martes, 18 de noviembre de 2014

Y ahora le toca al destino turístico mexicano de Guerrero





Hace unas semanas colgaba en este mismo blog, la incidencia negativa que tuvo para los intereses turísticos marroquíes y del Magreb, unos hechos negativos y violentos que se vieron reflejados en la prensa internacional, en concreto en la prensa francesa. 
Ahora nos llega desde Guerrero - México, unas noticias basadas en hechos socialmente lamentables que han tenido lugar, en los alrededores Acapulco, ciudad emblemática dentro del mundo del turismo. 
Los hechos y la respuesta de parte de la sociedad mexicana se han visto reflejados a nivel internacional, donde se encuentran los mercados emisores de turismo hacia México.
En este escenario, se aprecian dos polos diferentes que coexisten de manera paralela, como son los medios de comunicación y los gestores de los destinos turísticos existentes en México o en cualquier otro destino internacional. Polos que  tienden a coincidir en momentos muy señalados, sean estos positivos como negativos.  
Unos medios de comunicación con diferentes intereses y de diferente naturaleza que, normalmente:

a) Tienen dificultad para transformar en noticias, hechos y realidades turísticas que, podemos denominar de “normales”, habituales y cotidianas.
b) Basan sus noticias en aspectos o realidades singulares, diferenciales, que rompen normas, que disponen de fuertes dosis de morbosidad, etc.
c) Tienen dificultades para “informar bien” sobre asuntos complejos y, la inseguridad turística es uno de ellos. 

Por otro lado, se encuentran los gestores de los destinos, formados por representantes de los intereses locales, de los turistas y del conjunto de intermediarios que operan en dicho país.
Unos gestores, públicos y privados, entre los cuales anida un principio inalterable por el cual y, “bajo ningún concepto, la inseguridad existente  ha de ser o estar vinculada al sector” 

Sin embargo, la realidad es muy tozuda. Y así, la inseguridad normalmente, de naturaleza “no turística”, no deja de incidir negativamente en la credibilidad de los países – destinos y en sus intereses y procesos de producción.
Ante estos casos, los sectores turísticos afectados reaccionan a destiempo y a remolque de los acontecimientos mediante:

a)  Un incremento de las campañas de marketing y publicidad propias de los destinos turísticos “normales”.
b)    Un incremento en los estudios y encuestas que aportan “datos positivos” sobre la “recuperada” imagen y percepción externa.  
c)  La existencia de una seguridad turística basada, normalmente, en una débil estructura policial.
d)El dejar pasar el tiempo”, ya que la mayoría de los informes aseguran que, las crisis por violencia e inseguridad turística, tienen ciclos de vida cada más cortos. 
e)     Y finalmente, la puesta en escena de una actitud muy gráfica; “aquí no pasa nada” o “esto ocurre en cualquier parte del mundo”, etc., etc., etc.

Por propia experiencia, a través del análisis de infinidad de casos similares a nivel universal; me atrevo a afirmar que, la sola puesta en marcha de este conjunto de actitudes y medidas, no es suficiente. 

Pensemos que los agentes turísticos basan su quehacer diario en utilizar, estratégica y transversalmente, todo un conjunto de procesos, recursos y atractivos para generar la industria turística.
Sin embargo, se sigue teniendo serias dificultades para poder garantizar la credibilidad y el prestigio de nuestros destinos cuando surgen brotes violentos e inseguros. 

De nuevo una visión transversal en épocas de crisis, nos facilitaría la recuperación de nuestro destino y país. Somos expertos en relaciones horizontales.  
Relaciones horizontales, donde los medios de comunicación son uno de los vértices a tratar, pero no los únicos. Para congeniar con ellos y otros interlocutores clave, se deberá disponer de argumentos sólidos que permita comprender la complejidad de la actividad turística, y más en época de crisis. 

Sin esa comprensión turística y colateral, la maquinaria y los protocolos anticrisis seguirán siendo débiles o inexistentes y permanecerán desenfocados. La iniciativa ha de partir del sector turístico, la parte con mayor visión y la más sensible y afectada. Si no, seguirá sufriendo los vaivenes producidos por la inseguridad, ya que continuará careciendo de la capacidad de arbitraje y de interlocución deseados.