lunes, 26 de agosto de 2013

Seguridad Turística, ¿algo más que servicios preexistentes?

Una de las características más significativas de la actividad turística es su transversalidad, puesto que coincide con procesos, espacios y actividades que, en principio, poco o nada tienen que ver con ella. Un claro ejemplo son los servicios relacionados con la seguridad, que en muchas ocasiones proceden de instituciones y colectivos no turísticos.


Estos servicios están diseñados para dar cobertura a la propia ciudadanía y no a los turistas, por lo que surgen carencias y desajustes, ante los cuales los responsables turísticos poseen escasa capacidad de interlocución e influencia. Esa falta de propiedades turísticas en los servicios preexistentes genera inquietud en los mercados emisores respecto a la seguridad turística integral del país o destino. De este modo, se provoca un reflejo negativo en factores claves para la competitividad como la cuenta de resultados, la imagen, la credibilidad y la reputación.
 
Teniendo en cuenta este escenario, la tarea se presenta ardua. No nos engañemos, las instituciones turísticas han de asumir la iniciativa para liderar y coordinar estos nuevos procesos, generando complicidades y protagonismos compartidos con otras instituciones no turísticas. Estos organismos no turísticos, como ministerios públicos y servicios de policía, sanidad, protección civil o visados,  deben “turistizarse” sin dejar de desarrollar su labor diaria. Probablemente no tengan la visión y sensibilidad turística necesarias, pero las pueden adquirir de la mano del sector y de las instituciones turísticas.
 
Los medios de comunicación, las empresas del sector, los turistas finales, los tour operadores, los cuerpos diplomáticos y consulares, los posibles inversores, las campañas de publicidad, los planes de marketing, la planificación del territorio, etc. nos están exigiendo esta “turistización”, en muchos casos, “sin exigirlo”, por una cuestión de mera cortesía.
 
Por lo tanto, las estructuras, organigramas, funciones, actitudes y comportamientos existentes, no han de suponer freno alguno, si existe la visión y la voluntad necesarias. Está en juego la competitividad y la imagen de todo un sector, país y destino turístico.