miércoles, 25 de noviembre de 2015

Los destinos turísticos y la inseguridad. Una cuestión de calidad y de exportación de servicios.

Han transcurrido más de cinco meses desde que colgué en este blog mi último artículo sobre el binomio seguridad y turismo.
Durante este tiempo, se han producido hechos lamentables, violentos y negativos de gran magnitud, en diferentes puntos del planeta. París, la península del Sinaí, Egipto, Túnez, Bruselas, etc., son un claro ejemplo de lo que digo.
Como en otras ocasiones, muchos somos los que consideramos que la actividad turística de esos destinos, y la mayoría de sus mercados emisores, se ven afectados injustamente por este tipo de realidades.
Además, quiero seguir recordando que, estos u otros destinos, también se ven afectados por otro tipo de violencia e inseguridad, con menor repercusión en los medios, pero que existe y que está incrustado en el tejido sectorial de los mismos. Lo que hace que, en ambos casos, el acabado de su oferta y con ello, la exportación de sus productos y servicios no sea el deseado.
Por lo tanto, estamos hablando de producción y de exportación turística y de servicios; una “exportación atípica” que se genera través le llegada de turistas y de visitantes pero que, no nos exime de tener que cumplir ciertos requisitos a la “exportación turística” de los mismos.
En dicha “exportación turística”, nos es del todo familiar la contratación – exportación de los servicios propios de sector; hotelería, hostelería, transporte, guías, excursiones, etc.
Sin embargo, los mismos parten en un escenario o espacio, país y destino turístico a la vez, con una seria de virtudes y propiedades que permiten el desarrollo de la actividad mediante la generación de motivos de visita y el que se instalen los servicios antes señalados.
Cuando dicho escenario o espacio se ve afectado por hechos violentos y negativos, reales y/o percibidos, sus propiedades y atractivos se alteran considerablemente, lo que incide negativamente en su actividad, producción y exportación sectorial.
En esta tesitura, ¿cual debe de ser la implicación y participación del sector y de las respectivas instituciones turísticas?
  •      ¿Una mera intervención policial militar que garantice la normalización del país, es suficiente para los intereses turísticos de los mismos?
  •       Dicha intervención junto con una campaña o estudio en los medios diseñada ad hoc para superar este mal momento ¿es suficiente?
  •       Actuaciones bienintencionadas, de apoyo, de ánimo y de relaciones públicas, ¿son suficientes?

Normalmente son, las acciones – reacciones más habituales que se dan es esos momentos y situaciones críticas, totalmente necesarias pero, ¿son suficientes?
Asimismo, tengamos en cuenta que, los ciclos de entradas y salidas de este tipo de situaciones críticas tienden a acortarse pero, desgraciadamente, parece que la reiteración de los mismos, tiende a aumentar.
Como verán, en todos los casos, se está primando los intereses de los destinos y del sector en él ubicado. Por el contrario, ¿nos hemos parado a pensar lo que pueden llegar a solicitar los mercados en esos momentos críticos?

Como sector exportador afectado por situaciones negativas, ¿no se debería contar con de ciertos procesos añadidos que garanticen dicha calidad integral en la exportación turística?
Una revisión  de las funciones y cometidos turísticos basados en una mayor capacidad de interlocución ante otras instituciones y colectivos; se vuelve del todo indispensable para superar ciertos cuellos de botella. 

Nos estamos jugando:
  • Nuestra credibilidad como país y como destino.
  • La calidad en nuestro sistema de exportación turística y de servicios y con ello…
El poder superar los momentos de zozobra e inestabilidad emocional que las instituciones y el sector soportan estoicamente, cuando conviven con hechos de esta naturaleza.