lo contrario.
Esto hace que los responsables, tanto públicos como privados, afectados por la inseguridad sufran “trastornos emocionales y de profesionalidad” lo que les hace caer en fuertes presiones y en desordenes de comportamiento, que dan pie a que desarrollen prácticas complementarias que, normalmente no encajan con lo que esa realidad demanda y por ello, acceden a escenarios de ansiedad e inseguridad emocional de difícil control.
Además, el trabajar en espacios catalogados y reconocidos como atractivos y, que a la vez convivan y transmitan “sin transmitir” un clima social negativo; hace que los profesionales y responsables del sector trabajen bajo una fuerte presión que, por cierto, han de evitar mostrar, porque así lo exige la estética y compostura de un sector vinculado al ocio y la recreación, como es el turismo.
Por lo tanto, esos espejismos o escenarios, reales - irreales que emergen por la violencia e inseguridad es algo que se debe de manejar con suma cautela, para evitar pasar de la euforia más absoluta al pozo más oscuro y viceversa.

Por todo ello, ese espejismo nos orienta a tener que relativizar los logros y mejoras que se vayan produciendo pero sin volvernos excesivamente escépticos, algo que ya supone un freno a  nuestro normal desarrollo personal y profesional.

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