domingo, 3 de diciembre de 2017

POST VERDAD; INESTABILIDAD Y REVISIÓN DE RELACIONES.



                                                                                    Foto: Fernando Iglesias

Nos está tocando vivir tiempos donde las relaciones y la comunicación se están viendo coartadas por actitudes cada vez más insolentes e irrespetuosas, donde diferentes colectivos y personas evitan y omiten la emisión de hechos y realidades tangibles, con tal de tener la oportunidad de ver reflejadas sus opiniones en los medios digitales. Admito que son la parte más llamativa y cotidiana, que no la única, de unos potentes medios.

Opinión y medios donde la palabra Posverdad (palabra del año 2016 según el Diccionario Oxford) se ha convertido en un término de referencia a través de la cual, se priman las emociones y las creencias particulares, frente a los hechos y situaciones objetivas.
Así, se va consolidando el principio de “que algo que aparenta ser verdad es más importante que la propia verdad”. Y todo ello con el objetivo de anteponer ciertas ideas preconcebidas e intuitivas, a cualquier proceso riguroso y generador de noticias.
Hablamos de unos medios que se hacen más visibles porque disponen entre otras facultades, la de desarrollar situaciones con altas dosis de maquinación, lo que les convierte en algo preocupante y de difícil control para muchas personas, intereses y colectivos.

En suma, estamos hablando de unos medios que técnica y negativamente:
·         Permiten el uso de titulares llamativos y no muy extensos.
·         Facilitan el despliegue de este tipo de noticias, pasando de clickear a compartir.
·         Fueron diseñados para facilitar la distribución y por lo tanto, “no están obligados” a revisar discursos incisivos, afirmaciones contradictorias, noticias falsas, exageradas y engañosas, etc.
·         Favorecen las noticias más populares y fáciles de digerir sin comprobar la fiabilidad de la fuente.

Así este magnífico canal de comunicación es capaz de facilitar, entre otros aspectos, la difusión de contenidos interesados y no ajustados a hechos constatables vulnerando con ello, el factor ético que ha de estar presente en la elaboración de toda noticia o comunicado.
Teniendo en cuenta el intrusismo de los medios, de la denominada post verdad y su fácil acceso a todo tipo de campos y escenarios; creo que pueden llegar a influir en la actividad turística. Sus acciones de marketing y de comunicación, el posicionamiento de las marcas y hasta la seguridad de los destinos, pueden verse condicionados por este nuevo comportamiento informativo.

Y puede llegar a influir, porque han aumentado las posibilidades de opinión y observación del turista final que, hasta hace poco, se basaban en la clásica relación entre las campañas de marketing y la respuesta que ante ellas, tomaban los mercados y turistas. Por lo tanto, dichas relaciones entre oferta y demanda turísticas se están viendo alteradas porque ambas esferas viven en un “mismo entorno informativo”. Ambas pueden acceder a un mismo nivel de información de destinos y de mercados.
Esto no quiere decir que las acciones de proyección, comunicación y de marketing vayan a desaparecer, sino que su influencia se está viendo alterada por ese aumento del poder de observación claro, inmediato y desde cualquier parte del planeta.
Así, los medios que antes facilitaban la penetración, el posicionamiento y la marca de los destinos e intereses, ahora también permiten a mercados y turistas, penetrar en sentido inverso y no tienen porque hacerlo con las mejores intenciones.
Llegados a este punto y para hacer frente a este nuevo desafío, considero aconsejable revisar las fuentes creíbles, seguras y contrastadas que conforman la base de todo destino e interés turístico competitivo.
Desafío - revisión que ha de ir orientada a preservar los elementos referenciales básicos de todo destino e interés sectorial, la divulgación del sistema turístico que impere, la veracidad de sus contenidos y el derecho de elección de los mercados emisores y de los turistas sin trampas ni cortapisas.

Para ello y finalmente, ha de primar la no ocultación de lo turísticamente relevante, entre los destinos y mercados y viceversa, sin que esa facilidad de acceso llegue a alterar los derechos, y se reitera, de los destinos y de los turistas finales.

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