lunes, 13 de marzo de 2017

INDICADORES PARA LAS CRISIS Y LA PROTECCIÓN AL TURISTA. LA BUSQUEDA DEL RIGOR Y DE LA CREDIBILIDAD.



Como en cualquier otra situación, la crisis  y la  protección al turista deben de ser analizadas, medidas y evaluadas hasta alcanzar la mayor aproximación posible a una realidad clave que, a veces,  es difícil de definir, exponer y controlar.
Como ya lo he expuesto en anteriores ocasiones, la alta dependencia de otras instituciones y la escasa capacidad de interlocución de la mayoría de las instituciones turísticas en momentos críticos; hace que, en el caso de los procesos básicos de análisis y evaluación de las crisis, no se lleguen a desarrollar en profundidad.
Ello da pie a que algunas organizaciones turísticas propensas a convivir con situaciones de crisis, se centran en los procesos de “siempre”; el asesoramiento legal, el financiero y el de  marketing y promoción, lo que se traduce en que, los abogados y los responsables de producto y de RRPP lleguen a ser citados incluso antes que los servicios de salud y de emergencias.
En otros casos, y desde una posición bastante imprecisa y para evitar mayores compromisos, los responsables de la actividad llegan a contratar los servicios de las compañías de seguros con el objetivo de que a través de las mismas, se “de cobertura y gestión absoluta” de la crisis y protección al turista. Lo que se traduce en la aparición de escenarios reactivos y el asumir que se va a convivir con la crisis permanentemente.
Por el contrario, los intereses y destinos turísticos que se han ido implicando en la detección de señales de advertencia, asumen que la mayor parte de las crisis que afectan al sector, tienen una trayectoria y unas características que permiten ir deduciendo los actuales y futuros escenarios. Un claro ejemplo viene dado por la actual inestabilidad geoestratégica y su alta repercusión sectorial que, junto a esas otras crisis, no nos olvidemos de ellas, más asentadas y con menor repercusión internacional; permiten ir vislumbrando "lo que viene o lo que ya tenemos entre nosotros" y así, poder comenzar a intervenir.
Son intereses y destinos que van más allá de los análisis y diagnósticos estratégicos tradicionales para centrase en nuevos movimientos competitivos como la protección real al turista, las nuevas demandas de seguridad, los cambios y exigencias reguladoras entre los mercados emisores y, el papel que desempeñan las nuevas tecnologías al objeto de gestionar los peligros y riesgos que, también están presentes entre sus características y procesos.
El centrarse en dichos apartados, lleva consigo la puesta en marcha de una intervención integral e integradora que ha de estar basada en la identificación y medición de las relaciones, actitudes y comportamientos existentes en materia de crisis y de protección al turista.
Llegados a este punto, considero de vital importancia disponer de una serie de indicadores específicos. Unos indicadores que estarán compuestos por una serie de variables, colectivos, instituciones y empresas, mediante las cuales se intentará objetivar, cualitativa y cuantitativamente, los destinos e intereses sectoriales en momentos críticos.
Los datos a identificar y acceder deben de ser de fácil obtención, además deben de ser válidos, o sea que deben de tener la capacidad de medir realmente ese fenómeno tan disperso y atomizado. Unos indicadores adaptados a las diferentes sensibilidades que conforman la hipotética tela de araña relacional en esta materia tan sensible.
Con todo ello, lo que se persigue es que el sector se vaya dotando del rigor y del protagonismo que se le supone para que sea reconocido tanto a nivel interno, dentro del propio destino, como a nivel externo, entre los mercados emisores, donde además del rigor, se desea incrementar el nivel de credibilidad, posiblemente debilitado por la situación existente.

El desarrollo de dichos indicadores y su consiguiente rigor y aumento de la credibilidad, ha de dar paso a nuevos compromisos liderados, inexcusablemente, por las instituciones turísticas. 

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